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¿Son auténticas las apariciones de Tilly-sur-Seulles?

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Julio de la Vega-Hazas - publicado el 13/01/14
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Un lector pregunta a Aleteia sobre una aparición mariana en el norte de Francia hace más de cien añosMe gustaría saber sobre las apariciones de Tilly-sur-seulles (Normandía, primera década S. XX), sobre todo me gustaría saber qué piensa la Iglesia sobre las mismas (veracidad, etc…)

Es bastante frecuente preguntar sobre el juicio de la Iglesia sobre las diversas apariciones marianas. Pero lo cierto es que ese juicio sencillamente no existe. Nunca ha decretado la autenticidad de ninguna aparición. Podría objetarse que en los tres casos más famosos –Guadalupe (México), Lourdes y Fátima, en orden cronológico- sí que ha existido ese reconocimiento. Pero es indirecto: la inclusión de las advocaciones en la liturgia, la canonización de los videntes, y las intervenciones de los pontífices en los lugares o respecto a los mismos dar a entender un reconocimiento de validez. Pero ni siquiera en estos casos hay un reconocimiento expreso.

¿Por qué? El motivo es que se quiere dejar claro que los mensajes de esas apariciones no añaden nada propiamente a la fe de la Iglesia. El depósito de la fe se cerró a la muerte del último apóstol (San Juan, a principios del siglo II), y ninguna posible novedad se añade al mismo, por interesante que sea o por mucho que mueva la devoción. O sea, se puede ser igual de católico creyendo en la autenticidad de una aparición, que no creyéndolo. Lo que hay que creer para ser católico es el depósito de la fe que la Iglesia enseña como tal. Por eso, por ejemplo, no hay referencia alguna en la autenticidad de aparición alguna en el Catecismo de la Iglesia

Lo que sí hace la Iglesia, por medio de sus pastores, es el análisis de lo que se presenta como revelación en una aparición, para examinar si concuerda con la fe de la Iglesia o no.  Si no es así, se desautoriza. Si no hay reparos por este lado, se deja al juicio de los fieles el valorar su autenticidad.

Con estas premisas –que son lo más importante- vayamos ahora a Tilly-sur-Seulles. Las apariciones no tuvieron lugar en la primera década del siglo XX, sino en la última del siglo XIX, en concreto entre 1896 y 1899; desde este año hasta 1906 hay alguna visión esporádica del Sagrado Corazón y alguna audición, pero no visión, de la Virgen. El mensaje central de la Virgen viene a coincidir con el de las apariciones de Lourdes y Fátima, en medio de las cuales, cronológicamente hablando, se sitúa ésta: llamada a la oración y la penitencia, o de lo contrario sobrevendrán catástrofes, y especial énfasis en la oración por la conversión de los pecadores. Otro parecido es la petición de la erección de un santuario dedicado a Santa María.

En su día, como en otros lugares, hubo algún femómeno extraordinario que vio mucha gente, curaciones y, lo más importante, conversiones de todo tipo de personas, también de escépticos que acudieron al lugar por curiosidad o para buscar argumentos en contra. El obispo del lugar, Léon-Adolphe Amette, que llego a ser arzobispo de París y cardenal, no estaba muy convencido. La continuidad de los fenómenos –parecía que duraba demasiado en comparación con otras apariciones conocidas-, las visiones apocalípticas (en sentido bastante literal: los poderres del mal, con el diablo, luchando contra Dios) y los éxtasis que dejaban a quienes los tenían en posiciones extrañas, eran características que le hacían recelar, de forma que llegó a pedir a los sacerdotes que no acudieran. No obstante, los Papas, tanto León XIII primero como S. Pío X después, dispensaron buena acogida a los sacerdotes a quienes recibió que le narraron lo ocurrido hasta la fecha. Los frutos, incluidas algunas predicciones que se cumplieron, avalaban el carácter sobrenatural de lo sucedido.

En general, las apariciones de Tilly tuvieron amplio eco en Francia, y poco fuera de ella. El motivo de esto último es que los mensajes y las visiones tenían un tinte, diríamos, que “demasiado francés”. Muchas cosas se referían solo o principalmente a Francia, y entre las visiones aparecían con frecuencia figuras como Santa Juana de Arco, cuya devoción fuera de Francia es limitada. Con todo, como lugar de peregrinación ha quedado algo eclipsado por Lourdes.

Hay numerosa bibliografía. Entre ella, destacaría los dos libros contemporáneos del sacerdote Ferdinand Gombault. Por lo demás, hay un hecho destacable que ni Gombault ni nadie podía pensar en su momento: Tilly-sur-Seulles es uno de los pocos lugares que ha sido escenario de tremendos combates tanto en la primera como en la segunda guerra mundial.

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