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En Navidad todavía más cerca de los cristianos que sufren

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Chiara Santomiero - publicado el 27/12/13
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La oración de Papa Francisco: paz por Oriente Medio y por las zonas de crisis en el mundo

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Aunque no eran los cristianos el objetivo del atentado que sacudió la capital iraquí el día de Navidad provocando más de 40 muertos y decenas de heridos, permanece, sin embargo, la preocupación por la situación de los cristianos en Oriente Medio y en otras zonas del mundo, como recordó también Papa Francisco en el mensaje Urbi et orbi de Navidad.
 
Las noticias difundidas por Bagdad en el momento del suceso hablaban de un atentado cercano a una iglesia y esto llevó a la rápida conclusión, por la coincidencia con la fiesta de la Navidad, de que estaba dirigido a los cristianos.
 
Fueron rotundos los desmentidos del patriarcado caldeo de Bagdad y del obispo auxiliar de Bagdad, que recordaron que los atentados en Irak se suceden continuamente y que estas noticias dan a la gente una mala impresión.
 
Es necesario considerar la situación de los cristianos en Irak y el contexto de toda el área de Oriente Medio: “La situación de los cristianos en Irak es la misma que la del resto del país y de todos sus habitantes” -explicó el obispo auxiliar de Bagdad, monseñor Shelmon Warduni en una entrevista a Radio Vaticana-. Sólo porque nuestro número es pequeño, a veces, se dice que los cristianos están mal. ¡Basta! No debemos hablar así: debemos ser justos en nuestros juicios”.
 
“¿Por qué emigran los cristianos? ¿Porque son perseguidos? No es verdad esto –continuó-. La emigración no es exclusiva de los cristianos: también los demás, también los musulmanes emigran”.
 
“Por eso nosotros rezamos para que venga la paz: es esto lo que falta, a todos nosotros, iraquíes, y no solo, ¡también a todo Oriente Medio!”, declaró.
 
“En Tierra Santa -recordó la homilía del día de Navidad de el patriarca latino de Jerusalén, monseñor Fouad Twal-, vivimos un conflicto que no parece encontrar una solución en un plazo breve y que afecta muchísimo a sus habitantes, inclusive los cristianos”.
 
“Esta dolorosa realidad provoca muchas preguntas sobre nuestro futuro en este país y es fuente de profunda preocupación –destacó-. Necesitamos la respuesta de la fe-. La respuesta no es ni la emigración ni encerrarnos en nosotros mismos”.
 
“La  respuesta es permanecer aquí y vivir y morir aquí –dijo-. Nuestra tierra es santa y como tal debe tener de nosotros una respuesta de fidelidad porque nuestra permanencia en esta tierra es una vocación divina, una bendición, un privilegio. La llama de la fe brillará como la estrella de los Magos, para indicarnos el camino”.
 
Oriente Medio está siempre en el pensamiento del Papa Francisco, como confirmó a los micrófonos de Radio Vaticana el 24 de diciembre el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, que se reunió con el Pontífice en la Vigilia de Navidad.
 
Bergoglio expresó preocupación “por todas las zonas donde hay tanto sufrimiento, guerra, terrorismo, gente aislada, que sufre, que es bombardeada”.
 
Y como en el llamamiento por la paz en Siria del pasado 7 de septiembre, su mensaje para todos es el de “sentirnos todos responsables del propio país, y no pensemos que la destrucción, la violencia, la guerra y la muerte traerán soluciones, sino que será la fraternidad, así como nos enseñó Jesús, ese Jesús que nosotros adoramos en el pesebre de Navidad”.
 
La comunidad cristiana en Oriente Medio y en las Iglesias orientales no es sólo una minoría amenazada y en riesgo, es una Iglesia viva, proyectada al futuro; “precisamente porque está bajo la cruz, destacó Sandri, nos da el testimonio más grande de lo que dijo Jesús: “Cuando seáis perseguidos, despreciados por los demás, es en ese momento cuando seréis mis discípulos”. Por tanto esta es una esperanza que surge de esa antiquísima convicción de que la sangre de los cristianos traerá un crecimiento, ciertamente en medio de muchas dificultades” (Radio Vaticano 24 de diciembre).
 
La comunidad cristiana se convierte también en el signo visible de una tensión que debería ser de toda la Iglesia: “El otro desafío es el ecumenismo -añadió el prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales, porque el martirio no es sólo de católicos, sino también de los ortodoxos, de los protestantes; vemos realizado el Ut unum sint ya en el martirio de nuestros hermanos. La esperanza, por tanto, existe siempre. La vida religiosa, por ejemplo en la India, la vida sacerdotal está llena de ímpetu apostólico y son cosas que verdaderamente dan esa esperanza que está fundada en el Espíritu Santo, que es una fuerza muy poderosa, a pesar de nuestras personas”.
 
Contra todo conflicto y violencia se ha levantado la voz del Papa Francisco en su primera bendición Urbi et Orbi desde la logia de la basílica de San Pietro: “La paz es un compromiso de todos los días, que se lleva adelante a partir del don de Dios, de su gracia que nos ha dado en Jesucristo”, afirmó.
 
“Mirando al Niño en el pesebre, pensemos en los niños que son las víctimas más frágiles de las guerras, también pensemos en los ancianos, en las mujeres maltratadas, en los enfermos… -invitó-. ¡Las guerras destruyen y hieren muchas vidas!”.
 
El Papa invocó la paz de forma explícita sobre algunas zonas de crisis en el mundo, empezando por la de Siria, casi olvidada por las agendas de los medios de comunicación, hasta la República Centroafricana (“paz también para aquella tierra, devastada por una espiral de violencia y de miseria, donde tantas personas no tienen casa, agua y alimentos, sin lo mínimo para vivir”), también Sudán del Sur (“Favorece la concordia en Sur de Sudán, donde las tensiones actuales han provocado diversas víctimas y amenazan la pacífica convivencia de ese joven estado”), Nigeria (“Mira a Nigeria herida por los continuos ataques que no perdonan a los inocentes y a los indefensos”).
 
Bergoglio recordó también a Tierra Santa (“Bendice la Tierra que elegiste para venir al mundo y haz que tengan éxito las negociaciones de paz entre los israelíes y los palestinos), Irak (“Sana las llagas del amado Irak, golpeado por frecuentes atentados”), la República Democrática del Congo- Cuerno de África (“Da esperanza y consuelo a los prófugos y a los refugiados, especialmente en el Cuerno de África y en el este de la República Democrática del Congo” y, como símbolo de la tragedia de la inmigración, la isla de Lampedusa: “Haz que los inmigrantes en busca de una vida digna encuentren acogida y ayuda. ¡Qué tragedias como las que hemos vivido este año, con los numerosos muertos en Lampedusa, no vuelvan a suceder!”.

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