Uno de cada cuatro adultos de las Islas Británicas piensa que Superman o Harry Potter son personajes de la Biblia. ¡Así, como lo oyen!…“Uno de cada cuatro adultos de las Islas piensa que Superman o Harry Potter son personajes de la Biblia. ¡Así, como lo oyen!…”.
Días atrás, una noticia me llevó en pocos segundos de la risa al sonrojo, de la incredulidad a la indignación: según un reciente informe de la Sociedad Bíblica británica (Bible Society), uno de cada cuatro adultos de las Islas piensa que Superman o Harry Potter son personajes de la Biblia. ¡Así, como lo oyen!
Por si no fuera suficiente, todavía es mayor el porcentaje de padres que no asocian con las Sagradas Escrituras el Arca de Noé y los relatos de Adán y Eva o de David y Goliat.
A la luz de estos resultados, los autores del trabajo alcanzan una conclusión tan lógica como descorazonadora: el conocimiento del “Libro de los libros” empeora entre sus compatriotas de generación en generación, hasta el punto de que, en las últimas tres décadas, se ha reducido a la mitad el número de niños que leen o escuchan regularmente las historias bíblicas.
Ya se sabe, solo se comparte lo que se tiene. Mientras, a falta de que alguien ponga freno a este despropósito, nos queda el consuelo de que, en su ignorancia, Adán, Noé o David pertenecen a un universo bien distinto al de Superman o Harry Potter.
Tanto que, en la Biblia y en contra de lo que ellos creen, no hay lugar para magos ni superhéroes. Aunque las intervenciones de Dios (Yahvé) sugieran otra cosa, el único poder de quienes sienten la llamada a seguirle es su humanidad.
Artículo publicado originalmente por Vida Nueva