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Muere el decano de los obispos en México

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Jaime Septién - publicado el 20/01/14
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Monseñor García Ayala ha fallecido a los 103 años de edad: 77 años de sacerdote y 50 de obispoUna de las figuras más queridas en la memoria del episcopado mexicano, monseñor Jesús García Ayala, murió el pasado 15 de enero a la edad de 103 años.
                                             
Monseñor García Ayala era obispo emérito de Campeche.  Llegó a cumplir 77 años como sacerdote y 50 como obispo.  Era el obispo decano de los mexicanos, y tuvo la oportunidad de llevar su vida sacerdotal bajo la conducción de ocho papas.
 
Fue considerado el obispo más anciano de México y de América Latina y el sexto más longevo del mundo. Sólo cinco de los 5,121 obispos católicos del mundo eran mayores que él.
 
Padre conciliar
 
Don José de Jesús García Ayala nació el 30 de mayo de 1910 (aunque registrado como si hubiese nacido el 7 de junio) en un ranchito llamado El Guayabo, en el municipio de Ayotlán, frente al río Lerma; cinco kilómetros antes de La Ribera de Guadalupe, que en esos años no existía, pues el poblado surgiría hacia 1919, cuando el hacendado del lugar comenzó a vender lotes y se construyó la capilla.
 
Ingresó al seminario de Zamora el 1º de enero de 1923; en plena persecución religiosa, y14 años más tarde, el 9 de Mayo de 1937, fue ordenado sacerdote en Zamora, celebrando su primera Misa solemne el 19 de Mayo siguiente en Tingambato, su primer destino. Estuvo en Paracho, donde construyó el templo, y en Los Reyes. Fue, además, director espiritual en el seminario de Zamora.
 
Su ministerio pastoral lo desarrolló en varias parroquias del obispado de Zamora, las últimas fueron la Parroquia de San Pedro Apóstol de Paracho y la Parroquia de los Santos Reyes en la ciudad de los Reyes.
 
En 1962 Juan XXIII lo nombró IX Obispo de Campeche, para suceder a monseñor Alberto Mendoza y Bedolla que duró más de treinta años al frente de aquella diócesis del sureste de México.  Sin embargo, el “Papa Bueno” murió antes de la ordenación de Don Jesús; así que Pablo VI ratificó su nombramiento. Finalmente su consagración episcopal se llevó a cabo el 2 de agosto de 1963.
 
Tocó a monseñor García Ayala la difícil tarea que significó el Concilio Vaticano II en su etapa de transición. En medio de las vicisitudes propias del momento, correspondió a monseñor García Ayala sentar las bases de una Iglesia diocesana de rostro nuevo y de nuevo corazón. Una joven y núbil Iglesia de Campeche que, a decir de algunos, nació simultáneamente con los cambios conciliares, por lo cual éstos últimos encontraron en aquélla un terreno propicio.
 
“La Iglesia comenzó a nacer de sus rescoldos en el alma de los campechanos atraídos y convocados por los nuevos movimientos apostólicos”, escribió monseñor García Ayala. Pronto se empezó a provocar en la diócesis esa “renovación de pensamiento, actividad, costumbres y fuerza moral, y alegría y esperanza que fue la esencia misma del Concilio”..
 
 La Palabra de Dios comenzó a conocerse y difundirse, tal como lo pedía la Constitución Dei Verbum, entre un pueblo que tenía verdadera hambre y sed de Dios.
 
Personalidad única
 
Monseñor Carlos Suárez –quien fue obispo de Zamora y actualmente es obispo auxiliar de Morelia– da testimonio de que su labor en los años posconciliares no fue fácil: “resistencia de muchos a los cambios, abandono del sacerdocio de un número considerable de sacerdotes, de por sí escasos en aquellos lares, crisis en el precario seminario de entonces, etcétera”.
 
“Pero nada de eso arredró a Don Jesús, que con valentía y una entrega generosa de la vida se dedicó en cuerpo y alma a su querida diócesis”, especificó monseñor Suárez. 
 
Según “El mensajero católico”, órgano oficial de la diócesis de Campeche, “durante el fecundo ministerio episcopal de Don Jesús García Ayala se estimuló la participación en la misión de la Iglesia en todos los niveles: niños, adolescentes, jóvenes, adultos hombres y mujeres, ya que una de sus intenciones era dejar atrás los tiempos en que únicamente las mujeres iban a la Iglesia y aquellos otros tiempos en lo que un amplio sector de los fieles católicos campechanos carecían de atención espiritual”.
 
Monseñor García Ayala renunció a su servicio episcopal en Campeche en marzo de 1982, tras dieciocho años de fecundo ministerio, por razones de salud. La renuncia le fue aceptada por el Papa Juan Pablo II y se regresó a Zamora, Michoacán.  Con la anuencia del entonces obispo diocesano, monseñor Esaúl Robles, atendió la pequeña comunidad de Guascuaro, en el camino hacia Los Reyes; de ahí, pasó a otra comunidad de la famosa «Cañada de los once pueblos», Huáncito, para finalmente avecinarse en Aranza, cerca de  Paracho.
 
Este es el testimonio de quien lo conoció, el obispo auxiliar de Morelia, monseñor Carlos Suárez: “En todos estos lugares ejerció el episcopado en forma ejemplar, celebrando la Eucaristía, confiriendo el sacramento de la Confirmación donde se le requería, presidiendo algunas fiestas patronales en  pequeños pueblos, y participando como uno más en las reuniones de los sacerdotes, que le estimaban mucho”.
 
Para monseñor Suárez, “Don Jesús era una personalidad única: buen administrador, buen pastor en sus comunidades, gestor de servicios, un hombre autosuficiente hasta la exageración, vivió siempre sólo, él mismo se hacía de comer, se lavaba, iba al mercado, ordenaba sus cosas”.

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