Sus palabras son claras, directas y sugestivas
La palabra del Papa Francisco acaricia y desgarra a la vez. Es la palabra de un padre, pero casi más la de una madre: acaricia cuando agrupa a sus hijos, desgarra cuando los protege de los peligros que les circundan.
Hace de madre –perfil mariano- de la Iglesia y de la humanidad cuando en lugar de escribir una carta pastoral sobre el drama de la emigración forzosa en Europa, como si estuviera dando un puñetazo en la mesa, dice “¡Esto es una vergüenza!”. Y el mundo lo recibe como si lo dice un padre, pero casi más como si fuera una madre: sus ojos humeantes lo delatan. Pero además, su palabra gana aún más enteros desde el punto de vista mediático por tres razones más:
1º/ Es una palabra directa, espontánea, libre de papeles. Le bastan 15 minutos para hablar a 200 mil personas reunidas en el Día de las Familias del Año de la Fe. Sin papeles, y apoyando su mano derecha en la cabeza de un niño. La Familiaris Consortio ya esta escrita. Ahora basta que el Papa diga a las familias que todos sabemos que a veces en casa los platos vuelan, y que se quedasen con tres palabras grabadas en el corazón: respeto, perdón y gracias. Como las homilías espontáneas del Papa en Santa Marta. ¿Por qué un párroco de un pueblo puede hacerlas así y no un obispo, y no un Papa?
2ª/ Es una palabra clara y concisa, azoriniana. Como dice el comunicólogo Ángel Lafuente construida frase a frase -sujeto, verbo, y complemento-, sin oraciones de relativo, sin titubeos, sin engolamientos, sin poses; así, como si estuviera en casa, porque él sabe que siempre esta en casa. Y frase a frase construye una disertación breve. Y lo hace con un lenguaje llano, el que todo el mundo entiende. También el intelectual, también el académico, aunque alguno de estos se dé por aludido cuando el Papa habla de los “intelectuales sin talento” y de los “profesores de ética sin bondad”.
3º/ Es una palabra sugestiva. Como se dice en el argot periodístico, da titulares. Juan Pablo II daba titulares para los diarios de gran tirada; Benedicto XVI para revistas más selectivas y sesudas; Francisco da titulares para todo. Sus titulares los publican hasta en la revista “Diez Minutos”. En el índice del libro de las homilías del Papa en Santa Marta todos son titulares: “La fe no se vende”, “Dios no tiene la varita mágica”, “El Espíritu no es domesticable”, “La Iglesia no es una baby-sitter”, “La eternidad no será aburrida”, “El progresismo adolescente”, o “También la lengua puede matar”.