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Manifestaciones: ¿Qué dice la Iglesia?

Protestos nas ruas do Chile (junho de 2013) – es

© MARTIN BERNETTI / AFP

Protestos nas ruas do Chile (junho de 2013)

Christiane Sales - publicado el 19/02/14

Pueden ser válidas e importantes, pero sin destruir patrimonio ni propagar la violencia, dice el arzobispo de Río en referencia a las de Brasil

La pasada fue una semana intensa en los noticieros brasileños. Los reportajes trataron desde la muerte del camarógrafo de la red Bandeirantes Santiago Andrade hasta la divulgación del escándalo, aún sin confirmar, de la compra de llamados “Black-Blocs” por políticos.

Las discusiones continúan entre los defensores de las fuerzas policiales y los manifestantes, que los consideran una multitud pacífica. El tema ganó proyección internacional. En el artículo de la revista Forbes Brasil no es un país civilizado, dice la más controvertida fuerza del país, el periodista Anderson Antunes presenta la ola de violencia en las manifestaciones como un factor preocupante para la Copa del Mundo 2014.

Un estudio reciente de la Universidad de Miami, EUA, presentado en el artículo concluyó: “Durante las protestas de 2013, quedó claro que las fuerzas de seguridad usan el poder necesario para enfrentar a la más pacífica multitud. Un perturbador desarrollo está apareciendo entre los jóvenes vestidos con máscaras negras, que no tienen miedo de enfrentarse a las fuerzas policiales”.

Desde un punto de vista sociológico, el fenómeno de las manifestaciones brasileñas que reunió a miles de jóvenes descontentos en todo el país aún es difícil de analizar. La falta de claridad sobre el objetivo de ellas – comenzó con el aumento de los medios de transporte y pasó a todo tipo de insatisfacción personal de los miembros de la clase media brasileña – es indicada por los sociólogos entrevistados por Aleteia como un factor que dificulta el análisis.

La insatisfacción unida a la desilusión con las instituciones permite el florecimiento de la ola de violencia. Vale recordar que tanto los “Black-Blocs” como los justicieros que ataron a un chico a un poste en el barrio de Flamengo en Río de Janeiro son personas sin fe en las instituciones y que juzgan que la violencia es un camino para la solución.

“Quien se identifica con la izquierda o, de manera más general, con las manifestaciones, puede ir a la calle, ponerse una camisa o una máscara en la cara, dirigirse al frente y girar un ‘Black-Bloc’. Pero tener algunas personas que se valen de la táctica en un evento no quiere decir que el evento sea ‘Black-Bloc’, explica el sociólogo de la UFRJ Breno Rabello.

El recién creado cardenal Don Orani Tempesta, arzobispo de Río, consideró lamentable la ola de violencia en las manifestaciones. “Nosotros estamos en medio de esta situación y estamos llamados a ver cómo podemos garantizar la libertad de prensa, garantizar la libre manifestación e impedir la violencia. Yo pienso que es una ecuación que cabe resolver justamente a las autoridades. Como Iglesia nosotros llamamos a las personas a vivir en paz, a entenderse, a amarse unos a otros. Pero cada uno es libre para aceptar o no ese llamado al amor al prójimo”.

Para el cardenal, las manifestaciones que pedían mejorías en el transporte, alimentación, entre otras cosas, son válidas e importantes. Pero la destrucción del patrimonio público y la propagación de la violencia deben ser frenadas por las autoridades.

Posición de la Iglesia

Según el profesor de Filosofía de la Ciencia de la PUC – Río Robson Oliviera, “el derecho civil va al encuentro de la ética y de la Doctrina Social de la Iglesia, que reconoce el derecho a la huelga y, parece razonable, también reconocería manifestaciones civiles, siempre que: otros recursos hayan demostrado ser ineficaces; sea necesario para un bien proporcional; trate un objetivo común y; no admita el uso de la violencia (cf. Compendio de la Doctrina Social 304)”.

Oliviera explica que las manifestaciones “por un país justo y menos corrupto” no entran en contraindicación con la Doctrina Católica. “Sin embargo, en la práctica, las manifestaciones que han ocurrido resbalan en cuestiones difíciles de justificar. Por ejemplo, el año pasado, cuando los "Black Blocs" destruyeron patrimonio público y privado, el motivo fue el aumento del pasaje a 20 centavos. ¿Será que la reacción de los manifestantes fue proporcionada al objetivo perseguido? ¿Se agotaron todos los medios de diálogo? Son preguntas que, confieso, no me siento capaz de responder”.

El profesor recuerda que, en la encíclica Caritas in Veritate, Benedicto XVI dice que los actos de vandalismo y violencia “obstaculizan el desarrollo auténtico e impiden la evolución de los pueblos para un bienestar socioeconómico y espiritual” (cf. 29).

También el Papa Francisco toca esa temática en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, cuando dice que las armas y las violencia, en el contexto de los embates socioeconómicos, “pero más que dar solución, crean nuevos y peores conflictos” (cf 60).

“Los Black-Blocs no respetan el derecho de los comerciantes a tener sus tiendas, de los propietarios a tener sus coches, de los ciudadanos, sus casas. Hay incluso una escena registrada por un fotógrafo de un grupo de Black-Blocs que incendia un automóvil con la familia aún dentro del vehículo. Afortunadamente, este caso no terminó como la tragedia del camarógrafo Santiago. Debe decirse, sin embargo, que el Compendio de la Doctrina Social ‘reconfirma el derecho a la propiedad privada, evocándole su función social’ (cf 91). Buscar el bien, muchas veces responsable por la sobrevivencia de una familia, no es función de manifestaciones populares”, concluyó Oliveira.

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