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¿Qué pasaría si resolviéramos la crisis en las periferias existenciales?

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Ary Waldir Ramos Díaz - Aleteia Team - publicado el 04/02/14
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Sant’Egidio nos recuerda desde hace 30 años que existen victimas de la calle en capitales como Roma, París o LondresROMA (Aleteia.org) La Comunidad de Sant’Egidio recuerda desde hace treinta años que existen personas llamadas “victimas de la calle” y realiza una conmemoración que llena a las iglesias de Europa de pobres e indigentes, apropósito de la publicación este martes del Mensaje de papa Francisco para la Cuaresma 2014.
 
El Pontífice denuncia la existencia de una pobreza espiritual y moral que crea a su vez, desigualdad económica. En el Mensaje se propone a Cristo como centro del amor hacía los pobres para aliviar la miseria humana que hace miopes a las personas ante el dolor y el sufrimiento de los demás.
 
La crisis del amor es más aguda de la crisis económica.
 
Efectivamente, la llamada crisis económica que asola a la rica Europa u otras regiones del mundo posmoderno parecería necesitar de soluciones fuera de una lógica humana.
 
Al respecto, ¿qué pasaría si las 200 mil personas más ricas del planeta, quienes acumulan 28 billones de dólares en sus cuentas bancarias, donarán ese dinero?
 
Lógicamente, esos recursos deberían dirigirse inteligentemente y éticamente al desarrollo sostenible de las comunidades y clases marginales. Eso sería un buen paso adelante. Sin embargo, considerando el Mensaje de Francisco para la Cuaresma, ésta hipótesis seráfica no sería suficiente. Las personas, tanto ricas como pobres, deberían dar un pasó aún más importante: amarse los unos a los otros incondicionalmente para salir de la miseria moral y espiritual antes que de la pobreza material.
 
Recordar las victimas del desamor
 
La Iglesia, como afirma Francisco, está llamada a entrar en las periferias de la existencia. Así la Comunidad de Sant’Egidio nos recuerda desde hace treinta años que existen personas llamadas “victimas de la calle”. Personas que mueren de frío, hambre o sed en los andenes de ciudades como Roma, París o Madrid.
 
Este duro cotejo con la realidad tiene orígenes concretos y circunscritos en el tiempo: la muerte de Modesta Valenti, una mujer sin domicilio fijo de 71 años que vivía en los alrededores de la estación de trenes de Termini en Roma, donde se refugiaba por la noche para dormir.
 
Modesta, el 31 de enero de 1983, se sintió mal, casi seguramente por el indolente invierno que no perdona a los huéspedes de los aceras romanas sometidos a privaciones y exclusión.
 
Modesta no fue llevada al hospital porque los operadores de la ambulancia que recibieron la llamada no quisieron subirla al vehículo porque mal oliente y piojosa. Modesta murió tras horas de agonía, esperando que alguien decidiera prestarle ayuda.
 
Para recordar a Modesta Valenti, el pasado 02 de febrero, el limosnero del Papa, monseñor, Konrad Krajewski, celebró en la Basílica de Santa María en Roma, la misa en memoria de esta victima símbolo de las “periferias existenciales” y de las personas sin hogar que pierden la vida en la absoluta miseria.
 
La misa es una cita anual para conmemorar desde 1983 el aniversario de la muerte de Modesta y de las victimas de la calle.  La eucaristía reúne a pobres y amigos.
 
En esa ocasión, la Comunidad Sant’Egidio además de organizar la repartición del pan espiritual invitó a 450 de personas sin techo a una comida que se llevó a cabo después de la celebración.
 
El recuerdo de Modesta en las Iglesias de Europa
 
Durante el mes de febrero, Sant’Egidio celebrará las “liturgias de Modesta”. Después de Roma, se celebrará en Génova, Nápoles, Trieste, Padua, Milán, en otras ciudades italianas y en Europa, desde Madrid y Barcelona hasta Varsovia, Kiev, Moscú o Budapest. Esta liturgia se ha convertido con el paso de los años en una “tradición” que llena las iglesias europeas de pobres.
 
El Papa Francisco invita a los fieles en Cuaresma a un cambio interior. Las victimas de la calle sólo son uno de tantos ejemplos. Se podría también hablar de los pensionados que mueren solos en su departamento y son recordados solo por el mal olor que emanan sus carnes después de semanas. De las mujeres que silentes son golpeadas y maltratadas en casa hasta que no se descubren sus casos en los titulares después del último golpe fatal de sus maridos. Las periferias existenciales están llenas de casos extremos.
 
Oasis de amor en el desierto.
 
El cambio debe ser profundo para ir más allá del sistema económico y que no ocurran más casos como el de Modesta. La Iglesia que son todos los bautizados están interpelados por el Papa en su Mensaje de Cuaresma. En tal sentido, un periodista preguntó a Madre Teresa:  ¿Qué cambiaría usted de la Iglesia? La Santa de Calcuta respondió con santa sagacidad: “Usted y yo”. 
 

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