Los obispos venezolanos han calificado la crisis que se vive en Venezuela de “sumamente grave tanto por su magnitud, ya que abarca dimensiones diversas de la vida nacional, como por su duración, violencia y nefastas consecuencias para nuestro presente y nuestro futuro”, y por todo ello han querido mandar un mensaje a todos los venezolanos, “cualquiera sea su simpatía política”.
En el mensaje culpan al partido oficial y a las autoridades de la República de ser la “causa fundamental de la actual crisis” y muestran que tras el Plan de la Patria, “se esconde la promoción de un sistema de gobierno de corte totalitario, que pone en duda su perfil democrático”.
Muestran la existencia de “restricciones a las libertades ciudadanas, en particular, la de información y opinión; la falta de políticas públicas adecuadas para enfrentar la inseguridad jurídica y ciudadana; los ataques a la producción nacional, que ha conducido a que en nuestro país hoy se haga necesaria la importación de toda clase de productos; la brutal represión de la disidencia política; el intento de “pacificación” o apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la represión física”.
Los obispos de Venezuela piden respeto hacia las manifestaciones pacíficas y afirman que “es evidente que muchas acciones delictivas son originadas por personas o grupos infiltrados con el objeto de tergiversar o desacreditar las protestas y provocar su condena”.
“Reiteramos nuestra firme exigencia de que el Gobierno desarme a los grupos civiles armados”, explican en el comunicado, que “en muchos casos han actuado impunemente bajo la mirada indiferente de las fuerzas del orden público, por lo cual la actuación de éstas ha quedado seriamente cuestionada”.
Igualmente lamentan “los asesinatos de civiles y de Guardias Nacionales ocurridos en las manifestaciones” y recuerdan que “el valor de la vida es absoluto”.
“Rechazamos la criminalización de la protesta ciudadana y la negación práctica de los derechos humanos en el trato a los manifestantes”, continúan los obispos, que denuncia “la abusiva y desmedida represión contra ellos, as torturas de que han sido objeto muchas de las personas detenidas y la persecución judicial a los Alcaldes y Diputados contrarios al oficialismo”.
“El Gobierno se equivoca al querer resolver la crisis por la fuerza” destacan los obispos: “La represión no es el camino”. En el comunicado muestran una posible salida a la crisis: “el diálogo sincero del Gobierno con todos los sectores del país, con una agenda previa y condiciones de igualdad, y con gestos concretos, evaluables en el tiempo, como señales de la necesaria rectificación”.
Por todo ello, explican: “Hacemos un llamado a todos los venezolanos, especialmente a los dirigentes del Gobierno y de la oposición, a considerar la extrema gravedad del momento presente, y a evitar que el país se siga desangrando y se derrumbe por la violencia”.
La Santa Sede no mediará, por ahora
Aunque los obispos de Venezuela consideran “oportuna y de gran valor la participación de la Santa Sede en el diálogo entre el Gobierno y la oposición”, desde la Santa Sede se considera que “no se dan las condiciones para una mediación de la Santa Sede en el conflicto de Venezuela”.
Según explica Jesús Colina en Alfa y Omega, la Santa Sede considera que el diálogo es “inviable por ahora” porque se dan algunas circunstancias que no lo permiten, or ejemplo, el tono ridiculizante que Nicolás Maduro ofrecía a la propuesta presentada por una delegación de Cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas: “«Que venga el Secretario de Estado, Canciller del Vaticano, Pietro Parolin, que fue embajador aquí, que venga, pues. ¡Pobrecito, le van a hacer perder el tiempo! Estoy de acuerdo. ¿Quieren que venga? Que venga».
Otro ejemplo es el hecho de que el presidente Maduro, ni siquiera ha entrado en contacto con el nuncio apostólico, el arzobispo Aldo Giordano, para elevar la propuesta al Vaticano.
Tampoco la dividida oposición cree en la posibilidad de diálogo en estos momentos, cuando universitarios que protestan son asesinados impunemente, como muestran las muertes de Franklin Alberto Romero Moncada (44 años) y Roberto Luis Annese (33 años) que, según la oposición, “murieron a manos de bandas civiles armadas, que actúan con apoyo de la policía”.
En opinión de Colina, "cuando se maneja de este modo la información sobre vidas humanas que han muerto de forma violenta, pensar en mediaciones de la mano derecha del Papa parece una tomadura de pelo. Ahora bien, tanto el Papa Francisco como el cardenal Parolin no se esconderán en el momento en el que se abran serios espacios para la paz”.