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¿Es ético jugar en Bolsa?

Stock broker – es

© Luis Louro/SHUTTERSTOCK

Enrique Chuvieco - publicado el 19/12/13

Aspectos a considerar para que las transacciones en el mercado de valores sean justas

Aunque haya mecanismos de control y de buenas prácticas en la Bolsa y existan datos de que los operadores tengan en cuenta criterios éticos y sociales en sus movimientos bursátiles, es evidente que se realizan muchas maniobras especulativas para obtener rápidamente ingentes beneficios que llegan a trastocar incipientes economías nacionales, y no sólo éstas, como se ha podido comprobar desde que apareció la crisis que ocupa a España y a buena parte de los países desarrollados.

Algunos autores, como Antonio Royo Martín, consideran en su Teología Moral para Seglares (editorial BAC) que las operaciones en Bolsa no son en sí ilícitas o injustas, siempre que se cumplan las condiciones para la licitud de los contratos. Eso sí, habría que tener en cuanta las siguientes cuestiones:

-En las operaciones al contado, se han de observar las leyes de la compraventa.

-En las operaciones por diferencias, las de la compraventa y las de la apuesta.

-En las de opción y prima, ha de guardarse la igualdad entre el precio y el derecho concedido.

-El report (venta de valores al contado y precio corriente a  mayor precio del comprado) y el deport (venta de valores al contado y precio corriente a  menor precio del comprado) son las operaciones más peligrosas y que se prestan a abusos, ya que no se suelen observar las reglas relativas a los préstamos y se cobran intereses muy altos, por lo que su práctica resulta éticamente inmoral.

Especulaciones injustas

Hay distintos modos de actuar en el parqué que son claramente injustos, como quienes promueven huelgas, algaradas o revoluciones; simulando compraventas que no existen, etc., así como quienes maniobran de los siguientes modos:

-Los que acaparan valores en gran número para hacerlos subir o bajar más o menos de lo que corresponde a su valor real.

-Quienes, mediante operaciones simuladas, solos o con otros, aumentan o disminuyen artificiosamente los precios, hasta que consiguen alguna operación ventajosa.

-Quienes propalan falsos rumores sobre el estado próspero o adverso de alguna sociedad, etc., o emplean otros fraudes (falsos anuncios en los periódicos, telegramas ficticios, etc.) para hacer subir o bajar artificialmente el precio de los valores en provecho propio y daño de otros.

-Aquellos que sin haber esparcido esos falsos rumores ni empleado otros fraudes, pero sabiendo con certeza que otros los han publicitado, se aprovechan del engaño de los incautos para comprar sus valores a mayor o menor precio del que en realidad les corresponde.

-Los que realizan tantas operaciones, que se exponen a no poder cumplir sus compromisos al tiempo señalado, lo que equivale a aceptar obligaciones ficticias, con daño y perjuicio de los demás.

-Los que arriesgan tal suma de dinero, que se exponen a perder lo indispensable para pagar a sus acreedores o arruinar a su familia.

-Los que conocen de antemano las cuentas de una sociedad o saben que se promulgará una ley (sobre todo si lo saben por secreto de Estado o de oficio profesional) que hará subir o bajar los valores, los compran o venden antes de ser conocida por los demás con el fin de lucrarse antes o después con aquella subida o descenso; porque en este caso falta la igualdad en ambas partes sobre la incertidumbre del negocio.

Por consiguiente, las operaciones de Bolsa rondan la frontera entre las buenas e injustas prácticas, por lo que la acción de los poderes públicos debe esforzarse en reprimir y penar los engaños y favorecer la mayor trasparencia para evitar injusticias.

Signos de cambio

En los Estados Unidos, ha aumentado en los últimos años el número de personas que a la hora de invertir sus ahorros lo hace con criterios éticos y sociales. Así, valores como la solidaridad, el Medio Ambiente o las buenas prácticas en política laboral de las empresas influyen a la hora de dirigir las inversiones a las entidades que los cumplan.

Según el profesor Manuel López Martínez, los últimos informes sobre las tendencias de “los inversores en Bolsa y, en general en todos los mercados financieros, es que no se preocupan únicamente de cuántos beneficios obtienen sus empresas y, en consecuencia, de cuántos rendimientos obtienen sus acciones. También existe una preocupación creciente por saber cómo se obtienen esos beneficios”.

Estos nuevos aires “éticos” han llegado también a diversos productos financieros, como subraya López Martínez, en lo relativo a fondos de inversión que se “comprometen a no invertir en empresas que, por ejemplo, produzcan armas, financien clínicas abortistas o tengan fábricas en países del Tercer Mundo en los que se utiliza a niños como mano de obra.”

Estos fondos gestionan actualmente más de 96.000 millones de dólares cuando en 1974 llegaban a 18.600.

Con relación a multinacionales que externalizan su producción en países del Tercer Mundo y cuyas condiciones laborales de los trabajadores estaban en régimen de semiesclavitud, han caído demandas de organizaciones diversas y, en lo que nos ocupa, se han reducido las inversiones de los ahorradores.

Así, por ejemplo, Adidas tuvo que rectificar sus prácticas tras la publicación por el Wall Street Journal de que la empresa utilizaba a prisioneros en campos de concentración de China como mano de obra para fabricar balones de fútbol. De mayor calado fue la crisis de Nike. En 1998, tras descubrirse las condiciones leoninas en las que trabajaban niños en sus plantas en Indonesia y Vietnam, las ventas de la empresa cayeron un 69%, por lo que tuvieron que fichar a un directivo que controlara estas cuestiones.

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