El 6 de mayo de 2007, a Philip Workman se le ofreció una última comida antes de su ejecución por un crimen que no cometió: te sorprenderá lo que escogióEn mayo de 2007, mujeres y hombres sin hogar en Nashville, Tennessee y en todo Estados Unidos se dieron un festín con pizzas vegetarianas, cortesía de un compañero condenado a muerte de nombre Philip Workman, un sin techo, adicto a la cocaína, condenado en 1982 por el asesinado de un policía de Memphis seguido de un robo fracasado a un restaurante de la cadena Wendy’s.
En los años siguientes, sin embargo, Workman- restablecido de las drogas- encontró su camino en Cristo. El reverendo Jane Fisler Hoffman, un ministro de Cristo de la Iglesia Unida, que visitó a Workman en prisión y a la esposa del ex policía, explicó el encuentro de este preso con Dios.
“Habló de no haber encontrado sentido en el cristianismo hasta que tuvo un sueño en el que caía en un profundo hoyo. Una cuerda bajaba hasta él. Estaba seguro de que la cuerda se alejaría de él, pero lo intentó de todas maneras. La cuerda no se movió y él escaló hasta el piso de su celda. Sintió que Dios lo había alcanzado y lo había sacado de su desesperación. Desde entonces comenzó a leer, a rezar y a estudiar la Biblia”.
Al mismo tiempo, el caso contra Workman había comenzado a aclararse: cinco de los originales jurados firmaron una declaración jurada renunciando a la sentencia y al veredicto, citando evidencias balísticas y médicas que no habían sido presentadas en el juicio original, y que apuntaban en la escena a un tiroteo accidental de otro oficial.
Además, un testigo de la acusación, Harold Davis, se retractó en su testimonio anterior, admitiendo que había rellenado un informe falso para recolectar una recompensa que le permitiría comprar drogas.
En 2000, tanto el ex abogado del distrito que había llevado el caso como la hija del policía asesinado pidieron al gobernador que le concediera clemencia a Workman.
A pesar de la nueva información, la pena y la sentencia se llevaron a cabo; a las 2.00 a.m. del miércoles 7 de mayo de 2007, Workman fue ejecutado por inyección letal.
El último día de su vida se le permitió escoger su última comida; y en lugar de escoger una suntuosa última comida para él, Workman pidió que se les diera una pizza vegetal a todos los sin techo localizados cerca de la Riverbend Maximum Security Institution. La prisión rechazó la petición, basándose en que iba en contra de sus políticas hacer actos de caridad.
Al extenderse en las noticias la muerte de Workman esa mañana, los ciudadanos locales supieron de su generosidad en sus últimas horas. Primero unos cuantos, luego más y más personas comenzaron a encargar pizzas para entregarlas a los centros para personas sin hogar.
Una mujer alcanzó los 1.200 dólares al comprar 150 pizzas, que fueron entregadas al Rescue Mission de Nashville. El presiente del People for the Ethical Treatment of Animals leyó la historia y mandó otras 15 pizzas vegetales a la Rescue Mission. Una estación de radio de Minneapolis ordenó 17 pizzas para entregar al Oasis Center, un refugio en Nashville que ayuda a unos 260 adolescentes en crisis. Al pasar la noche, más pizzas se entregaban al centro. Y mientras los diarios nacionales informaban sobre esta historia, los sin techo de todo el país recibieron pizzas vegetales, un tributo al hombre de suave voz que llevaba puesta una gorra de béisbol en la que estaba escrito: “¿Qué haría Jesús?”.
La vida de Workman había terminado; pero su historia continúa. También continúan las controversias sobre la pena capital en los Estados Unidos.