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¿Los santos nacen o se hacen?

Samuel Gutiérrez - Catalunya Cristiana - publicado el 05/02/14

Entrevista a José Carlos Martín de la Hoz, sacerdote, teólogo e historiador de la Iglesia"Los santos no nacen, sino que se hacen, y se hacen con algo tan maravilloso como es el cruce entre la gracia de Dios y la libertad humana". Lo afirma el historiador José Carlos Martín de la Hoz, que trabaja desde hace once años en la Oficina para las Causas de los Santos del Opus Dei. En contacto con la vida de personas que van camino de los altares, Martín de la Hoz ha descubierto que en la santidad destacan dos rasgos esenciales: la caridad y la humildad.
 
No sale muy bien parada la Iglesia en los libros de historia… ¿Hay más leyenda que historia?
 
La palabra leyenda viene del término latino legendus, legenda, legendum, que significa “las cosas que han de ser leídas”. Tanto es así que leyendas, en los siglos XV, XVI y XVII, eran sobre todo las vidas de los santos.
 
Actualmente leyenda hace referencia a un hecho histórico deformado que se utiliza para fustigar a otro. Por ejemplo, la leyenda negra de la evangelización de América, que toma los hechos erróneos de esa época para castigar a la Iglesia. El giro que ha sufrido el término es muy ilustrativo. Es un paso de la confianza a la desconfianza.
 
En este sentido es importante una fecha clave: 12 de marzo del 2000. Ese día Juan Pablo II, delante de un impresionante crucifijo del siglo XII, pidió solemnemente perdón por todos los pecados de todos los cristianos de todos los tiempos.
 
Los cristianos tenemos que pedir perdón cada día por las incoherencias de nuestra vida con respecto al Evangelio. Pidiendo perdón estamos en condiciones de perdonar a otros. Si nos perdonamos unos a otros, y aprendemos a olvidar los errores, podremos generar confianza y construir juntos una sociedad más justa.
 
¿A qué se debe ese interés suyo por las leyendas negras de la Iglesia?
 
El objetivo ha sido quitar los anacronismos. Hay que procurar meterse en la mentalidad de la época, para señalar los errores, pero también entender el contexto.
 
Juzgar los hechos del pasado con la mentalidad actual es un error y no sirve para nada. Objetivar el problema nos ayuda a pedir perdón por las cosas que realmente lo merecen. No tenemos por qué pedir perdón porque Galileo muriera en una hoguera. Porque no murió en una hoguera, sino en su casa, rodeado de su familia.
 
Sí que hubo, sin embargo, otras hogueras…
 
Sí, claro, pero tampoco tantas como se dice. Por eso es importante objetivar las leyendas negras y ver lo que realmente es. Es innegable que hay que pedir perdón por las cosas que se han hecho mal, pero también es verdad que la Iglesia ha hecho y sigue haciendo cosas maravillosas, a menudo silenciadas. Se trata de presentar la verdad completa.
 
Precisamente usted trabaja desde hace años en las leyendas «blancas», que serían las de las vidas de los santos. ¿Qué ha descubierto?
 
Al estudiar estas vidas descubres que los santos no nacen, sino que los santos se hacen. Y se hacen con algo tan maravilloso como es el cruce entre la gracia de Dios y la libertad humana.
 
Cuando inicio un proceso de canonización escribo un libro de 40 páginas donde resumo las grandes líneas de esa persona. Siempre intento descubrir los puntos que tenía que mejorar: su punto débil. Todos los tenemos. En la vida espiritual se avanza mucho más en las época de borrasca y debilidad que en las épocas de bonanza.
 
Es bonito ver cómo una persona con mucho carácter lucha por dulcificar sus maneras sin perder la fuerza que le caracteriza. Es bonito ver también cómo vence la vergüenza y la timidez en favor de la predicación. Los santos se van haciendo santos con la gracia de Dios, y también con su esfuerzo. La lucha es la expresión del amor.
 
¿La historia de la Iglesia la escriben los santos?
 
Sí, los santos, pero también los pecadores. Es bonito ver también cómo la acción del Espíritu Santo se manifiesta en ese acto de libertad que es pecar y en ese acto de libertad que es arrepentirse.
 
El mundo de las canonizaciones, que usted conoce bien, también ha generado un buen número de leyendas negras…
 
Es importante no olvidar un dato: la instrucción Sanctorum Mater, del 17 de mayo de 2007. En el preámbulo, Benedicto XVI señala que entre los millones de santos que hay en el cielo, unos cuantos han sido escogidos por el Espíritu Santo para ser puestos como modelos e intercesores de todo el pueblo de Dios.
 
En este sentido, la fama de santidad y de favores es el auténtico motor de un proceso de canonización.
 
Si cinco años después de la muerte de una persona siguen llegando por escrito testimonios de gracias obtenidas de Dios a través de la intercesión de esa persona y testimonios de fama de santidad de esa persona, el postulador le pide al obispo de la diócesis donde ha fallecido esa persona que lo nombre siervo de Dios y abra un proceso, que nombre un tribunal, que se recojan las pruebas… Ese proceso se enviará a la Congregación para las Causas de los Santos, que determinará si está bien hecho o no.
 
¿Y si está bien hecho?
 
Pues el proceso puede concluir con el decreto de venerable, es decir, el reconocimiento de que esa persona ha vivido las virtudes cristianas y puede ser puesta como modelo para todo el pueblo de Dios.
 
Pero todavía falta una voz: la voz de Dios. De ahí la necesidad del milagro. Cuando se demuestra que en un milagro hay una intervención divina, y hay una invocación a ese siervo de Dios, esa persona podrá ser beatificada. Y si surge un nuevo milagro, será canonizada.
 
Ha habido muchos beatos y santos cuyos procesos han sido muy rápidos. Ahí tenemos, por ejemplo, el de Juan Pablo II.
 
¿Cree que en este caso se ha sido excesivamente rápido?
 
No, en absoluto. Es el Espíritu Santo quien marca los ritmos. En cierto modo, la prisa la pone el Espíritu Santo cuando suscita el santo subito o se empiezan a producir milagros. Es lo que ha sucedido con Juan Pablo II.
 
Las causas pueden ir más de prisa si hay más milagros. El milagro señala la urgencia. Y hay muchos santos que siguen haciendo favores después de la canonización. Como el padre Pío, que es el campeón de los milagros. Y de una gran espectacularidad.

Extracto de una entrevista publicada originalmente en el semanario Catalunya Cristiana del 9 de febrero.
 

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