Kike Figaredo, ejemplo de cómo sanar las heridas de los mutiladosHoy, 4 de abril, se celebra el Día de Acción contra las Minas. Desde todo el mundo se contribuye a la concienciación sobre los efectos devastadores que los restos explosivos de guerra siguen teniendo sobre las comunidades, incluso décadas después de que los conflictos lleguen a su fin.
Jordania y Uganda ya están libres de minas, pero aún quedan muchos países, como por ejemplo Etiopía y Mozambique donde siguen existiendo estas minas y ha sido utilizada munición de racimo.
“Las bombas abandonadas, las minas terrestres y los restantes artefactos explosivos sin detonar crean una doble tragedia para los países en la fase postconflicto”, explicó hoy la Administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Helen Clark.
“Estos dispositivos no sólo matan a más de 3.600 personas y mutilan a otras decenas de miles cada año, sino que también impiden a los países y las comunidades el desarrollo de todo su potencial, por cuando tienen repercusiones en la seguridad alimentaria, el acceso a las tierras de cultivo, los servicios sociales y al agua limpia, y las carreteras.”
Ya 161 países han firmado la Convención sobre la Prohibición de Minas Antipersonal, que prohíbe el uso de minas terrestres. Muchos países antes contaminados, como Uganda y Jordania, han cumplido la mayor parte de sus obligaciones en virtud de la Convención y ahora se consideran libres de minas. El PNUD afirma que el apoyo continuo del Programa, junto con las organizaciones asociadas, está comenzando a dar frutos también en otros países.
En Camboya, por ejemplo, los programas intensivos de remoción de minas llevados a cabo en los últimos años han hecho posible una disminución constante en el número de muertes causadas por las minas terrestres y otros restos explosivos de guerra
Kike figaredo y las sillas de ruedas
Precisamente en Camboya, en Battambang se encuentra el misionero español Kike Figaredo, que lleva años luchando contra esta lacra.
Kike Figaredo nació en Gijón en 1959, e ingresó en la Compañía de Jesús con 20 años. Ha desempeñado su labor misionera en Tailandia y Camboya, donde fue nombrado Prefecto Apostólico de Battambang en el año 2000. Es conocido como “el obispo de las sillas de ruedas” por su trabajo con los discapacitados víctimas de las minas anti persona, y por su labor evangelizadora a través de las obras caritativas.
En una entrevista publicada en Aleteia explica el porqué se hizo misionero para sanar las heridas de los mutilados de guerra en Camboya: “Es un trabajo que me fue dado como prioridad en los campamentos de refugiados. Yo no lo buscaba, fui enviado a ellos, y se me concedió ese privilegio”. “En los campos, estas víctimas eran un colectivo abandonado y con todas las necesidades, me acogieron y me adoptaron como su amigo, y desde entonces ha sido como una llamada específica para mí”, explica el Prefecto Apostólico de Battambang.