Argumentaciones a favor y en contra de la paternidadSí, voy a ser padre. Y como creo que le habrá ocurrido a la mayoría de los hombres… estoy muerto de miedo. No me cuesta reconocerlo, aunque estoy seguro que si me preguntan dentro de unos meses negaré el haber escrito esto. Como padre primerizo y atemorizado me he puesto a navegar por Internet en busca de todo tipo de información, como si existiera un manual de instrucciones para ser padre. El resultado está siendo demoledor.
Con tanta información y tantas recomendaciones ya casi no puedo pegar ojo, pero lo que es aún más preocupante, me acabo de dar cuenta de que ni siquiera llegué a razonar mi decisión de ser padre. ¿Cuáles son los pros y los contras de la paternidad? ¿Es el ser padre una elección personal? ¿Se puede razonar la decisión de ser padre?
Los hay que niegan la paternidad por encima de todas las cosas. Es la corriente denominada “Sin hijos por elección” y entre otras cosas muestran que es por “la falta de razón de peso para tener hijos”, “el desagrado o disgusto que producen los niños”, “los cambios que la presencia de niños produce en la vida cotidiana” y el “no ser capaz de asumir la gran responsabilidad que supone tener, educar y criar a un hijo”. Son argumentos muy personales ante los cuales no me siento nada identificado.
Dicen que son razones para no tener hijos el “no querer sacrificar la privacidad personal por los niños” o el tiempo para su cuidado y atención; “no reducir las posibilidades de promoción profesional” o el “mantener la posibilidad y capacidad de cambiar de estudios, ciudad de residencia, trabajo, etc. tanto a corto plazo como a largo plazo dados los requerimientos personales y laborales de movilidad". Es muy probable que esto sea así y no seré yo quien les lleve la contraria. Es una visión muy negativa de la paternidad y decididamente, el que piense así es mejor que no tenga hijos.
Ahora bien, algunos van más allá y llegan a decir cosas como: “se puede hacer una mayor y mejor contribución a la humanidad sin tener que tener hijos”, o “tener hijos por decisión propia no es adecuado cuando existen muchos en el mundo en condiciones inhumanas, algunos de ellos en adopción”. He leído incluso apocalípticos que explican que “es intrínsecamente inmoral traer gente en el mundo, además, se debe evitar el sufrimiento que acompaña la vida” y luego están las feministas que lo ven como “una construcción social heteronormativa que subyuga la identidad personal y su progreso al restringir las opciones de estilo de vida”.
Siempre he pensado que hacer de los problemas de uno una acción categórica no es buena solución, pero es que además en mis consideraciones la vida no es un sufrimiento, no creo que sea tan decisiva mi aportación a la humanidad y no consigo descifrar lo que significa “subyugar la identidad personal”.
Por el otro lado se encuentran los que defienden la paternidad como un bien para la sociedad. Son aquellos que hablan de tener hijos como una forma de asegurar la vejez del conjunto de la sociedad del bienestar; los que hablan de la necesidad de niños para compensar el crecimiento del envejecimiento de la población o los que ven en ellos una manera de transmisión cultural o social sin la cual seremos conquistados culturalmente.
Hay razones psicológicas, morales e incluso teológicas para tener hijos, un niño te puede enseñar “paciencia, perseverancia, caridad y humildad”; puede hacer que en tu ancianidad no estés solo (tener más que un niño/a una enfermero/a); puede ser el futuro de la humanidad (quién sabe si no será el que descubra una vacuna contra el cáncer, descubra un nuevo planeta o logra la paz universal) o puede ayudar a la economía mundial: más gasto, más consumo, más escuelas y más consumidores potenciales.
Sinceramente y aunque los argumentos en favor de la natalidad pudieran ser irrefutables, en ningún momento me he planteado estos beneficios y no creo que ningún padre en su sano juicio traiga un niño al mundo para aportar a la economía mundial, nacional, local o si me apuras personal.
Tras tanta argumentación en favor y en contra de la natalidad y horrorizado porque el amor entre los padres nunca aparece como un elemento definidor decido no volver a buscar información en Internet sobre este tema. Es mejor irme a la cama y junto a mi mujer disfrutar de los primeras pataditas y movimientos de Ada. El día que nos pregunte porqué la trajimos al mundo, le diré que fue por amor, o sea, una decisión muy poco razonada.