La trata de personas: la forma más extendida de esclavitud en el siglo XXI (Primera de tres partes)
“Cada ser humano es una persona libre, sea hombre, mujer, niña o niño, y está destinado a existir para alcanzar el bien de todos en igualdad y fraternidad. Toda relación que no respete la convicción fundamental de que todas las personas sin importar su sexo ni edad— son iguales y que no reconozca que gozan de la misma libertad y dignidad constituye un delito grave de lesa humanidad”.
Así comienza la Declaración sobre la Trata de Personas que El Vaticano ha emitido este mes de noviembre de 2013, y en la que se condenan los trabajos y las presentaciones de un selecto grupo de expertos invitados al Seminario sobre este flagelo que preocupa al Papa Francisco y que fue organizado por la Pontificia Academia de Ciencias (PAS) y de Ciencias Sociales (PASS), así como por la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMAC).
Necesidad impostergable de ponerle fin
La Declaración recuerda que “a pesar de los denodados esfuerzos de muchos, el tráfico de personas continúa siendo un flagelo atroz y está presente a gran escala en muchos países del mundo”. Prácticamente en todo el mundo. En su mensaje de Pascua de 2013, el Papa Francisco nombró a la trata de personas como “la forma más extendida de esclavitud en este siglo XXI”.
Como parte de las reflexiones sobre trata de personas, los expertos, encabezados por el canciller de la PAS y de la PASS, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, se enumeraron los lugares donde se oculta a las víctimas de la trata: “en domicilios particulares, en establecimientos ilegales, en fábricas y en campos, tras puertas cerradas, en el seno de las familias, en viviendas y en muchos otros sitios, y todo esto ocurre tanto en las ciudades como en las aldeas y los barrios marginales de las naciones más ricas y más pobres del mundo”.
Durante el seminario que se celebró en la Casina Pío IV, en Ciudad del Vaticano, sede de la PAS y de la PASS, los participantes sostuvieron que, muy lejos de mejorar, la situación probablemente esté agravándose. “Existe hoy día una necesidad contundente e innegable de poner fin a la trata de personas y a todas las formas de explotación, en particular la prostitución, el trabajo forzado, la extracción ilegal de órganos humanos y la utilización de menores para la venta de drogas y la producción de material pornográfico, sobre todo en Internet”.
Crimen de lesa humanidad
Una de las principales recomendaciones del Seminario, preparatorio para la reunión que tendrá lugar en 2014 y la plenaria sobre el tema, que será en 2015, es que “la trata de personas en todas sus formas, y en particular el tráfico para fines de explotación sexual y prostitución, debe ser declarada un crimen de lesa humanidad”.
Especialmente se puso énfasis en que los traficantes de seres humanos “deben ser llevados a juicio en el marco de leyes nacionales e internacionales claras, con el decomiso de aquellas ganancias que sean producto de su actividad ilegal, y las víctimas deben ser indemnizadas por todos los daños sufridos”.
En una postura de avanzada de la Iglesia católica, con la colaboración de agencias internacionales y altas comisionadas de la ONU y de la Unión Europea, así como de organizaciones de la sociedad civil y religiosas de otras confesiones diferentes a la confesión católica, se especificó que “todas las partes interesadas, cualquiera sea su ámbito, tienen el deber moral y legal de erradicar esta gravísima violación de los derechos humanos y de bregar por garantizar que todas las personas convivan en un marco de libertad, igualdad, armonía y paz, en sintonía con los valores inherentes a nuestra condición humana”.
La Iglesia católica sabe que no está sola en este cometido, que tiene el respaldo de los académicos y de líderes morales y religiosos de todo el mundo. Por ello, y sirviéndose de la influencia de un movimiento que a nivel mundial demanda el fin de la moderna esclavitud en la que consiste la trata de personas, así como de la moderna tecnología basada en redes sociales, el comunicado final del seminario subraya que “debemos dejar expuestos estos delitos ocultos recurriendo al uso de la tecnología actual y a la colaboración de instituciones nacionales e internacionales justas y nobles.
La exposición de motivos del documento termina diciendo que los hombres y mujeres de esta tiempo “tenemos el imperativo moral de lograr que nuestra generación sea la última que deba combatir el comercio de vidas humanas”.