Los movimientos sociales ante la ruptura del monopolio político e institucional
Nos encontramos ante un cambio de época, en el que el papel de los movimientos sociales comienza a ser fundamental en la articulación de una ciudadanía organizada. Cristianisme i Justicia muestra, en un estudio cómo los nuevos movimientos sociales están marcando el rumbo a seguir en este cambio de época.
“El mundo que hemos tenido bajo nuestros pies en las últimas décadas parece estar desmoronándose a marchas forzadas, al mismo tiempo que emergen nuevas formas de organización y participación desde la sociedad civil”, explica Cristianisme i Justicia, mostrando la necesidad de “dedicar un cuaderno al análisis de las características de los movimientos sociales y de las propuestas de transformación que se están planteando”.
El estudio, realizado por Òscar Mateos, responsable del área social de Cristianisme i Justícia y profesor de la Universitat Ramon Llull y Jesús Sanz, profesor de antropología social de la Universidad Complutense de Madrid, comienza situándonos en el contexto actual y sus posibles causas, para pasar después a la descripción del origen y las características de los nuevos movimientos sociales
Para estos autores, “el momento actual está marcado por el dominio de un capitalismo financiero y especulativo, la precarización del mercado laboral, los recortes en gasto social, un fuerte crecimiento de la desigualdad y una creciente desafección política e institucional” y afirman que nos encontramos ante la ruptura de dos contratos sociales: “el económico y el consenso de la transición, que han regulado nuestra vida en las últimas décadas”, así como “por un desplazamiento del poder de la política a las finanzas”.
Es en este contexto donde nacen los nuevos movimientos sociales, que tras su visibilidad en el 15M pretenden “devolver el debate a la sociedad: la necesidad de entender qué pasa, de posicionarse y de buscar alternativas”.
El monopolio político, institucional y comunicativo
Según explica el estudio, “internet y las redes sociales han sido herramientas clave en las movilizaciones pero no, como a menudo se confunde, su causa”.
La centralidad de estos movimientos, defienden los autores, “está en la ruptura, seguramente irreversible, de un doble monopolio: el de la forma de hacer política, a través de los partidos políticos y de las instituciones, y el de la forma de comunicar, a través de los medios de comunicación de masas”.
Entre las medidas concretas que defienden se encuentran: Ante la crisis de representatividad, “pasar de una democracia de baja intensidad a una democracia de alta intensidad, con más participación en la gestión de los asuntos comunes y otra manera de entender la política” y ante la deuda económica de los países: “determinar responsabilidades sobre la deuda para debatir sobre la legitimidad de esta deuda y cuáles han de ser las condiciones de su pago”.
Otras de las propuestas de este estudio son: “Un modelo fiscal más justo y progresivo, la lucha contra el fraude fiscal y la especulación financiera y la apuesta por los bienes comunes y la soberanía alimentaria”.
Los autores defienden la necesidad de “una revisión de las relaciones salariales para frenar la brecha salarial, medidas de reparto del empleo, apostar por el cooperativismo y la economía social, establecer una renta básica de ciudadanía y el reconocimiento de los trabajos no remunerados como el trabajo de cuidados,…”, como forma de orientar la economía hacia un correcto modelo productivo.