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¿La Santa Sede necesita instituciones financieras para evangelizar?

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Aleteia Team - publicado el 13/02/14
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La cuestión de los recursos financieros de la Iglesia se parece a la de su poder temporalParece razonable a todos que la Santa Sede y los entes religiosos tengan necesidad de administrar adecuadamente sus recursos para sostener las obras que nacen y alimentan el objetivo primario de la Iglesia, es decir, la evangelización. De igual manera es razonable pretender que la gestión de estos recursos sea siempre ejemplar y respete las normas de tal modo que no enfangue la credibilidad de la Iglesia. Entonces, ¿por qué nos planteamos el problema?

Sobre el número de enero de Timone, Ettore Gotti Tedeschi escribe que “nos colocamos este problema porque la cuestión de los recursos financieros de la Iglesia se parece a la de su poder temporal, que ha tenido su epílogo en 1870, con la conquista militar de Roma por parte del ejército italiano”. Para el ex presidente del IOR “los recursos económicos de la Iglesia han suscitado apetitos entre sus enemigos, apetitos orientados a decomisarle y a privarla de recursos para redimensionar su obra evangelizadora”.

Gotti Tedeschi explica, sobretodo, que la moral y el uso del dinero son dos cosas distintas como observaba Clemente Alessandrino en el s. III d.C., cuando explicaba que lo que cuenta es cómo el dinero es generado y empleado.

El Magisterio de la Iglesia, continúa el economista, considera la economía un instrumento al servicio del hombre y si no es así, se transforma en un fin. La historia de la economía demuestra que no existe la incompatibilidad entre un fin y un instrumento, entre moral y economía. Depende de quien los use y de quien lo haga: “Piensa en los monasterios benedictinos, que transforman el trabajo en progreso dándole un significado. Piensa en la Escuela de Salamanca, que elaboró, después del descubrimiento de América, las leyes necesarias de la economía moderna”. 

Los problemas están, más que nada, en el “nihilismo de la cultura del hombre, en la globalización acelerada que quiere una moral homogénea y laicista. El católico considera los recursos económicos un medio útil para alcanzar un objetivo. El laico (laicista), en cambio, considera la economía como un fin. Para él la vida no tiene una dimensión sobrenatural y el hombre es solamente un animal inteligente que tiene que satisfacerse materialmente”.

La Iglesia, en cambio, está convencida de poder dar a la humanidad una contribución importante en el campo moral incluso respecto a los aspectos económicos y prueba de ello es su doctrina social nacida en la segunda parte del 1.800. Y ¿qué dicen, por ejemplo, la doctrina social y los principios indicados como fundamento del orden social de Pío XII?

Gotti Tedeschi responde que éstos, entre otras cosas, “proponen adaptar los medios a los fines”, recordando que “el hombre necesita unidad de vida y desapego de los bienes y que las leyes económicas funcionan si no se desperdician los recursos, si existe un desarrollo integral y un equilibrio, si existe distribución equitativa y si el consumo no es exagerado”.

“La Iglesia tiene la tarea de transmitir la fe en la historia”, porque es precisamente la falta de la luz de la fe el origen de la actual crisis económica. Para que pueda hacerlo, tiene que haber los recursos necesarios y poder gestionarlos.

Las estructuras económico-financieras son instrumentos; si no funcionan, antes de cambiarlas se necesita verificar cómo están gestionadas – concluye Gotti Tedeschi -. Sobre todo, no deben ser sometidos a discusión los principios que las inspiraron”.

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