Comenzamos una serie de artículos sobre un diálogo necesario, aunque a veces complicado “Puesto que muchos han intentado poner en orden un relato acerca de las cosas que han sido certísimas entre nosotros, así como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me ha parecido bien también a mí, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el comienzo, escribirlas en orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. (Lc 1-4)
Entorno al año 65 d.C. escribe Lucas la introducción de este Evangelio, que bien podría llamarse “Carta a Teófilo”. Desde entonces, mi querido amigo Felipe, han pasado muchos años y muchísimas cosas; Lucas se quedaría asombrado al contemplar lo que ocurre ahora después de lo que él escribió investigando sucesos de su época, “con testigos oculares y cosas ciertísimas entre nosotros con diligencia y con orden”.
Te escribo estas páginas porque sé que eres un hombre interesado en conocer la verdad. Sobre estos temas hay mucho escrito y, quizás más de lo que hace falta. Mi trabajo, que lo hago gustoso por ti, es simplemente de búsqueda, recopilación, orden y, sobre todo el atrevimiento de resumir. Siempre estarás a tiempo, para ampliar y profundizar y para meterte en muchas bibliotecas y publicaciones que, maravillosamente se encuentran también en la red cibernética.
Especialmente en el último siglo la Iglesia ha adoptado la línea clara de diálogo y ha tomado la iniciativa en el ecumenismo con otras creencias y muestra una especial cercanía con grupos protestantes. Por tanto, la actitud de los católicos de a pie debe ser también de diálogo, respeto y tolerancia hacia otras creencias.
Con ese criterio diplomático y ecuménico, te escribo estas líneas, no como experto en estas materias, aunque con suficiente formación en la doctrina católica, creo yo, y una forma de ser absolutamente respetuosa con otras creencias, culturas y costumbres. Te envío estas páginas no para discutir, ni ridiculizar a nadie, sino para aportar ideas que puedan ser útiles a que se conozcas mejor entre sí algunos grupos católicos y protestantes. Hay católicos que conviven con grupos protestantes, de distinto tipo, y no saben como hacerles ver sus errores; por muy ciertos que estén en su doctrina católica, les faltan algunas ideas básicas ordenadas y organizadas para aclarar dudas y diferencias entre ambas creencias.
Como tú sabes Felipe, a lo largo de la vida he vivido y compartido buenas relaciones y amistad con personas de otra fe y con no creyentes; nunca me ha supuesto un esfuerzo especial. En la convivencia con las personas, lo difícil no son las diferencias culturales, sociales o ideológicas, sino el desencuentro, el roce, entre caracteres inaceptables: autoritarios, rígidos, malintencionados y desconfiados.
Felipe, tu has nacido en una sociedad en la que conviven, sin ningún tipo de dificultad especial, católicos y protestantes. Sin embargo, toda mi vida se ha desarrollado en un entorno familiar y social católico y nunca me han enseñado a ver como enemigos a personas de diferentes creencias u opiniones; mi relación con otras creencias ha sido circunstancial debido a mis frecuentes y distantes viajes profesionales por Europa y América Latina.
Siempre he considerado un enriquecimiento para mi persona esas relaciones con enfoques y formas diferentes de ver la vida. La tolerancia y el respeto son valores de origen cristiano (es decir, aportado por Cristo) que la Iglesia ha reforzado en los últimos siglos, después de bastantes otros períodos y momentos en los que el mundo occidental cristiano, como motor de la cultura, lo había descuidado.
Estas líneas son prácticas, en un estilo periodístico, desenfadado y divulgativo; pueden servirte a ti y al gran público que no tiene tiempo disponible y, quizás, ni capacitad para disquisiciones demasiado científicas. Aunque expertos teólogos critican, por ejemplo, a Vittorio Messori, su estilo periodístico para difundir y defender la fe, es el tipo de mensaje que necesita la gente de la calle, su lenguaje llega a todos; los teólogos hacen un excelente y necesario papel en su entorno, como piedras sólidas que fundamentan lo que se discute en la calle de manera informal.
Para los que estamos ahí fuera, es de gran tranquilidad el sabernos reforzados por mentes brillantes que dominan la ciencia teológica acumulada, reposada, organizada, inteligente, durante casi veinte siglos por verdaderos sabios. Bibliotecas y más bibliotecas han acumulado durante esos siglos una ciencia teológica que tiene la veteranía y catadura del vino bien acunado y que, el paso del tiempo no ha hecho más que perfeccionar.
Sigue mañana….