La situación de Tierra Caliente en Michoacán es, cada día, mas violenta
La situación de violencia y de guerra civil en Michoacán, un Estado al Occidente de México, ha empujado a escribir una carta pastoral al obispo de Apatzingán, monseñor Miguel Patiño Velázquez, en la que expone con gran valor –y aún a riesgo de su seguridad—el sentir del pueblo cristiano de esa diócesis y en toda la región de Tierra Caliente, punto neurálgico de los enfrentamientos entre las milicias armadas para la auto defensa, el ejército y la policía federal y los grupos de narcotraficantes y delincuentes, principalmente los llamados “Caballeros templarios”.
Campo abierto a los criminales
“Los hechos recientes, de este nuevo año 2014, han llenado de indignación a nuestro pueblo al cerciorarse de que ni los políticos ni el gobierno dan muestras de querer solucionar el problema de Tierra Caliente. En lugar de buscar a los criminales que dañan a la comunidad, el ejército mexicano, por órdenes superiores, fue a desarmar a las autodefensas de Nueva Italia y Antúnez agrediendo a la gente indefensa con el resultado de tres hombres muertos. La situación se les salió de control y al verse rodeados por la población comenzaron a disparar, primero al aire y después a las personas”, dice monseñor Patiño Velázquez, alertando sobre la muerte de tres personas adultas (las autoridades mexicanas reconocen solamente dos) y el enfrentamiento con las defensas comunitarias al querer desarmarlas el ejército.
“Las palabras distan mucho de los hechos”, dice el obispo Patiño Velázquez en su carta pastoral. Más adelante agrega: “Apatzingán está desde el viernes pasado (por el 10 de enero) hundida en el miedo y la zozobra. La quema de carros, negocios y hasta la presidencia municipal por parte del crimen organizado, que actuaron impunemente, mientras dos batallones de soldados estaban acuartelados. En la autopista Apatzingán – Nueva Italia, los enviados del crimen organizado quemaron autobuses, tráileres y camiones de carga sin que los federales ni los militares lo impidieran”, denuncia el obispo, quien sabe muy bien que su mensaje calará hondo en las fuerzas federales y en el ejército.
“El crimen organizado sigue obligando a la gente a asistir a sus manifestaciones, sus líderes están plenamente identificados y no hay autoridad que los pare” escribe el prelado mexicano, quien en noviembre de 2013 publicara una exhortación pastoral en los mismos términos y que provocó la ira de los propios narcotraficantes y delincuentes y el apoyo general del episcopado mexicano.
Primero prendan y desarmen a los violentos
El pasado lunes 13 de enero se firmó un Acuerdo para el apoyo de la Federación a la seguridad de Michoacán, que motivó que el martes 14 de enero llegaran a Apatzingán cientos de militares y federales con todo un despliegue de fuerzas para integrar la policía militar. Sin embargo, el primer día de la toma de Apatzingan en los términos del Acuerdo, en presencia de la propia policía militar, el crimen organizado quemó una farmacia en pleno centro de la ciudad, alrededor de las 7:30 de la mañana.
“El pueblo –continúa diciendo el obispo Patiño Velázquez– está exigiendo al gobierno que primero agarren y desarmen al crimen organizado. El ejército y el gobierno han caído en el descrédito porque en lugar de perseguir a los criminales han agredido a las personas que se defienden de ellos. ¿No han comprendido que nos encontramos en un Estado de necesidad? pregunta el obispo en su carta pastoral.
Tras citar al teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer, y su exigencia –desde una prisión hitleriana de frenar a “la máquina que asesina”, es decir, al nazismo, monseñor Patiño Velázquez termina su carta pastoral pidiendo a los políticos estatales y federales “que den a los pueblos de nuestra región signos claros de que en realidad quieren parar a la máquina que asesina. La gente espera una acción más eficaz del Estado en contra de los que están provocando este caos”.