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Los gobiernos europeos, de elecciones, mientras miles de personas mueren en el Estrecho

Immigration and Melilla – es

© Public Domain

Alvaro Real - publicado el 18/02/14

Director de Migraciones de la CEE: “Nadie mira cara a cara a los ojos del emigrante, los ojos del mismo Cristo”
José Luis Pinilla, director del secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española explica en El Espejo de la Cadena COPE su preocupación ante lo que está ocurriendo en Ceuta y Melilla y muestra cómo tras el drama de Lampedusa todo sigue igual: “¿Qué hizo la Unión Europea? ¿Qué hizo Dios mío?”.
“La Iglesia nunca cierra los ojos y da respuestas que no se quieren escuchar, no se quieren actualizar”, muestra el responsable de Migraciones: "Hay una respuesta que viene mostrando la Iglesia Universal, tanto los Papas, como la Iglesia española, que indica que en la situación de tragedia y con tantísimo dolor lo que hay que hacer es ir a las causas” y estas causas, puntualiza: “son el hambre, la violencia y la falta de derechos humanos en los países de origen”.
Durante la entrevista, José Luis Pinilla se muestra escandalizado por los presupuestos gubernamentales europeos en estos temas: “en las políticas de inmigración europeas el 75 % lo dedica a políticas de seguridad y control de fronteras, mientras que sólo un 25% está para políticas de migración” y denuncia que, mientras los políticos esperan a las elecciones europeas: “miles de personas mueren en el estrecho”.
¿Se sigue tratando a los inmigrantes como si fueran delincuentes o terroristas?
La respuesta que estamos viendo así lo avala. Ante unas infracciones que son puramente infracciones de tipo administrativo, se están produciendo en algunos casos unos comportamientos excesivos respecto a esta condición.
Con respecto a lo ocurrido en Ceuta… ¿Nos hemos acostumbrado a este grito desgarrador?
Por desgracia. Hay una especie de solidaridad, que yo llamo de huracán. Es una solidaridad sobrevenida ante efectos inmediatos de una tragedia, pero en cuanto pasan dos o tres días cualquier efecto de tragedia se diluye como un terrón de azúcar en un café con leche. La solidaridad tiene que tener una visión más estructural, de permanente actuación, de educación de valores y no solamente cuando sucede la tragedia. No obstante, no está de más, evidentemente , que cuando haya una tragedia nos volquemos todos como un huracán a resolverla. 
Ahora resulta que nadie es responsable de estas 14 muertes en Ceuta. ¿Estamos ante el penúltimo capítulo de la historia del cinismo? 
Esta es una de las desgracias y de las consecuencias que el acontecimiento de Ceuta al menos a mí y a mucha gente de Iglesia nos ha provocado. Marruecos echa la culpa a no sé quien…, España echa la culpa a no sé quien…Europa echa la culpa a no sé quien… Aquí todo el mundo se lava las manos y como decía perfectísimamente nuestro Papa Francisco: “todos miramos para otro lado”. Sin embargo, nadie mira cara a cara a los ojos del emigrante, que son los ojos del mismo Cristo.
¿Qué podemos hacer? ¿Abrir las fronteras y que entre todo el mundo?
Bien. Esas son preguntas que hay que resolver desde el punto de vista ético. Yo planteaba muchas veces si este suceso nos va a ayudar a hacer un planteamiento ético ante los pasos de fronteras y respecto a la respuesta ante la entrada de emigrantes. Evidentemente la Iglesia nunca cierra los ojos y da respuestas que no se quieren escuchar, no se quieren actualizar. Esa es la tremenda tragedia de estos casos.

Hay una respuesta que viene mostrando la Iglesia Universal, tanto los Papas, como la Iglesia española, que indica que en la situación de tragedia y con tantísimo dolor lo que hay que hacer es ir a las causas. Las causas en este caso son el hambre, la violencia y la falta de derechos humanos en los países de origen y sin embargo la cooperación al desarrollo es cada vez más nula. Hay un dato que a mí me llega a producir un escándalo terrible: en las políticas de inmigración europeas el 75 % lo dedica a políticas de seguridad y control de fronteras, mientras que sólo un 25% está para políticas de migración. El problema hay que tratarlo en las raíces, en procurar el desarrollo de los países de donde vienen los emigrantes. Es la única manera de intentar devolver un justo equilibrio en este fenómeno de la movilidad humana. 

El Papa lo dijo en Lampedusa y todo el mundo aplaudía: aquello de misericordiar. Seamos sinceros… Nadie ha hecho nada.
Es vergonzoso. Frente a esa llamada de atención del Papa Francisco, esa denuncia, ese dar con el dedo a la política del descarte que se está produciendo… ¿Qué hizo la Unión Europea? ¿Qué hizo Dios mío? Prorrogar durante unos meses esa solución. Es decir, bueno cuando nos volvamos a reunir los ministros del Interior ya abordaremos este drama desde ámbitos que vayan más allá del control de la frontera. Posponer las soluciones porque están en medio las elecciones europeas y sondear el estado de opinión de la gente para optar por una política y otra. Mientras tanto, miles de personas muriendo en el estrecho. 
Hay gente en la Iglesia que trabaja por ayudar en esta problemática, como por ejemplo en este caso en la diócesis de Cadiz y Ceuta.
Es ejemplar. He orado en el CIE de Tarifa con los internos recién desembarcados de pateras, con el obispo de Cádiz. He rezado en el cementerio de Tarifa por los emigrantes muertos a quienes recoge la Iglesia, sin saber su nombre y los entierra de manera digna. Pero no sólo es Cadiz y Ceuta, son todas las diócesis andaluzas, que están en primera línea respecto a ese momento de acogida y también son todas las diócesis en el interior de España con montones de gente anónima, impresionantes testimonios de personas dedicadas al mundo de la acogida, de la fraternidad, para que el tema de la emigración no sea solamente un tema de volcar los esfuerzos en la acogida sino en algo que es muchísimo más importante, volcar los esfuerzos en 

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