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La persecución de nuestros tiempos…

Steven Neira - publicado el 11/03/14

La persecución ideológica se da, cuando no sólo se queda en no creer, sino que se trata de promover activamente criterios erróneos y desfigurados
Leyendo la Historia de la Iglesia, nos topamos con las persecuciones de los primeros siglos, desde el resplandor rojizo del incendio de Roma y de las teas vivientes de Nerón, se continúan a través del Circo y de su arena empapada de sangre para divertir al pueblo, pasando por Diocleciano y su persecución (284-305) que fue una de las más sangrientas de la historia del Cristianismo, hasta nuestros días que, a pesar de no correr la suerte de ser crucificados en un estadio, enfrentamos una batalla ideológica que implica una persecución.

A mi parecer es inútil tratar de darle un solo nombre a la persecución, pues ya no es un “emperador” o un “presidente”, sino una corriente diversa de ideologías que promueven una cultura de relativismo que poco a poco ha logrado ahogar en las personas la convicción de que exista una verdad absoluta. Al puro estilo de los fariseos en tiempo de Cristo, las gentes se rasgan las vestiduras cuando un cristiano pregona que existe un solo Dios y una sola religión verdadera, y frente a esta verdad las corrientes ideológicas nos vienen de todos los colores y sabores:

Feministas, homosexuales, tercermundialistas y tercermundistas, pacifistas, representantes de todas las minorías, contestatarios y descontentos de cualquier ralea, científicos, humanistas, filósofos, ecologistas, defensores de los animales, moralistas laicos: «Habéis permitido que todos os pasaran cuentas, a menudo falseadas, casi sin discutir. No ha habido problema, error o sufrimiento histórico que no se os haya imputado (…)[1]

La Historia reconoce este fondo pero con otras palabras, ya lo dirá Tertuliano en el siglo III:

Si el Tíber se sale de su madre, si el Nilo no inunda los campos, si hay sequía, temblores de tierra, hambre o peste, en seguida se oye la voz: “¡Arrojad a los cristianos a las fieras![2]

¿A qué quiero llegar con esto?

La dictadura del relativismo – como la llamó el beato Juan Pablo II – pretende traer comodidad a aquellas personas que aún les gusta vivir de pan y circo. Personas que no son capaces de admitir la existencia de una verdad absoluta porque eso implicaría un cambio radical en sus vidas. Nosotros como cristianos debemos no solo reconocer el relativismo de fondo en cada una de las ideologías que nos rodean, sino también aprender a darles frente con amor y con verdad. Aquél cristiano que tiene miedo a defender lo que cree, no ha comprendido que ser cristiano NO es una etiqueta de definición social, sino una realidad ontológica que nos confiere el título de “hijos de Dios”.

Vivimos en una sociedad que le teme a la Verdad porque es exigente, porque no es lo que quisieran que sea, porque no se ajusta a sus comodidades o caprichos, y cuando la verdad se les muestra, agarran a su defensa el argumento pobre de: “esa es tú verdad, respeta la mía”, sin embargo existe un problema de sentido común en esta afirmación, y es que no se trata del respeto a “mi” verdad o a la “tuya”, se trata del respeto a la Verdad de Jesucristo.

Quienes deciden libremente no creer, están en todo su derecho de no hacerlo, sin embargo la persecución ideológica se da, cuando no sólo se queda en no creer, sino que se trata de promover activamente criterios erróneos y desfigurados del ser humano y del mundo, y esto es lo que poco a poco empuja a la gente a la desvalorización de sí mismo y la deconstrucción de la sociedad.

¿Exagero?…

– Pareja heterosexual es discriminada en los Juegos Olímpicos y no se les permite dormir juntos, a diferencia de las parejas homosexuales[3].

– Un profesor de educación física es despedido por promover los valores la familia tradicional

[4].

– Militar argentino se le niega su ascenso por tener hijos consagrados, en Argentina[5].

La situación aquí es más grave de lo que muchos se imaginan, y los culpables no son otros que nosotros católicos, pues aún no hemos hecho nuestras las palabras de Cristo, y no creemos cuando se nos dice que somos la luz del mundo, y que dicha luz no está para esconderse.

  • Si no sabes cómo defender lo que crees, lee y fórmate.
  • Si tienes dudas acerca de lo que crees, busca ayuda, lee y fórmate.
  • Si tu vida no refleja lo que crees, arrepiente, cree en el Evangelio, lee y fórmate.
  • Si no crees, busca la verdad con buena voluntad y la encontrarás, lee y fórmate.

Twitter: @stevenneira

[1] Léo Moulin, profesor de Historia y Sociología en la Universidad de Bruselas, agnóstico.
[2]Apol. c. 40
[3] http://www.lafamilia.info/index.php?option=com_content&view=article&id=1970:pareja-heterosexual-es-discriminada-en-los-juegos-olimpicos&catid=124:noticias-de-la-familia&Itemid=33
[4] http://www.abc.es/sociedad/20131226/abci-despiden-hombre-heterosexual-201312262000.html
[5] http://www.urgente24.com/212021-el-dia-que-cristina-echo-a-un-militar-por-ser-catolico?pagination=show

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