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La subordinación de las mujeres no es un precepto religioso

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Kamran Jebreili

Chiara Santomiero - publicado el 01/10/13

Reflexiones sobre la religión y la mujer en el Encuentro internacional de San Egidio

La violencia contra las mujeres, que hoy conoce una especie de virulencia nueva en todas las latitudes, se debe también a la mala comprensión de las religiones, que probablemente no han hecho lo suficiente para corregir las malas interpretaciones de los textos sagrados, que sugieren un papel subalterno de las mujeres.

Se habló de ello en la mesa "La violencia sobre las mujeres: la respuesta de las religiones" del encuentro internacional “El valor de la esperanza” organizado en Roma por la Comunidad de San Egidio. Tomemos como ejemplo la cuestión de la costilla de Adán, de la cual, según el relato bíblico, fue sacada la mujer. “Dios no estableció la desigualdad de las mujeres”, afirmó Tamara Chikunova, fundadora de "Madres contra la pena de muerte y la tortura" en Uzbekistán. Al contrario, la imagen misma de una mujer tomada del flanco del hombre significa que Dios la pensó "al lado del hombre, igual a él".

Más aún, añadió el rabino David Rosen, del American Jewish Congress, que expresó el "mea culpa" de su tradición religiosa por “las equivocaciones que no han reconocido a la mujer la plenitud de la imagen de Dios": en el comentario rabínico, Adán es nombre tanto masculino como femenino, por tanto no se trata de costilla, sino de hombre y mujer juntos los que constituyen la imagen de Dios. En consecuencia, todo acto de falta de respeto a un ser humano, sea hombre o mujer, es falta de respeto a Dios.

No hay duda de que las mujeres son demasiado a menudo objeto de falta de respeto. Es una violencia antigua, pero que ha encontrado nuevas expresiones, subrayó Katherine Marshall, de la Universidad de Georgetown, coordinadora del panel. Un tercio de las mujeres del mundo es objeto de violencia en el ámbito doméstico, pero el 50% de ellas no encuentra el valor para hablar de ello con alguien. Asistir a las violencias perpetradas contra las madres empuja a los chicos a imitar estos comportamientos y acostumbra a las chicas a ser pegadas, con consecuencias devastadoras que se perpetúan en cada generación.

La violencia sexual y la violación se usan como arma de guerra, como ha sido dramáticamente evidente en el conflicto en Bosnia. El aumento de los matrimonios de niñas de 10 años constituye “el rostro común de la pobreza", que concluye a menudo con el suicidio de las esposas prematuras. Cada vez más a menudo las mujeres son traficadas y vendidas para llegar a las aceras de las ciudades europeas. La política del hijo único en China somete a las mujeres a abortos forzados cuando se sabe que el nascituro es niña, o bien las pequeñas son suprimidas al nacer.

En Uzbekistán, denunció Tamara Chikunova, las autoridades, para reducir la tasa de crecimiento de la población, han introducido con un decreto la esterilización forzada de las mujeres, definiéndola como “la forma más eficaz de contracepción”. Así, miles de mujeres uzbekas en edad fértil han sido esterilizadas a menudo sin saberlo: “La operación – explicó Chikunova – se ha llevado a cabo normalmente con la ligadura de trompas después de una cesárea, pero en algunos casos ha sido retirado incluso el útero”.

Las religiones, a menudo, no son “amigas de las mujeres" o, mejor, subrayó Siti Musdah Mulia, presidenta de la Conferencia indonesia de las religiones por la paz, "hay una gran brecha entre la religión y los comportamientos religiosos que discriminan a las mujeres". En la tradición islámica hay aspectos muy patriarcales y una gran desigualdad entre hombre y mujer, por lo que la sociedad reserva a las mujeres – consideradas como una amenaza para la pureza del hombre – un rol de sumisión.

La violencia, según la experta del Instituto de ciencias indonesio – es un "mecanismo ligado a la subordinación de la mujer" y a una interpretación errónea de la “idea de masculinidad". Los hombres no nacen violentos, pero lo llegan a ser por la influencia de la sociedad, y a lo que se considera connatural al “ser hombre". "El Islam – afirmó Siti Musdah Mulia – es incompatible con todo lo que tenga que ver con la violencia"; por esto la religión debe reinterpretarse "a la luz de los derechos del hombre" y la sociedad debe reconstruirse incluyendo en la cultura los "conceptos de paz e inclusividad".

En India hay una gran represión y humillación de las mujeres, explicó Didi Talwakar, líder del Movimiento Swadhyaya (organismo comprometido en la salvaguardia de la dignidad del hombre y la promoción de la dimensión religiosa en la vida personal y en la sociedad), difundida sobre todo en las zonas rurales de India. Y sin embargo, en los textos hay muchas referencias que afirman una gran dignidad de la mujer, hasta el punto de decir que “los dioses moran allí donde se venera a las mujeres".

"Esto sucedía en la antigua India – subrayó Didi – pero hoy ya no", en un país en el que, como en el resto del mundo, el mensaje de igualdad humana de las religiones ha sido “oscurecido por la pretensión de la superioridad del hombre" y por una “orientación sexista" de las propias religiones. Éstas deben encontrar de nuevo la naturaleza de pensamiento puro orientado hacia Dios" y no sólo predicar la paz, sino “poner fin a la violencia contra las mujeres", las cuales a menudo no se dan cuenta siquiera de ser víctimas de una discriminación, e intentan conformarse a la cultura dominante, o bien al contrario, se masculinizan. Es necesario explicarles que la sumisión a los hombres "no forma parte de sus deberes religiosos".

¿Pero qué pueden hacer las propias mujeres para intentar cambiar esta situación? A la pregunta de Aleteia, Didi (que significa "hermana mayor") respondió que “la mujer constituye el centro para muchas personas: está unida a sus padres y a la familia del marido además de al marido y a los hijos". La mujer, según Didi "debe ser consciente de ser el centro de este entrecruzamiento de relaciones. Si ella tiene un concepto claro y de su dignidad, podrá cambiar su contexto y por tanto el mundo. Lo esperamos. Hace falta tiempo para cambiar el corazón, pero la mujer es el poderoso corazón del mundo".

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