«Queremos que esta forma de ver la vida sea un signo»
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La fundación El Arca ha desembarcado en Madrid, donde prevé fundar dos o tres hogares. La iniciativa, fundada por Jean Vanier en 1964 para dar un auténtico hogar y una vida digna a los discapacitados psíquicos, cuenta con 145 comunidades repartidas por 36 países de todo el mundo
Fernanda era una niña con hidrocefalia, hija de una prostituta y un alcohólico, que vivía en una favela en Brasil. Debido a su enfermedad, era ciega, sorda y paralítica. Fue acogida por una comunidad de El Arca, y allí le reconocieron la dignidad que nadie antes le había reconocido. Cada vez que alguien se le acercaba y tomaba tiempo de sentarse junto a ella, su rostro se le iluminaba. Aunque falleció con 10 años, Fernanda tuvo una vida alegre y contagió a muchos su alegría. Ella es una de los 2.700 discapacitados psíquicos que han pasado por la comunidad de El Arca.
Horror en los psiquiátricos
Todo empezó en 1964, cuando Jean Vanier, filósofo y teólogo canadiense, recorrió varios psiquiátricos de discapacitados intelectuales. Horrorizado por las condiciones en las que vivían, sintió la llamada de acoger a estas personas y darles un hogar en el que fueran tratadas con dignidad como iguales. En seguida, acogió a dos discapacitados en su casa, y comenzó a vivir con ellos. Poco a poco, esta iniciativa fue creciendo, y hoy está presente en 36 países y reúne a unas 4.000 personas -discapacitadas y no discapacitadas- que comparten su vida en hogares, talleres o centros de atención diurna. En España, El Arca está presente en Cataluña, donde, desde 1977, cuenta con dos comunidades, El Rusc (Tordera) y Els Avets (Moià).
Desde finales de septiembre, la gran familia de El Arca está también presente en Madrid, donde se ha constituido una fundación. «Queremos que esta forma de ver la vida sea un signo aquí», explica María Satrústegui, Vicepresidenta del Patronato y miembro del grupo fundador de la institución en Madrid, que prevé crear entre dos y tres hogares con capacidad hasta 21 personas acogidas y 18 asistentes. Un primer reto es encontrar una casa con un alquiler reducido donde instalarse. «Aunque ya hemos recibido varias peticiones de vivir con nosotros, no podemos dar expectativas a nadie sin antes saber de cuánto espacio disponemos».
Ayuda… para todos
El siguiente paso será ofrecer un hogar a personas discapacitadas que lo necesiten, y encontrar asistentes dispuestos a convivir con ellos. Además de la formación profesional oportuna, estos asistentes asumirán muchas implicaciones para poder vivir según la filosofía de la casa. Según afirma Satrústegui, la convivencia entre discapacitados y asistentes es un regalo para ambos, ya que todos aportan lo que tienen. «A mí me aportan una manera distinta de ver la vida, mucho más sencilla, lejos de nuestros retorcimientos», explica la Vicepresidenta. «Nosotros les aportamos a ellos cariño, orden y estabilidad. Nos hacemos felices unos a otros, a pesar de las dificultades». Y es que la filosofía de esta institución es clara: crear auténticos hogares, no para discapacitados, a modo de hospital, sino con ellos.
En la presentación de El Arca en Madrid, Nadine Tokar, miembro de la Comunidad de La Ferme (Francia) y fundadora de El Arca de Honduras, recordó varios casos concretos en los que El Arca había ayudado espiritual e incluso físicamente a muchas personas con deficiencia intelectual. «Y eso a través de una vida muy sencilla porque en El Arca lo que vivimos es muy pequeño, lo cotidiano de una familia, nada extraordinario», explicó. «Se trata de levantarse, de ayudar al que no puede a bañarse, de cocinar, de comer juntos», concluyó.
Más información: información@fundacionelarcademadrid.es
Paula Rivas