Una selección de textos del Papa muestra una advertencia: El clericalismo no deja crecer a los laicos
Como explica el magisterio de los últimos pontificados, la tentación del “clericalismo” —con un deseo de señorear sobre los laicos—, implica una separación errónea y destructiva del clero, una especie de narcisismo que conduce a la mundanidad espiritual. Aunque parezca una paradoja, en este sentido, el clericalismo y la secularización del clero van de la mano.
En otras ocasiones se observa una tendencia hacia un clericalismo laical, lo que el magisterio ha denominado la “clericalización del laicado”; se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo.
El Papa Francisco ha dedicado muchas de sus intervenciones a ambos temas, en continuidad con su magisterio como cardenal-arzobispo de Buenos Aires: «Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica». «No a la hipocresía. No al clericalismo hipócrita. No a la mundanidad espiritual». «Que Dios nos conceda esta gracia de la cercanía, que nos salva de toda actitud empresarial, mundana, proselitista, clericalista, y nos aproxima al camino de Él: caminar con el santo pueblo fiel de Dios». (Cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j., 2-9-2012).
Frente al clericalismo ‒ de clérigos o de laicos ‒, san Josemaría Escrivá, un santo que ha tratado explícitamente este tema, decía: «Me repugna el clericalismo y comprendo que —junto a un anticlericalismo malo— hay también un anticlericalismo bueno, que procede del amor al sacerdocio, que se opone a que el simple fiel o el sacerdote use de una misión sagrada para fines terrenos» (San Josemaría Escrivá, Conversaciones, 47).
La respuesta a estos desafíos que afectan, entre otras cosas, a la vida de la Iglesia o a la aplicación efectiva de su Doctrina Social, sólo es una: Cristo. Así lo explica el beato Juan Pablo II: el «ministerio [pastoral] debe afrontar con frecuencia la ola de negación del factor religioso, la indiferencia, la crítica y aversión anticlerical o antirreligiosa, además del pluralismo equívoco que corroe el compromiso espiritual o moral». «No obstante todo ello, os repetimos las palabras de Cristo: “No temáis; soy yo”. No temamos. Cristo está con nosotros» (Beato Juan Pablo II, Audiencia general, 24-5-1978).
También el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, haciéndose eco de las palabras del Papa Francisco, ha abordado la cuestión del clericalismo en su Carta Pastoral La esperanza no defrauda, junto con otras tentaciones contra el discipulado-misionero, como la ideologización del mensaje evangélico o el funcionalismo.
La web del Obispado de Alcalá de Henares, sobre el clericalismo de los clérigos y la clericalización de los laicos, recoge algunos textos, muy iluminadores, del Papa Francisco, así como de los pontificados de Benedicto XVI y del beato Juan Pablo II.
Sobre el clericalismo de los clérigos
Papa Francisco
Cómo debe ser el sacerdote
Nosotros estamos ungidos por el espíritu —fue la reflexión propuesta por el Papa—, y cuando un sacerdote se aleja de Jesucristo en lugar de ser ungido, termina siendo grasoso». Y, destacó, «¡cuánto mal hacen a la Iglesia los sacerdotes grasosos! Quienes ponen la fuerza en las cosas artificiales, en las vanidades», los que tienen «una actitud, un lenguaje remilgado». Y cuántas veces, añadió, «se oye: pero éste es un sacerdote» que se parece a una «mariposa», precisamente «porque siempre está en la vanidad» y «no tiene la relación con Jesucristo: ha perdido la unción, es un grasoso».
«Es hermoso encontrar sacerdotes —destacó el Papa— que han dado la vida como sacerdotes». Sacerdotes de quienes la gente dice: «Sí, tiene un mal genio, tiene esto y aquello, pero es un sacerdote. Y la gente tiene olfato». Por el contrario, si se trata de «sacerdotes, en una palabra, “idólatras”, que en lugar de tener a Jesús tienen pequeños ídolos —algunos son devotos del dios Narciso—, la gente cuando ve esto dice: ¡pobrecitos!». Por lo tanto, es precisamente «la relación con Jesucristo», aseguró el Pontífice, lo que nos salva «de la mundanidad y de la idolatría que nos hace untuosos» y la que nos conserva «en la unción» (Papa Francisco, Cómo debe ser un sacerdote, 11-1-2014).
Papa Francisco
«Debemo extirpar el clericalismo de la Iglesia»
Visita a la Parroquia romana de Santo Tomás Apóstol
«Un párroco sin Consejo pastoral corre el riesgo de llevar la parroquia adelante con un estilo clerical, y debemos extirpar el clericalismo de la Iglesia. El clericalismo hace mal, no deja crecer a la parroquia, no deja crecer a los laicos. El clericalismo confunde la figura del párroco, porque no se sabe si es un cura, un sacerdote o un patrón de empresa, ¿no? En cambio, cuando el párroco cuenta con la ayuda de los Consejos, él es el sacerdote. Decide, ciertamente, porque él tiene el poder de decidir; pero decide escuchando, se hace aconsejar, siente, dialoga… Y ésta es su tarea. ¿Ésta no es democracia, eh? Está claro: porque nosotros terminaremos al contrario, ¿no?, es un poco una anarquía, ¿no? No, no: no es democracia, el Consejo pastoral. Pero es una ayuda grande para el párroco para que pueda llevar adelante el apostolado en la parroquia. Y ésta es su tarea. Den gracias al Señor porque tienen un Consejo pastoral en esta parroquia. Las parroquias sin Consejo pastoral van hasta aquí, y después se detienen allí y terminan en una actitud clerical que no ayuda a nadie. Les agradezco tanto». (Papa Francisco, Visita a la Parroquia romana de Santo Tomás Apóstol, 16-2-2014).
Papa Francisco
Cuando falta la profecía, el clericalismo ocupa su sitio
«Cuando falta la profecía, el clericalismo ocupa su sitio, el rígido esquema de la legalidad que cierra la puerta en la cara al hombre. Por ello la oración para que, en la perspectiva de la Navidad, el espíritu de la profecía se haga sentir en el pueblo». (…)
Así «en el tiempo de Samuel, cuando la Palabra del Señor era rara y las visiones no eran frecuentes, era lo mismo. La legalidad y la autoridad». Y sucedía esto porque «cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, el vacío que deja lo ocupa el clericalismo. Es precisamente este clericalismo que pregunta a Jesús: ¿con qué autoridad haces estas cosas, con qué legalidad?». Así, «la memoria de la promesa y la esperanza de seguir adelante se reducen sólo al presente: ni pasado ni futuro y esperanza». Es como si para seguir adelante valiese sólo lo que es «presente», lo que es «legal»».
«El Papa Francisco concluyó su homilía proponiendo «una oración en estos días que nos preparamos para el Nacimiento del Señor». Una oración al Señor para que —invocó— «no falten profetas en tu pueblo. Todos nosotros, bautizados, somos profetas. Señor, que no olvidemos tu promesa; que no nos cansemos de seguir adelante; que no nos cerremos en las legalidades que cierran las puertas. Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdale con el espíritu de profecía» (Papa Francisco, 16-12-2013).
Vídeo
Papa Francisco
Entrevista para La Stampa
«Las mujeres en la Iglesia deben ser valorizadas, no “clericalizadas”. Los que piensan en las mujeres cardenales sufren un poco de clericalismo» (Papa Francisco, Entrevista para La Stampa, 10-12-2013).
Papa Francisco
El coloquio con los superiores generales de los institutos de vida consagrada relatado por la Civiltà Cattolica (publicado el L’Osservatore Romano)
«Para evitar los problemas, en algunas casas de formación, los jóvenes aprietan los dientes, tratando de no cometer errores evidentes, de estar sujetos a las reglas muy sonrientes, en espera de que un día se les diga: “Bien, terminaste la formación”. Esto es hipocresía, fruto del clericalismo, que es uno de los males más terribles. Ya lo he dicho a los obispos del Consejo episcopal latinoamericano (CELAM) este verano en Río de Janeiro: Es necesario vencer esta tendencia al clericalismo, también en las casas de formación y en los seminarios.
Yo lo resumo en un consejo que una vez recibí de un joven: “si quieres ir adelante, piensa claramente y habla oscuramente”. Era una clara invitación a la hipocresía. Es necesario evitarla a toda costa».
Entonces, «si el seminario es demasiado grande, es necesario separarlo en comunidades con formadores capaces de seguir realmente a las personas. El diálogo debe ser serio, sin miedo, sincero. Es necesario considerar que el lenguaje de hoy de los jóvenes en formación es distinto de aquél de quienes los han precedido: vivimos un cambio de época. La formación es una obra artesanal, no policíaca. Tenemos que formar el corazón. De otro modo formamos pequeños monstruos. Y después, estos pequeños monstruos forman al pueblo de Dios. Esto realmente me pone la piel de gallina».
«Es necesario siempre pensar en los fieles, en el Pueblo fiel de Dios. Es necesario formar personas que sean testigos de la resurrección de Jesús. El formador tiene que pensar que la persona en formación será llamada a cuidar el Pueblo de Dios. Es necesario siempre pensar en el Pueblo de Dios, dentro de él. Pensemos en aquellos religiosos que tienen el corazón ácido como el vinagre: no fueron hechos para el pueblo. En fin: no tenemos que formar administradores, sino padres, hermanos, compañeros de camino».
El Papa Francisco, en fin, ha querido evidenciar un riesgo mayor: «si un joven que fue invitado a salir de un instituto religioso a causa de problemas de formación y por motivos serios, después es aceptado en un seminario, esto es otro gran problema. No estoy hablando de personas que se reconocen pecadores: todos somos pecadores, pero no todos somos corruptos. Que se acepten a los pecadores, pero no a los corruptos» (Papa Francisco, El coloquio del Papa Francisco con los superiores generales de los institutos de vida consagrada relatado por la Civiltà Cattolica, 29-11-2013).
Papa Francisco
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium
«Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados. Ha crecido la conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia. Se cuenta con un numeroso laicado, aunque no suficiente, con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso de la caridad, la catequesis, la celebración de la fe. Pero la toma de conciencia de esta responsabilidad laical que nace del Bautismo y de la Confirmación no se manifiesta de la misma manera en todas partes. En algunos casos porque no se formaron para asumir responsabilidades importantes, en otros por no encontrar espacio en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar, a raíz de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones» (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, Exhortación Apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, n. 105, 24-11-2013).
Papa Francisco
Videomensaje a los participantes en la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe
«La tentación del clericalismo, que tanto daño hace a la Iglesia en América Latina, es un obstáculo para que se desarrolle la madurez y la responsabilidad cristiana de buena parte del laicado. El clericalismo entraña una postura autorreferencial, una postura de grupo, que empobrece la proyección hacia el encuentro del Señor, que nos hace discípulos, y hacia el encuentro con los hombres que esperan el anuncio. Por ello creo que es importante, urge, formar ministros capaces de proximidad, de encuentro, que sepan enardecer el corazón de la gente, caminar con ellos, entrar en diálogo con sus ilusiones y sus temores. Este trabajo, los obispos no lo pueden delegar. Han de asumirlo como algo fundamental para la vida de la Iglesia sin escatimar esfuerzos, atenciones y acompañamiento. Además, una formación de calidad requiere estructuras sólidas y duraderas, que preparen para afrontar los retos de nuestros días y poder llevar la luz del Evangelio a las diversas situaciones que encontrarán los presbíteros, los consagrados, las consagradas y los laicos en su acción pastoral». (Papa Francisco, Vídeomensaje a los participantes en la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe [Ciudad de México, 16-19 de noviembre 2013], 16-11-2013).
Seguir leyendo citas sobre el clericalismo en el artículo completo, publicado en la web del obispado de Alcalá de Henares