España: luz verde a la reforma del aborto

El Gobierno español que preside Mariano Rajoy ha anunciado una de las reformas más esperadas, y que había sido una de sus promesas electorales: la de la ley del aborto. Una reforma esperada y polémica, que aprueba con todos los partidos de izquierda en contra y prometiendo guerra.

En realidad, la reforma consiste en una vuelta, con matices, a la ley del aborto que aprobara en su día el Partido Socialista (1985), en línea con las legislaciones vigentes en gran parte del mundo, que despenalizaba el delito de aborto en una serie de supuestos, pero manteniendo el aborto como delito. Es decir, se trata de una excepción al delito de homicidio que se produce cuando entran en colisión dos bienes, la vida del no nacido y la vida o la salud de la madre.

Esta es la teoría, pues la realidad es que bajo el paraguas del supuesto de salud psicológica, el aborto en la práctica se hacía casi libre, y la ley tenía las manos atadas para perseguir los abusos.

En 2010, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que en ese y otros campos llevó a cabo una ingeniería social de primer orden, decidió convertirse en el primero de la clase ante los lobbies mundiales antinatalistas, transformando el delito en derecho y pasando por alto jurisprudencia, leyes y acuerdos internacionales firmados por España. El aborto pasaba a ser un “derecho reproductivo”, con todo lo que ello comporta. La reforma fue aplaudida sobre todo por las clínicas abortistas españolas, algunas de ellas con el agua al cuello por denuncias judiciales ante abusos y atrocidades (las tristemente célebre “picadoras de carne”).

El ministro Gallardón, que es fiscal de profesión, ha defendido durante todos estos meses sobre todo el argumento legal: la incompatibilidad de la ley 2010 con la doctrina jurídica constitucional. Su reforma vuelve al consenso anterior e intenta “rellenar” algunas lagunas de la ley de 1985: por ejemplo, determina quién hace los informes médicos para acogerse al supuesto de salud psíquica o física de la madre (el vacío legal anterior permitía que las propias clínicas abortistas los hicieran: en algunos registros se descubrieron informes firmados ya por el médico con el nombre de la paciente en blanco).

También resuelve el tratamiento a la madre que aborta, a la que se desculpabiliza legalmente. Se elimina también la posibilidad de que una menor pueda abortar sin consentimiento paterno (otra incoherencia del Gobierno Zapatero: las leyes prohibían hacerse un piercing sin consentimiento de los padres).  Hay otros detalles como la prohibición de publicidad del aborto.

Pero una cosa es reformar la ley y otra convencer a las personas. Por desgracia en España, la cuestión del aborto se ha visto desfavorecida por su inclusión en una guerra política mucho más amplia entre la izquierda y la derecha, en la que ya no hay debate sino oposición sorda. Y las nuevas generaciones, educadas en la mentalidad antinatalista y la “libre disposición de mi propio cuerpo”, imbuidas de la educación sexual escolar que impone la ideología de género en todas sus variantes (y si no que lo pregunten a muchos padres españoles), ¿van a aceptar que el aborto ya no es un derecho?

Cuando un profesor te cuenta preocupado que varias de sus alumnas ha celebrado cumplir los 16 años diciendo que “ya puede tener relaciones con su novio sin peligro porque ya puede abortar”, o cuando entre las mamás del cole el comentario es “me he quitado este embarazo porque ahora no me venía bien”, o cuando una enfermera te habla del día a día de las unidades de planificación familiar de cualquier centro de salud del país… comprendes que la cuestión del aborto es mucho más que una ley. Es todo un país el que debe cambiar de rumbo.

La ley debe ir acompañada de una apuesta decidida por la cultura de la vida, por la familia, por la recuperación de los valores y por poner coto al desmadre educativo. O de lo contrario, la ley del aborto va a sufrir el mismo efecto pendular que la ley de educación: cada nuevo gobierno traerá su propia reforma para anular la anterior. Y mientras tanto, decenas de miles de niños serán abortados cada año. Y por cada niño, hay una madre convencida de que esta es la mejor opción. España es el único país de Europa donde el aborto aumenta cada vez más, y desde 1985, nunca ha habido una inversión de la tendencia…