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Censura y mujer: las causas de la polémica

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Inma Álvarez - publicado el 17/11/13

O por qué "Cásate y sé sumisa" ha molestado tanto en España

El best seller de la periodista italiana Costanza Miriano, Cásate y sé sumisa, ha encontrado un inesperado rechazo radical en España, hasta el punto incluso de que partidos de izquierda han elevado una petición a la Fiscalía para censurar el libro y prohibir su venta. Incluso el obispo de Bilbao, monseñor Iceta, hizo declaraciones afirmando que el título es “escandaloso” e “induce al error” y que ésta “no puede ser la posición de la Iglesia sobre el matrimonio”. Interesante toma de postura sobre un libro que, al parecer, casi nadie ha leído aún. ¿Cuál es, entonces, el motivo de esta repentina ferocidad? ¿Son los españoles menos inteligentes que los italianos (o más, depende del punto de vista) como alguien podría cínicamente pensar?

La cuestión es que el título del libro constituye una auténtica provocación, una blasfemia viviente. La ideología de género se ha hecho extremadamente fuerte y dura en España, como se refleja en las leyes aprobadas por el anterior gobierno de Zapatero (y no derogadas por el actual), y que yo misma, comentarista en algunos medios italianos, he intentado explicar durante años. Pero, como sucedió con el comunismo en la Europa del XIX, las grandes imposturas se basan en trasfondos reales, que en aquella época era la explotación de la clase obrera. ¡Un Zapatero no sale de la nada! ¿Por qué? ¿De dónde toma fuerza esta bizarra ideología de género, tan extraña a la cultura católica que aparentemente impregnaba España? Debemos volver a la época del franquismo para encontrar una explicación.

El régimen franquista no fue solamente una dictadura militar o política, sino que sobre todo fue un clima moral. Probablemente porque la España de los años 40 era un país desgarrado por el dolor y la humillación, por las heridas y la penuria económica, la propaganda de la época machacaba continuamente sobre los valores del heroísmo, del amor a la patria, de la virilidad y del mejor servicio al país por parte de mujeres fuertes y abnegadas capaces de sacrificarse por el bien de la humanidad, encerradas en casa y criando a los hijos. Nada excepcional en un país que recién salía de una terrible guerra civil y que se encontraba aislado en un mundo que ardía a su alrededor.

Por desgracia, el régimen no tenía en sí la capacidad de evolucionar, sino solamente de repetirse a sí mismo, con las fronteras cerradas y rechazando toda influencia del exterior, dominadas la universidad, los medios de comunicación y los centros del pensamiento, y por tanto, el mismo discurso se mantuvo en las décadas siguientes, en los 50 y 60, cuando una nueva generación llamaba a las puertas. El paternalismo, el patriarcado, los valores masculinos eran algo moral y espiritualmente superior, una idea imbuida también de justificaciones religiosas. Los hijos varones estaban en un plano superior, los tabúes respecto al sexo eran durísimos, hasta las prohibiciones absurdas. La censura era severísima, a veces irracional – ¡pensemos que incluso la sufrió el Señor de los Anillos de Tolkien!  La mujer debía ser protegida contra sí misma. En este clima asfixiante, al llegar los 70, el marxismo entró como un elefante en una cacharrería.

Por curiosidad, en estos años, me ha interesado la biografía de algunas mujeres que apoyan esta ideología de género, en la universidad, en la política… y he encontrado un sentimiento de rencor profundo, doloroso. Muchas son víctimas de esta época e intentan “matar al padre” dentro de sí, odiando a la Iglesia como parte de este sistema opresor que ahogó su juventud. Pero también, como hijas de esta época, tienen rigideces mentales y morales, aunque invertidas respecto a las anteriores. Igual que en el franquismo el machismo era incontestable, ¡ahora lo es el feminismo! El mismo chip… Y por desgracia, hay que decirlo, la Iglesia española no supo ver durante décadas el “signo de los tiempos”, que decía Juan Pablo II, de la mujer: no supo proponer a tiempo una nueva visión sobre la familia, la mujer, la sexualidad, como pedía el Concilio.

A esto hoy se añade la actual situación política y social, con un PSOE en la agonía que intenta reencontrar el alma perdida, perdido su discurso social y económico, y del que sólo queda el anticlericalismo. Pensemos que pocos días antes de la publicación del libro, Rubalcaba había presentado la ponencia política, en la que el mensaje central era: si volvemos a gobernar, acabaremos con los privilegios de la Iglesia, derogando los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979. En este clima de euforia anticlerical, una casa editorial del arzobispado de Granada publica, a su entender, una apología de la sumisión de la mujer… Yo creo que, aunque no se declaren creyentes, algunos socialistas sí que creen que el maná llueve del cielo…

Artículo publicado originalmente en italiano en La Nuova Bussola Quotidiana

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