Queridos hermanos y hermanas:
Con la fiesta del bautismo del Señor, que celebrábamos el domingo pasado, entramos en el tiempo litúrgico llamado "ordinario". En este segundo domingo, el Evangelio nos presenta la escena del encuentro entre Jesús y Juan el Bautista en el río Jordán. Dice el testigo presencial, Juan el evangelista, que antes de ser un discípulo de Jesús fue un discípulo de Juan el Bautista, junto con su hermano Jaime, con Simon y Andres, de Galilea, todos pescadores. El Bautista ve a Jesús como progresa a través de la multitud e inspirado de lo alto, lo reconoce como el enviado de Dios con estas palabras: «He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo». (Juan 1,29).
Jesús viene al mundo con una misión precisa: para liberarlo de la esclavitud del pecado, tomando los pecados de la humanidad. ¿De qué manera? Amando. No hay ninguna otra manera de superar el mal y el pecado sino es con amor, empujando el regalo de la vida a los demás. En el testimonio de Juan el Bautista, Jesús es el siervo del Señor, que con nuestros sufrimientos, con nuestros dolores va a morir en la Cruz. Él es el verdadero cordero pascual, que se sumerge en el río de nuestro pecado, para purificarnos.
El Bautista ve delante de él. Es un hombre que le pone en consonancia con los pecadores para ser bautizados, a pesar de no tener necesidad. Un hombre que Dios ha enviado al mundo como un Cordero sacrificado. En el nuevo testamento el término "Cordero" se repite varias veces y siempre en referencia a Jesús. Esta imagen del cordero podría sorprender; de hecho, un animal que no se caracteriza por cierta fuerza y robustez, pero que carga sobre sus hombros con una carga abrumadora. La masa enorme del mal es eliminada y quitada del mundo por una criatura débil y frágil, símbolo de la obediencia, docilidad y amor indefenso, que surge al sacrificio. El cordero no es dominante, pero es dócil; No es agresivo, pero Pacífico; No muestran sus garras o dientes frente a cualquier ataque, pero perdura y es sumiso. Así es Jesús, así es Jesús…como un cordero.
¿Qué significa para la iglesia, para nosotros hoy en día, el discipulado de Jesús cordero de Dios? Significa poner la inocencia en lugar de la malicia, el amor en lugar de la fuerza, la humildad en el lugar del orgullo, el servicio en el lugar del prestigio. Los cristianos debemos hacer esto. Siendo discípulos del cordero no se vive como una "fortaleza sitiada", sino como una ciudad que se encuentra en la montaña, abierta, acogedora y solidaria. Significa no tomar actitudes de cierre, pero llevar el evangelio a todos, dar testimonio con nuestra vida de seguir a Jesús nos hace más libres y más alegre.
DESPUÉS del ANGELUS
Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos la Jornada Mundial del emigrante y del refugiado, con el lema: "Migrantes y refugiados: hacia un mundo mejor," que he desarrollado en el mensaje publicado hace mucho tiempo. Mando un saludo especial a los representantes de diferentes comunidades étnicas que aquí se encuentran, en particular a las comunidades católicas en Roma.
Queridos amigos, está cerca del corazón de la iglesia, porque la iglesia es un pueblo en un viaje hacia el Reino de Dios, que Cristo Jesús ha traído a nuestro medio. No abandoneis la esperanza de un futuro mejor. Me gustaría que se viviera en paz en los países a los que le dan la bienvenida, custodiando los valores de su cultura de origen .
Se produce el mercado de carne humana. Recuerdo a la congregación de misioneros de San Carlo, que tanto bien hacen a la Iglesia y hacen por los inmigrantes y con los inmigrantes. Pensemos en tantos inmigrantes y refugiados, sin trabajo, sin documentos, en tanto dolor. Recemos una oración por los refugiados y los inmigrantes que viven una situación difícil.
Podríamos abordar juntos una oración para los migrantes y refugiados que viven en las situaciones más graves y más duro: Ave Maria…
Hoy celebramos a...