"Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre." (Jn. 15, 15) Sólo los amigos se cuentan confidencias, comparten padres, se quieren incondicionalmente. Y Jesús nos da el privilegio de llamarnos y tratarnos como "amigos". Cuando tomamos consciencia de ello, la felicidad nos embarga. Es algo que te cambia la vida radicalmente, que te llena tremendamente por dentro. Y mucha gente no sabe que los cristianos somos eso: Personas que se sienten afortunadas, bendecidas, porque pertenecen al grupo de amigos de Jesús. Algo que no podemos guardarnos. Porque descubrir un tesoro es tan grande que lo natural es compartirlo con todos… Hasta los confines de la tierra, hasta el Continente Digital.
Pero no hemos elegido nosotros al Amigo, sino en que Él nos ha elegido a nosotros. Y nos ha hecho encontrarnos con otros que han vivido también el mismo asombro y la misma experiencia de encuentro. Así conocí un buen día a Daniel Pajuelo. No podría decir ni siquiera el mes pero sí el año. Era 2012… Nuestros tuits se entrecruzaban de vez en cuando, coincidíamos en más de una inquietud y visión, hasta que un día de junio nos vimos comentando a fondo, una conversación profunda pero totalmente pública.
Fue cuando surgió una idea, que no era nuestra ni para nosotros. ¡El Espíritu Santo la había vuelto a liar! Tramaba cosas insospechadas, volvía a entrelazar vidas y proyectos como bien sabe hacer cuando Dios se empeña en algo. Hablamos desde un inicio de organizar un congreso de católicos tuiteros, de crear un equipo motor, de evangelizar en Internet, de crear lazos de comunión, de rezarlo mucho durante el verano…
Y ese mismo día ya estábamos buscándole nombre. Desde el principio quisimos que todo fuera muy abierto y compartido desde la misma red. Ahí en Twitter lanzamos la propuesta, tuvimos muy buena aceptación desde el primer momento. Estaba claro que ahí andaba Dios… Y el nombre definitivo se lo dio Daniel que es un crack. Él propuso iMisión y a todos nos encantó.
El resto de la historia creo que la conocéis, dedicamos el verano a rezarlo y pensarlo, en septiembre ya teníamos al staff, empezaron las iniciativas en Twitter, la web, luego Facebook, a los cuatro meses la visita en el Vaticano a monseñor Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. No éramos nada, acabábamos de empezar y la Iglesia nos bendecía. Otra gran señal de que por ahí andaba Dios. Sorprendidos por la tremenda aceptación de los medios de comunicación. Por la cantidad de voluntarios que se sumaban, unos 400 en tan pocos meses. La rapidez con que crecía el número de seguidores, también algunos troll… Hasta que hemos llegado al Congreso, ese sueño del inicio que dentro de nada se hace realidad.
Y ahora más que un equipo, nos sentimos una gran familia. De muchos carismas en la Iglesia, de muchas edades, de muchos puntos del planeta, haciendo visible la comunión en un mundo dividido. No perfecta, ni tampoco sin dificultades. Pero con toda seguridad sintiéndonos queridos y valorados cada uno desde su propia realidad. Creando comunión que creo es una de las principales urgencias en nuestra Iglesia, intentando llenar de Evangelio con nuestras vidas el Continente Digital, cada uno desde sus posibilidades.
Una misión preciosa, una exigencia urgente, un reto común. De eso se trataba. De no actuar en solitario, sino con la fuerza y la riqueza de toda una comunidad. Con la preocupación y certeza de hacer lo más importante: Dar gratis lo que gratis hemos recibido, que es esa persona de Jesús que nos ha cambiado y llenado la vida, que camina a nuestro lado y nos marca el camino. Con la seguridad de ser los amigos que siempre lo tienen presenten y hablan de El y con El continuamente porque es lo mejor que nos ha podido pasar en esta vida.
Nada mejor que tener a alguien que reza por ti, que te anima cuando te faltan las fuerzas, que te aconseja cuando estás en dificultad, que te acompaña en tus tareas más difíciles, que te corrige con cariño, que te apoya en lo que haces, que te felicita en tus logros, que se enfada desde el cariño, que trabaja en una misma dirección… Y todo eso pasa en iMisión. Por eso siempre digo que somos más que un equipo, somos una gran familia, somos los amigos cómplices de Jesús llevando su mensaje hasta el Continente Digital.
Y a la espera de ver realidad ese sueño del Congreso de católicos tuiteros, del 4 al 6 de abril, en Madrid. Un encuentro que llevamos tiempo preparando con muchísima ilusión. Abierto a todos los inquietos por llenar de Evangelio el Continente Digital. A iMisión la encuentras en Twitter como @iMision20 y Facebook como iMisión. También estamos en MayFeelings y en Youtube.
@xiskya
Hoy celebramos a...