Antigua tradición en Peru para conmemorar la Última Cena de Jesús
Si bien el fervor es intenso en la Semana Santa del Perú, hay hechos que se han vuelto más flexibles como lo referido a las comidas.
Atrás quedaron algunas prácticas como pedirle permiso al párroco para que los enfermos coman carne; o en ciertas zonas costeras se dejó la creencia de que al ponerle más ají a los pescados, dicho picante quitaba las faltas del alma…
Superada esta etapa en que era casi un pecado masticar, los comensales y familias ven la manera de no romper la abstinencia de la carne, pero sí preparar los potajes a base de pescado y mariscos tal como Dios manda.
Y si es para unir a las familias y barrios, mejor aún, sobretodo en aquellos lugares donde sentarse alrededor de la mesa es signo de unión, reencuentro, amistad y conmemoración. En suma, un culto al buen comer de los peruanos.
Acompañar al doliente
El distrito peruano de Catacaos, ubicado a 12 kilómetros de la capital Piura, es una localidad agrícola y artesanal que en Semana Santa sabe conciliar la carne y el pescado en sus comidas.
Por ello en Jueves Santo se consumen los "Siete potajes". Cuéntelos bien: carne de res, gallina, pavo, cabrito, cerdo, pato y tortuga, aunque pueden variar según la economía del "Doliente", quien tiene a su cargo ofrecer a unos 2000 visitantes estos platillos como penitencia y gratitud a Dios a la vez.
Al día siguiente, y para no romper la abstinencia, el Viernes Santo se consumen otros siete potajes, pero de pescado. Llegan del puerto especies como el mero, la guitarra, la cachema y el cabrillón, complementados con langostinos y otros mariscos. Estos platos serán ofrecidos esta vez por el "Depositario", representando así a otro protagonista de la Pasión.
Las bebidas para ambas ocasiones serán el coctel de algarrobina, el vino y la "chicha de jora", una bebida milenaria oriunda del Perú preparada con maíz fermentado.
Conservar la tradición
La preparación de este banquete –según la agencia Andina-, es una versión moderna de la Última Cena de Jesús y sus doce apóstoles. El trabajo se inicia el miércoles santo donde se sacrifican a los animales, para que luego las más de cincuenta cocineras los sazonen con los aderezos correspondientes.
Según la experta en cocina, Teresa Ancajima Gómez, no es raro que se utilicen para alguno de estos eventos ocho sacos de arroz (de 50 kilos), 50 kilos de chupe (mariscos), 12 sacos de plátanos, 250 kilos de pescado, dos sacos de menestras (idem de 50 kilos), entre otros. Mientras unas cien personas ayudarán en la preparación.
Explicó así esta tradición el presbítero Pedro Chuyes Chunga para un medio local: “La conexión que tienen los siete potajes con la religiosidad de los días de Semana Santa es la creencia de la gente de emular la Última cena del Señor, que fue un acto de aprecio a sus discípulos. En Catacaos se da algo parecido: todos comen juntos como signo de comunión, y prevalecen valores como la generosidad y la amistad”.
¿Llegaría Usted a terminar de comer los siete potajes, mejor dicho, los catorce…?
Encontramos unas imágenes de América Televisión sobre la tradición de los Siete Potajes que les compartimos.