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​Oscar Romero, el primero de los nuevos mártires

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Chiara Santomiero - publicado el 26/03/14
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Paglia: “Romero enseña que el martirio es dar la vida por los demás no sólo ofreciendo la sangre”

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Han pasado 34 años del asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador que fue cruelmente asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa. A pesar de ser un “progresista”, el arzobispo molestaba a los grupos de poder porque se había colocado al lado de los pobres y contra la violencia de los escuadrones de la muerte que mataban a los opositores políticos derribando al pequeño país de Centro América para que cayera en una espiral de miedo e intimidación.

Un mártir y un obispo que tiene mucho que decir a los cristianos de hoy, como narra el postulador de la causa de beatificación y presidente del Consejo Pontificio para la Familia, monseñor Vincenzo Paglia, contactado por Aleteia con ocasión de la conferencia de prensa de presentación del VIII encuentro mundial de las familias (Filadelfia 22-27 septiembre 2015).

¿Qué tiene que decir monseñor Romero a los cristianos de hoy?

Romero es un gran testigo y recordarlo hoy me conmueve porque su imagen ha abierto la última figura de los nuevos mártires. Desde aquel 1980 hasta hoy, cientos y cientos de hombres y mujeres creyentes continúan siendo asesinados en nombre de la fe.

A propósito del significado del martirio recuerdo, continuamente, una homilía del arzobispo de San Salvador cuyo contenido me impresiona, y lo digo como presidente del Consejo Pontificio para la familia.

Una vez hablando en el funeral de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte, Romero dijo: “El Concilio Vaticano II pide a todos los cristianos ser mártires; no es posible ser cristianos sin ser mártires, es decir, sin dar la vida por los demás. A algunos, el Evangelio les pide darla hasta el ofrecimiento de sangre, como a este sacerdote, pero a todos nos pide dar nuestra vida por los demás”.

Y aquí Romero afirmó – y es esto lo extraordinario – que el martirio es también el de una mamá que concibe un hijo, lo lleva en su vientre, lo pare, lo alimenta y lo educa: es martirio porque la madre está dando la vida a ese hijo. Un testimonio como este es enormemente importante para los cristianos de hoy.

Romero es, por lo tanto, un santo también para la familia…

Absolutamente sí. Es proverbial la pasión de Romero al darse para ayudar a los campesinos y familias, a menudo aplastadas por la violencia o el agobio económico.

Romero es mártir también por las familias pobres que son aplastadas por una violencia inhumana: sobretodo ha dado la vida por ellas esparciendo su sangre en el altar.

La causa de beatificación – usted lo ha afirmado – “está avanzando” y parece que pronto podría llegar a buen puerto: ¿es porque hay un papa latinoamericano?

Porque los tiempos están maduros: la causa la había ya desbloqueado el Papa Benedicto XVI.

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