Prácticos consejos de Lupita VenegasOfrecemos una respuesta de la conocida psicóloga Lupita Venegas a la pregunta de una persona que se plantea recurrir a la magia para resolver sus problemas matrimoniales.
Lupita:
Me gustaría hablar con usted urgentemente, pues hay muchos conflictos en mi matrimonio, pero me han dicho que sólo la magia puede revertir los males que nos han hecho. Ya he comprobado que hay una mujer que buscaba a mi marido desde hace años, la cual, en su obsesión por él, nos ha hecho maleficios. Alguien me explicó que, ante eso, puedo hacer algo de magia blanca, en la que se recurre a Ángeles y Santos; nunca a seres malignos o demonios. ¿Usted puede orientarme?
Luz Elena.
Querida hermana Luz:
El Catecismo de la Iglesia Católica puede orientarnos a todos en éste y otros muchos temas. En el Punto 2117, leemos lo siguiente:
“Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar las potencias ocultas para ponerlas a nuestro servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la Religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro o recurren a la intervención de los demonios… El espiritismo implica, con frecuencia, prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso, la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él”.
Es verdad que un mago, presentando un buen show, puede proporcionarnos momentos de diversión y asombro, pero no es a este tipo de magia a la que nos referimos. Ni magia blanca ni negra. Hay películas, series y programas de televisión que presentan la magia de una forma inofensiva, y hemos llegado a pensar de modo amable sobre el poder de algunos “fantasmas”.
Mas es importante formarnos en la fe con seriedad y profundidad sobre estos asuntos. Hay que estar convencidos, y a la vez hablar con nuestros hijos, de que estas fantasías en los medios muestran una realidad distorsionada (no sabemos con qué intenciones), y que nada ni nadie es más poderoso que el Dios que se nos reveló.
Todos, desde pequeños, deberíamos ir desarrollando una sana autoestima que nos permitiese sentirnos capaces de resolver nuestros propios conflictos, poniendo todas nuestras capacidades junto a una gran confianza en Dios.
Cuando no existe esta formación completa de la personalidad, es cuando surge esa indefensión ante “las fuerzas ocultas” y se recurre a esas “ayudas” que, lejos de mejorar los conflictos, los complican mucho más.
Si hay problemas en tu matrimonio, recurre a centros de orientación y ayuda. La Iglesia te ofrece múltiples formas de intervención. Ante las situaciones críticas e inesperadas, lo mejor es prepararnos para afrontarlas. En particular, he aquí un camino de fe para resolver conflictos matrimoniales:
Invoca a María Santísima. Dice de Ella el Papa Francisco que cada vez que la miramos, volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y el cariño.
Pon a los pies de Jesús todas tus preocupaciones, y de manera particular el corazón de tu esposo. Puedes pedir ayuda a Ángeles y Santos, pero sin mezclar ritos extraños ni algún tipo de magia para esto.
Pide la iluminación y la creatividad que necesitas para actuar de la mejor manera posible. Que tus acciones, pensamientos y sentimientos no destruyan más, sino que empiecen a construir.
Pon todos los medios a tu alcance para lograr lo que sí puedes hacer: cambiar tú misma, mejorando como ser humano y como alma cristiana.
Invita a tu esposo a ir y crecer juntos, de la mano de Dios. Si tú has cumplido cabalmente los puntos anteriores, él no tendrá por qué negarse.
No necesitas traicionar el Primer Mandamiento para solucionar dificultades que parecen imposibles. ¡Pon toda tu confianza en Dios!
Artículo publicado originalmente por Arquidiócesis de Guadalajara