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¿Es correcta la fecha en la que celebramos Navidad?

Maryja i Józef z Dzieciątkiem

Anneka | Shutterstock

Escena del nacimiento de Jesús en Belén

Redacción de Aleteia - publicado el 24/12/13 - actualizado el 16/12/23

El nacimiento de nuestro Señor Jesucristo fue en una fecha desconocida, sin embargo, hay varias razones que justifican la celebración del 25 de diciembre

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Es en el siglo IV, con el reconocimiento del cristianismo en el tejido social del Imperio Romano, fue cuando la fiesta de Navidad se fijó el 25 de diciembre.

En los albores del cristianismo, la fiesta más querida para los fieles no era tanto la Navidad, sino la Pascua. La fecha más importante de la vida de Cristo, y también de los santos y mártires, no era la del nacimiento sino la de la muerte; es decir, el «nacimiento al cielo».

En todo caso, ya en los dos primeros siglos de la era cristiana, la Navidad se celebraba tanto en Oriente como en Occidente, aunque no en todas partes y en un día que variaba notablemente según los lugares, en un periodo de tiempo que iba del 28 de marzo al 18- 25 de abril, del 20 o 29 de mayo al 24 de junio y al 17 de noviembre.

En Occidente, la concordancia en la fecha se realizó en el siglo IV, con la inserción del cristianismo en el tejido social del Imperio Romano, primero como religión «permitida» (edicto de Milán, de Constantino, año 313) y después, como religión del Estado (Edicto de Tesalónica, de Teodosio, año 380).

Fuentes antiguas

La fuente más antigua que habla de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre de la que se dispone es Hipólito Romano (170 ca.-235), quien, en el año 204, contaba cómo en Roma se celebraba justo en esa fecha.

También en un primer intento de calendario litúrgico, en la Depositio Martyrum del año 336, se afirma que en Roma la fiesta de la Navidad se celebraba el 25 de diciembre. El mismo dato se encuentra en el Cronógrafo del año 354, un almanaque ilustrado compuesto por un rico cristiano en el que figuran dos listas de celebraciones de la vida eclesial: una que recoge los obispos de Roma no mártires, y otra que recuerda a los mártires de los que se hacía memoria en la Iglesia romana, indicando su fecha de muerte y lugar de sepultura.

En esta segunda lista se lee: «VIII kal. Ian. (Die Octavo ante Kalendas Ianuarias) natus Christus in Betleem Iudeae«, es decir, «en el octavo día anterior a las calendas de enero nació Cristo en Belén de Judea». Como, según el uso latino, se contaban el primero y el último elemento de una serie, el octavo día antes del 1 de enero era justo el 25 de diciembre.

Oficial desde el siglo V

En el 425, el emperador Teodosio codificó los ritos de la fiesta, que en el 506 se convirtieron en preceptivas, y en el 529 en fiesta civil. Las Iglesias ortodoxas que adoptaron el calendario juliano, con un retraso de 13 días según el gregoriano, celebran la Navidad el 7 de enero.

¿Por qué se eligió el 25 de diciembre para celebrar el nacimiento de Jesús? La respuesta no es unívoca, y en el transcurso del tiempo han aparecido varias hipótesis al respecto.

Una de los más acreditadas es que la Iglesia eligió esta fecha para dar una impronta cristiana al difundido sentimiento religioso que deriva de la celebración de la fiesta pagana del Sol Invictus, el «Sol Victorioso», al que el emperador Aureliano había dedicado un templo en el año 274 el mismo 25 de diciembre.

En aquel día, según los conocimientos astronómicos de la época, los romanos creían que se producía el solsticio de invierno -que hoy , sin embargo, sabemos que es el 21-, que ponía fin al día de menor luz, indicando el principio del periodo en el que el sol comenzaba a estar más presente.

«Sol invictus»

El Sol Invictus recordaba al dios indo-iraní Mitra, cuyo culto, originario de Oriente, estaba difundido sobre todo en los ámbitos militares. La adoración del sol había tenido gran éxito entre el pueblo. Su culto había sustituido entre los romanos a los Saturnales, festividades en honor al dios Saturno que duraban del 19 al 25 de diciembre y en las que se intercambiaban regalos para desear la paz y la prosperidad, y la autoridad imperial lo aprovechó convirtiéndolo en devoción al emperador.

La Iglesia, por tanto, decidió entrar en este contexto también gracias al apoyo de algunos pasajes bíblicos ya interpretados en sentido cristológico, como la profecía sobre el «sol de justicia» que habría brillado «con la salud en sus rayos» (Malaquías 3,20). El mismo Jesús, por lo demás, había dicho: «Yo soy la luz del mundo» (Jn 8,12). En un mosaico de los siglos II-III, conservado en la necrópolis vaticana, se encuentra una imagen de Cristo representado como un sol en un carro triunfal.

Según otros expertos, la fecha del 25 de diciembre fue tomada partiendo de la fecha de la muerte de Cristo, fijada el 25 de marzo; suponiendo que esta cayese exactamente 33 años después de su encarnación, fijada también el 25 de marzo, el nacimiento debió tener lugar nueve meses después: el 25 de diciembre.

PERU

Pero… ¿y si realmente nació el 25 de diciembre?

¿Pero Jesús nació verdaderamente el 25 de diciembre? Una respuesta afirmativa es aquella a la que se puede llegar a través de los estudios del profesor Shemarjahu Talmon, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. El docente partió del pasaje del Evangelio de san Lucas (1, 5-13) en el que se cuenta que en la época en la que Herodes era rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías, marido de Isabel.

Lucas dice que «mientras Zacarías oficiaba ante el Señor, en el turno de su clase, según la usanza del servicio sacerdotal, le tocó a suertes entrar en el templo para hacer la ofrenda del incienso» y en ese momento se le apareció un ángel que le predijo el nacimiento de un hijo, que habría de llamar Juan (el Bautista).

Se sabe que, en el antiguo Israel, los que pertenecían a la casta sacerdotal se dividían en 24 clases, que se organizaban en un orden inmutable y que debían prestar servicio litúrgico en el templo durante una semana, de sábado a sábado, dos veces al año. La clase de Zacarías, la de Abías, era la octava en el orden oficial.

Con la ayuda del calendario de la comunidad esenia de Qumrân, el profesor Talmon reconstruyó los turnos, el segundo de los cuales caía en septiembre. Las antiguas Iglesias de Oriente celebran, de hecho, la concepción de Juan entre el 23 y el 25 de septiembre.

Siguen las dudas

El evangelista Lucas dice que la anunciación del ángel Gabriel a María sucedió seis meses después de la concepción de Juan (Lc, 1, 26). Las liturgias orientales y occidentales concuerdan en la identificación de esta fecha con el 31 del mes de Adar, que corresponde a nuestro 25 de marzo, fecha en la que la Iglesia celebra el anuncio del ángel y la concepción de Jesús. La fecha del nacimiento, por tanto, debería ser colocada 9 meses después, es decir el 25 de diciembre.

Los estudios del profesor Talmon, sin embargo, no han callado las voces que apoyan la falta de fundamento de esta fecha, considerada contraria al relato evangélico de Lucas, ya que este habla de pastores que pasan la noche al raso, evocando un contexto más primaveral que invernal.

Con respecto a esto, se evocan las normas de pureza típicas del judaísmo, recordando antiguos tratados en los que los rebaños se diferenciaban en tres tipos: los compuestos solo de ovejas de lana blanca, consideradas puras y que después de pastar volvían a entrar en el redil en el centro de las poblaciones; las compuestas por ovejas de lana en parte blanca y en parte negra, que por la tarde entraban en rediles dispuestos a las afueras de las poblaciones; y las ovejas de lana negra, consideradas impuras, que no podían entrar ni en las ciudades ni en los rediles. Estas debían permanecer a la intemperie con sus pastores en cualquier periodo del año.

El Evangelio, recuerda, además, que los pastores hacían turnos de guardia, lo que indicaría una noche larga y fría, apropiado al contexto invernal.

Una noche especial

Es la noche la que acoge la Misa más tradicional de Navidad, la de medianoche, que recuerda cómo el Papa de Roma solía celebrar tres Eucaristías en esa festividad. La primera de ellas comenzaba alrededor de la medianoche y se celebraba en la Basílica de Santa María la Mayor, donde según la tradición, se encuentran las reliquias del pesebre en el que fue depositado el Niño Jesús.

El Pontífice celebraba, además, la Misa para la comunidad griega de Roma en la iglesia de santa Anastasia, quizás en recuerdo de la anastasis, la resurrección; era la celebración que hoy en el Misal figura como la Misa de la Aurora.

La tercera era, finalmente, la que nosotros llamamos «diurna» que el Papa celebraba en San Pedro, que se encontraba fuera de las murallas romanas, para quien vivía a las afueras, esencialmente la población rural.

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