Una luchadora contra la trata de personas, habla de su próximo encuentro con el Papa Francisco
Le damos vueltas a la valija. Sacamos y volvemos a poner los paquetes, pero igual la ropa no entra.
Cientos de rosarios -según mi hijito Yaco- más de 800, crujen desesperados cada vez que los apretamos intentando ganar lugar donde no hay…
Cientos de rosarios, encintados, sin estuches -para ganar lugar- y cientos de denarios se apropiaron de la valija donde debía acomodar la ropa necesaria para el viaje.
Hace una semana que la gente desfila con sus paquetitos. Cada vez que se anoticia alguien los chicos preguntan , "¿Trae rosarios? Déjemelos y confíe en mi que se los voy a entregar a mi mamá para que se los lleve…"
Y la gente se va con un brillo en la mirada y la confianza que los voy a llevar a Roma para que se los bendiga el Papa.
Algunos juntaron los del barrio y le pusieron un nombre: el de algún referente, otros los de las familia y las familias de esa familia.
Cómo no se los voy a llevar a Roma? Algún conocido dijo, "que el Papa te los bendiga por skype".
Primero no tengo skype, y segundo no faltaría a mi palabra, antes me quedo demorada en la Aduana por contrabando de rosarios.
Los dueños y dueñas de esos rosarios son personas que tienen tantas posibilidades de viajar a Roma y de ahí ir a la plaza de San Pedro a ver al Papa como yo de aprender mandarín. Es decir una en un millón.
No ha faltado algún "no creyente" que se acercó con su paquetito y la consabida frase: "es para un familiar", a esta altura de la vida dudo si después no se lo va a quedar y lo va a poner en la mesita…y quizás se le escape algún Avemaría.
Si hay algo que nunca he cuestionado en mi vida a Dios son sus planes. Sólo que a veces me río, otras lloro y siempre le pido tiempo para procesar lo que pasa, sólo tiempo para entender o al menos para aceptar, nada más. No me caben dudas que Él sabe lo que hace, siempre!.
Personas con enfermedades, jóvenes de todo tipo de onda, hombres trabajadores, mujeres trabajadoras, ancianos, etc., y hasta algún político que fue a Roma, estuvo en la plaza y ahora me pide a mi que le lleve un rosario a bendecir. ¿A qué fué a Roma además de sacarse la foto? ¿No podría haber comprado algunos rosarios en la misma plaza? Quizás estaba tan ensimismado en su papel de político que no le quedaba espacio para Dios, aunque estuviera en la plaza y se sacara la tan ansiada foto.
Igual les voy a llevar los rosarios.
Cientos de rosarios y denarios de todos los colores y materia prima. A veces podría pensar que quién llegó en bicicleta o a pie, podía traer un rosario de plástico. Me he equivocado. La mayoría de las veces es al revés. Quién menos tiene es quién más ha gastado.
Tal vez porque quién menos posee -en el plano material- tiene claro que quizás sea la única posibilidad en toda su vida de que un Papa le bendiga su rosario. Entonces invirtió lo que tenía en él y hasta compró uno más para donar a alguien, compartiendo su bendición. La generosidad transforma los corazones.
Quienes más poseen -recursos materiales- me los encargan –para que se lo compre y traiga- como si fueran uvas de la verdulería. Y paradójicamente seguro después se van a llevar un rosario que compró alguien que lo gastó todo en ese paquetito.
Ojalá el amor fuera contagioso, a veces quiero creer que sí.
La ropa. Cierto que tendría que llevar ropa. La ropa no entra. Igual las personas valemos porque somos personas no por el atuendo. LLevaré una muda en un bolsito de mano, un par de pinturitas y lo demás queda en manos de Dios.
Toda la vestimenta de una víctima de trata cabe generalmente en una bolsita de nylon o en un bolsito viejo.
Así que si viajo con lo justo quizás también sea una forma de no olvidar por quienes rezo, por quienes lucho y por quienes viajo.