Que las noches de la desconfianza se transformen en días de luz y de alegría
Mediante un saludo de Navidad, la Conferencia Episcopal de Haití (CEH) ha tratado de intervenir con un mensaje de esperanza y firmeza en la hora decisiva por la que atraviesa ese país caribeño, al tiempo de resumir las conclusiones de la Asamblea Plenaria Ordinaria que los obispos haitianos de las diez diócesis que conforman la CEH acaban de sostener.
El pecado que yace bajo las estructuras
Los prelados caribeños recuerdan que Jesucristo sufrió –en su nacimiento que pronto hemos de celebrar—en un contexto sociopolítico “plagado por la ocupación y la división” donde “las facciones rivales se enfrentaban unas con otras” en medio del odio y la muerte.
Jesucristo –subrayan los obispos de la CEH en su comunicado—“más allá de las luchas de partidos y de dar respuesta a la situación económica, quiso abordar una realidad de orden estructural que subyace en la sociedad: el pecado”. Ante la presencia del mal, el primer mensaje de Jesús, “fue un llamado a todos –sin distinción– a la conversión radical”.
El texto de los obispos haitianos –publicado en francés—explica que el drama sociopolítico que viven muchos países, incluyendo a Haití, “es similar en muchos aspectos al de la tierra de Jesús; el trágico destino de nuestro pueblo está marcado por grandes sufrimientos y situaciones de conflicto que impactan la vida de todos los haitianos” por lo que la convivencia se ha vuelto muy difícil en ese país que sufrió en enero de 2010 un devastador terremoto.
Situaciones de desconfianza
Los obispos, en su comunicado, enumeran las “situaciones de desconfianza y exclusión que paralizan el presente, el futuro y amenazan con alienar las relaciones con Dios, con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con nuestro entorno”.
Entre estas situaciones, los prelados destacan las interminables luchas intestinas por el poder; la falta de respeto a los demás, a las normas y a la ley; la crítica negativa y destructiva; la decadencia moral y la desobediencia a la propia moral; la mala gestión y la corrupción administrativa; la polarización política; el aumento a la intolerancia y la brecha entre quienes tienen y los pobres.
A la manera de Jesús, dicen los obispos de Haití, ese pueblo tiene que cambiar la desconfianza en una integración fraterna y cerrar las heridas del odio que en Haití se han vuelto inenarrables.
Más adelante, los obispos reunidos en la Asamblea de la CEH, hacen un llamado a los líderes políticos, religiosos, los militantes de partidos políticos, los intelectuales, los funcionarios públicos y los empresarios privados para que escuchen el dolor de “un pueblo crucificado”.
Para que atiendan a los campesinos, obreros y empleados que tiene “en sus frágiles hombros la producción nacional”; para que comprendan a los “hijos e hijas de esta tierra” y los inviten a generar un camino para “la reconciliación reconstrucción”.
Una oportunidad a la reconciliación
“¿Cómo, en verdad, podemos reconstruir este país sin necesidad de vaciar las disputas, sin resolver los conflictos que nos dividen? ¿Cómo llegar sin un compromiso de diálogo que, por encima de las diferencias, conjugue nuestras fortalezas?”, se preguntan los obispos haitianos.
Para ellos, “la voluntad de diálogo es esencial para la Navidad”. Luego, pusieron como ejemplo a los “padres fundadores de la Patria” que hace 210 años se unieron “a pesar de sus diferencias, en un objetivo común: el nacimiento de una nación libre e independiente”
Y terminaron pidiendo que la celebración del Emmanuel “de a las familias la oportunidad de reunirse” y a los “hijos e hijas de Haití”, la posibilidad de un “encuentro fraterno que cambie las noches de nuestro miedo, desconfianza, exclusión y enfrentamiento”, en un corazón en donde las palabras amor y verdad “nos iluminen y nos inunden de alegría”.