​La hoguera de las vanidades: ¿Es más barata la energía nuclear?

Imaginemos que un día de invierno, cenando con unos amigos, siente frío en casa. Uno de ellos, presto decide encender una hoguera. Sin mediar palabra, baja a su vehículo y sube un par de troncos que fortuitamente llevaba en el maletero. Mientras comienza a apilarlos en el centro del salón,  usted le requiere cordura con cara de sorpresa. A pesar de jugarse la amistad, persiste y pretende convencerle de que ésa y no otra es la forma más barata y eficaz de calentar la vivienda. 

De la sorpresa pasa al razonamiento para disuadirle de su empeño. Resulta la más barata si sólo considera el combustible pero se convierte en la más cara cuando se tiene en cuenta el coste de limpieza de todo el hollín posterior y el grave riesgo de que acabe ardiendo su hogar. Tras su clara exposición este amigo persiste. Usted empieza a reconsiderar los términos de su amistad ya que deja de lado la cordura para mediar algún tipo de interés que usted desconoce. ¿Tal vez tenga un stock de madera que desee venderme?

Esta situación que parece clara, por algún extraño motivo, deja de serlo cuando, en lugar de una hoguera, se trata de una central nuclear. Es curioso que desde los ámbitos políticos se insista en la limpieza y el bajo coste de generación de la energía nuclear pero se obvian de forma ignorante o negligente los costes asociados al tratamiento de los residuos radioactivos y los costes de riesgo por amenaza nuclear.

Todavía hoy, tres años después, persisten las graves consecuencias del terrible accidente nuclear acaecido en la central de Fukushima con el Tsunami del pasado 11 de marzo de 2011. El pasado 19 de marzo, el ex primer ministro japonés Naoto Kan aseguró ante el Bundestag alemán que tres años después, el desastre nuclear no es un problema del pasado, sino muy "actual". Persiste la dificultad para enfriar  los núcleos, siguen las fugas de agua radiactiva más de mil días después y el número de personas desplazadas alcanzan varias decenas de miles.

Tras el accidente, Japón suspendió la actividad de todas sus centrales nucleares e inició una carrera acelerada en la promoción de fuentes alternativas energéticas para cubrir su déficit energético. El temor de una catástrofe nuclear y esta iniciativa nipona acallaron las voces defensoras de la energía nuclear como condición necesaria para la sostenibilidad energética… pero sólo por un tiempo. De hecho, el Gobierno japonés ha resuelto reactivar cuanto antes las centrales nucleares cerradas tras el accidente.

El argumento fundamental que se repite en cada país para el resurgimiento de la moda nuclear “postFukushima” en tiempos de crisis se basa en su supuesto menor coste respecto otras formas de generación energética. Pero ¿es realmente más barata la energía nuclear?

Red Eléctrica Española ofrece datos sobre la producción en Gigavatios hora de energía según cada fuente y los Megavatios de potencia instalada. Así pues disponemos para el año 2013 los siguientes datos de instalación y producción energética.

Partiendo del supuesto de que la vida útil de las instalaciones es de 50 años para una central nuclear y 25 años para una eólica y para una fotovoltaica, es fácil calcular el coste asociado a un Megavatio instalado por año contemplando no sólo la inversión anual sino también el coste de operaciones y mantenimiento, el coste del combustible y los costes asociados a la gestión del residuo.

Para calcular los valores de la tabla de costes se utilizan los ratios de mantenimiento e inversión de varias instalaciones europeas ajustando los ratio de eficiencia de generación de energía eléctrica a la realidad de la Red Eléctrica Española y usando los datos que facilita el ministerio de industria y energía sobre la gestión de los residuos. Como se puede apreciar, la energía nuclear es de lejos la más cara de las tres.

Por otra parte, estimaciones como las del ingeniero Plaza Gallado del Instituto nacional de técnicos aeroespaciales http://www.inta.es/ otorgan valores que difieren de la tabla. Aun así, la energía nuclear sigue teniendo un coste de casi 200.000 euros por MW instalado mientas que la fotovoltaica la superaría con un coste de 354.000 euros. Así, existe el consenso que la energía eólica es más barata que la energía nuclear.

Ahora bien, si además computásemos el coste por el riesgo de catástrofe o de contaminación, todavía quedaría más en evidencia que la energía nuclear no puede ser la clave que garantice la sostenibilidad energética en el futuro.

A pesar de que proliferan los estudios por parte de ingenieros especializados que demuestran lo aquí expuesto desde diferentes perspectivas, los defensores a ultranza de la energía nuclear, bajo una fe casi inquebrantable, vuelven a la carga en la medida que la tragedia del Fukushima se va diluyendo de nuestra memoria. De nuevo, seguirán empeñados en encender absurdas hogueras bajo un lema grandilocuente de economicidad, mientras se juegan a la ligera el futuro y seguridad de este mundo que se nos ha confiado. Vanidad de vanidades.