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¿Cómo se ama al criminal?

Hermana Conchi 2

Public Domain

Miriam Díez Bosch - Aleteia Team - publicado el 05/04/14

Entrevista a la Hermana Conchi, voluntaria de prisiones

Hay presos que cuando la ven piensan que es una infiltrada. Otros que anhelan que les hable de Dios. Esta joven Dominica de la Presentación, natural de Almería, comparte sus razones con Aleteia y nos cuenta qué encuentra dentro de la cárcel. Para ella la prisión es el lugar dónde se hace más evidente la miseria y la fragilidad pero también la fuerza
y la superación.

Léase esta entrevista: al final convence a los indecisos que no entienden la pastoral penitenciaria. Igual es el
próximo voluntariado al que usted está llamado y no lo sabe.

Ha pasado los últimos años de su vida en la cárcel, no como interna sino como voluntaria. ¿Qué le impulsa a hacer este apostolado?

Personalmente, realizar este apostolado da sentido a lo que Dios me pide. Me impulsa algo muy sencillo, no tengo grandes cosas que contar, únicamente que el ser humano pasa por muchos momentos en la vida y nadie está lejos de ninguno de ellos.

Me entrego a esta labor porque creo que está muy "dejada-abandonada", porque los pobres entre los pobres son aquellos que además de haber sufrido una vida difícil y complicada también son y siguen siendo rechazados por una sociedad en
la que predomina la imagen.

Evidentemente, soy consciente de que no es fácil separar al ser humano del delito cometido, y que tampoco puedo cerrar los ojos ni el corazón para no defender la justicia, pero también veo las oportunidades que yo he tenido en mi vida con las de otras personas que no han tenido nada. "Dar" a este tipo de persona, de perfil… es lo que puede sacarlos (o al menos ayudarlos) de la miseria.

Me impulsa además, la fuerza de que existen personas que pueden salir de ese mundo tan cerrado para encontrar algo nuevo, o al menos algo distinto. Es cierto que no siempre se llega a buen puerto en las apuestas que se hacen, pero hemos de arriesgar para ganar algo. Dice que Jesús que no ha venido para curar a los sanos, sino a los enfermos… por lo tanto, hemos de colaborar a ello, sea como fuere, pero… ¿quién soy yo para juzgar?

Lo cristiano sería amar a todo el mundo, especialmente a los enemigos. ¿En la cárcel se le hace más presente esta dificultad para amar al criminal?

Como humanos, siempre esperamos encontrar afecto, comprensión, paz, alegría… eso es el regalo más grande que una persona pueda poseer. Lo cierto es que la vida, la sociedad, las circunstancias, te llevan a momentos en los que no todo es así.

Por supuesto, que amar y amar de verdad al otro con un amor fraternal es maravilloso pero si aterrizamos en el  mundo en el que vivimos hay veces que resulta bastante complicado. No hablo solamente de una persona en prisión sino
que incluso en las relaciones sociales fuera de ésta también resulta complicado.

Existe un plus en prisión y es que el que está allá es porque ha causado un "daño" a la sociedad, por hablar en términos amplios, y está indiscutiblemente señalado. Es necesario hacer una separación, como decía anteriormente, de lo que es el ser humano de lo que es el delito que ha podido llegar a hacer.

Humanamente, puedes ver las preocupaciones, los sufrimientos, el mal cometido e incluso el arrepentimiento; cuando sucede esto, se puede llegar a caminar con ellos.

Pero con ello no quiero evadir la parte de responsabilidad, que además creo necesaria para la "curación" total de
la persona. Creo que es posible amar aún estando en prisión, no hay duda. Jesús afirma que el bien que hiciéramos a uno de estos pequeños a Él se lo hacíamos, y por supuesto, es esta parte humana que no podemos abandonar.

¿Qué le preguntan, los internos, al verla religiosa?

Los internos "tienen sed" de alguien que los escuche y que los quiera, creo que es lo que más anhelan, porque hay que tener en cuenta que no todos tienen la experiencia de sentirse amados, al contrario, más bien los rechazaron desde siempre y han tenido que caminar completamente solos por la vida.

Evidentemente hay casos distintos y que se podría hablar de muchas cosas, pero el perfil mayoritario va por la línea que
he querido expresar al principio. Se conforman con eso, pero también esperan que les digas las cosas tal y como las piensas, aunque ello suponga ponerlos "contra las cuerdas".

Ciertamente, intento escucharlos pero también les digo que se han equivocado y que necesitan realizar una lectura de todo lo que han hecho a lo largo de la vida. La palmadita en la espalda está muy bien, pero si no va acompañada de un reconocer las debilidades y miserias que cada uno tiene, no sirve para nada.

Ellos esperan que les hables de todo ello y además, también quieren saber qué pasa fuera de prisión, cómo está todo… de esta manera se les abre la vida, se les lleva un nuevo empuje. Es cierto, que en ocasiones me preguntan si verdaderamente soy religiosa, a veces creen que soy ¡una infiltrada!

Es algo divertido, pero los que me conocen un poquito más llegan a compartir en profundidad lo que les ha llevado
allí y cómo han sido sus vidas, y éstos sí que esperan que les hable de Dios, de ese Dios que ama y perdona, de Aquel que es todo misericordia.

¿Cómo aplica el carisma de su congregación a este campo?

No es nada complicado aplicar el carisma de congregación a la pastoral penitenciaria porque tanto Santo Domingo, que vendió todos sus libros por ayudar a los pobres, como Marie Poussepin, que apostaba por aquellos más desfavorecidos, me han hablado del necesitado en todo momento.

Es necesario remarcar que sólo Dios puede cambiar los corazones, nosotros somos un instrumento para hablarles de Él, han de conocer y tener experiencia.

Convenza a un indeciso para hacerse voluntario de prisiones.

El mundo de la pastoral penitenciaria es apasionante, aquí es donde he tenido experiencia real de lo que significa y es la debilidad y fortaleza humana. Cómo el ser humano puede llegar a caer en el abismo profundo pero a su vez, cómo el hombre puede levantarse y salir a flote. Dar una motivación, una razón, una ayuda para seguir viviendo,
para tener deseos de cambiar, de luchar, de no cansarse… es increíble.

No todo está perdido, no son "cosas" que dejamos encerradas, recluidas porque molestan en la sociedad, sencillamente son personas que con la ayuda de otras personas puede resurgir de las cenizas. Hablarles de Dios es para ellos una bocanada de aire fresco, ellos que se sienten tan identificados con el Cristo en la cruz, el sufriente… cuando les
haces descubrir que Dios no quedó en la cruz, que ¡resucitó!, y que les ama, es cuando cogen fuerzas y comienzan a creer en ellos mismos.

Gastarse en esta misión es colaborar y no cerrar con llave al ser humano, es abrirles el corazón y la vida. Es típico decir que aporta más de lo que se puede dar, pero aquí es una realidad, es una formación constante, para ellos, pero para la
persona que va a colaborar también porque ayuda a situarse en la vida de una manera distinta, y a conocer cómo somos y lo cerca o lejos que estamos de todo ello.

Tags:
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