Después de la huelga general de ayer, 26 de marzo, que a pesar de las predicciones de violencia, se llevo a cabo de forma pacífica, el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, ha dado órdenes de escuchar a los sindicatos. Miles de campesinos, obreros y trabajadores se manifestaron en las principales ciudades de todo el país, en protesta por la subida de los precios de los billetes de transporte público, de los productos de la canasta familiar y de los servicios estatales. Los sindicatos han conseguido unirse, después de 20 años, para pedir al Gobierno un aumento del 25 por ciento del salario mínimo para todos los trabajadores del país.
La Iglesia católica en Paraguay siempre ha defendido el derecho de los trabajadores a expresar públicamente sus peticiones, según se explica en el comunicado de la Conferencia Episcopal recibido en la Agencia Fides.
“Tenemos que reconocer en las demandas ciudadanas un anhelo por una vida más digna para amplios sectores de nuestra sociedad, afectados por una profunda iniquidad que clama solidaridad y justicia social. Estas demandas ciudadanas, sin embargo, habría que hacerlas en el marco de diálogos y consensos, antes que nada, teniendo como horizonte la consecución del bien común de la nación paraguaya, según el proyecto amoroso de Dios para sus hijos”.
“El derecho a la huelga está garantizado por las leyes” recuerdan los obispos, que después citan la Evangelii Gaudium del Papa Francisco : “Si bien, el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política, la Iglesia, no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Todos los cristianos, también los Pastores, estamos llamados a preocuparnos por la construcción de una sociedad mejor”.
Monseñor Mario Melanio Medina Salinas, obispo de San Juan Bautista de las Misiones, en una nota enviada a Fides sostiene que es necesario manifestar, porque el pueblo vive en la miseria: “A pesar de que Paraguay es admirado por su macro-economía, la pobreza y la miseria están en alza”.
Hoy celebramos a...