El mundo de la televisión tendrá pronto su primer beato, un hombre que tenía la fuerza de la Palabra y la fuerza del buen humor, como su querido papa Juan XXIII. El mismo monseñor Sheen contó esta anécdota:
“Iba a dar una conferencia cuando me perdí en las calles de Filadelfia.
Entonces, me acerqué a un grupo de niños que estaban jugando, y les pregunté:
-¿Podéis decirme cómo se va al Ayuntamiento?
Uno de los mayores me lo indicó, preguntándome a su vez:
-¿Qué va a hacer allí?
-Voy a dar una conferencia.
-¿Sobre qué?
-Sobre el modo de ir al cielo. ¿Te gustaría oírla?
-¿Sobre el modo de ir al cielo? ¡Pero si ni siquiera sabe ir al Ayuntamiento!".
Fulton J. Sheen, doctor en Filosofía y en Sagrada Escritura (1895-1979) fue, probablemente, el obispo católico más aclamado y más querido en Estados Unidos durante el siglo XX.
Poderoso orador, ganador de premios por sus programas de televisión y sus transmisiones de radio (el más significativo de todos fue “Vale la pena vivir”), gran educador y misionero en todo el mundo.
Participó en el Concilio Vaticano II y escribió una gran cantidad de libros, todos dedicados a la Virgen María.
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El primero de sus textos fue Dios y la inteligencia, publicado en 1925; el último su autobiografía póstuma, Treasure in clay (Tesoro en barro).
Quizá el de mayor influencia haya sido Peace of soul (Paz del alma). Aunque existe un clásico infantil salido de su ingeniosísima pluma llamado Jesus, Son of Mary (Jesús, Hijo de María).
En uno de sus libros, Errores y verdad, monseñor Sheen adelanta en mucho a la actual línea de acción del papa Francisco de ir a las periferias y encontrarse con aquellos que no conocen o están en contra de la Iglesia, acogiéndolos y testimoniando que somos “hijos de la verdad”:
“La Iglesia –escribió monseñor Sheen— pide a sus hijos que piensen duro y piensen limpio. Luego, les pide que hagan dos cosas con sus pensamientos.
Primero, les pide que exterioricen esos pensamientos en el mundo concreto de la economía, el gobierno, el comercio y la educación, y que por la exteriorización de la belleza, limpien los pensamientos para producir una civilización bella y limpia (…)
La Iglesia no sólo pide a sus hijos exteriorizar sus pensamientos y así producir cultura, sino también interiorizar sus pensamientos y así producir espiritualidad”.
El milagro de un bebé
En el pequeño pueblo de Peoria, Illinois, en el norte de Estados Unidos, el obispo monseñor Daniel Jenky, confirmó en el año 2014 la notificación de una comisión de siete expertos médicos, a la Congregación de las Causas de los Santos en el Vaticano, que “de forma unánime” aprobaron un milagro reportado por la intercesión del siervo de Dios monseñor Fulton J. Sheen.
Al anunciar la noticia de la aprobación del milagro atribuido a la intercesión de monseñor Sheen, el obispo de Peoria monseñor Jenky indicó algo importante.
Que si bien “hay muchos pasos por delante y se necesitan más oraciones, sin embargo hoy se da un significativo paso en la causa de beatificación y canonización de nuestro amado Fulton Sheen”, un hombre que, según el prelado, se volcó “en cambiar el mundo”.
El milagro reconocido es el de la curación inexplicable de James Fulton Engstrom.
Este niño nació aparentemente muerto en septiembre de 2010, hijo de Bonnie y Travis Engstrom, en el pueblo de Goodfield, en la zona de Peoria.
El pequeño James no mostró signos de vida cuando los profesionales médicos trataron de revivirlo, por lo que sus padres pidieron al Siervo de Dios que lo curase.
A pesar de que el bebé no presentó pulso durante una hora después de su nacimiento, su corazón comenzó a latir otra vez.
El panel de asesores médicos del Vaticano determinó que no hay explicación médica para la curación del bebé.
Tras esta resolución, un equipo de teólogos revisará el caso. Si lo aprueban, esta consideración podría pasar a los cardenales y obispos que aconsejan al papa Francisco en materia de beatificaciones.