Los católicos tienen el deber (y la posibilidad) de informarse bien sobre lo que el Papa realmente dicePor Sebastián Correa
Existe un antiguo proverbio italiano que dice «traduttore, traditore», que podríamos traducir literalmente al español como "traductor, traidor", aunque su sentido más propio se expresaría con la idea de que la "traducción traiciona" o la "traducción puede ser traicionera".
Este proverbio ha cobrado gran autoridad en estos últimos días debido a las diferentes "traducciones" que se han hecho a partir de las palabras del Santo Padre aparecidas en las últimas semanas: Curiosos clarividentes y magos del lenguaje escondido dicen ver en las palabras del Papa Francisco -en sus distintas entrevistas— información que ha suscitado titulares tales como: "El Papa creará una mujer Cardenal" o "El Papa se abre al matrimonio homosexual y al sacerdocio femenino". Muchos titulares como estos han recorrido el globo llegando a los ojos de millones de personas a la velocidad de un twitter o de un "compartir" en Facebook.
Es increíble la aparente autoridad con que aquellos clarividentes afirman, como tema ya resuelto, lo que el Papa habría querido decir en dichas entrevistas. Si el Papa pregunta a los periodistas: "¿quién soy yo para juzgar a una persona homosexual?", estos magos del pensamiento deducen que el Papa apoyará el matrimonio homosexual. Si el Papa dice: "Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia", ellos concluyen que el Santo Padre apoyará el sacerdocio femenino. En fin, los ejemplos son interminables.
Algunos católicos, angustiados por las constantes y malintencionadas "traducciones" de lo que dice el Papa, han comenzado una búsqueda asidua de palabras o actos del Pontífice que puedan desmentir aquellas tendenciosas noticiuchas. Así es como ha circulado en los últimos días la noticia de la triste y lamentable excomunión -por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y por tanto, con la aprobación del Papa Francisco- de un sacerdote australiano, quien defendía las uniones homosexuales y el sacerdocio femenino, y que desobedeció a la prohibición de seguir ejerciendo su ministerio. Pero, ¿será este el medio adecuado para responder a los «traduttore, traditore»?
Hoy todos los católicos tenemos acceso a las palabras del Papa. No podemos afirmar que nos enteramos de cosas que el Papa dijo por la prensa secular y a la vez, afirmar que nos es imposible llegar a las palabras oficiales dichas por el Papa.
Los medios de comunicación vaticanos (el Centro Televisivo Vaticano, Radio Vaticana, la oficina de prensa de la Santa Sede, los Servicios Informativos del Vaticano, L'Osservatore Romano, etc.) están realizando un gran esfuerzo por llevar, en "tiempo real", las palabras del Obispo de Roma a todos los rincones del mundo. Igual esfuerzo realizan los medios de prensa católicos que reproducen las palabras íntegras del Santo Padre.
Los católicos, pues, no podemos darnos el lujo de no estar bien informados. Si alguien me comenta "supiste que el Papa va a…", o "viste en la televisión que dijeron que el Papa iba a…", no puedo conformarme con esa información. Nada me distinguiría de ser un chismoso de pasillo, o un sensacionalista que busca más el espectáculo que el bien y la verdad objetiva. Hoy "yo sí puedo" acceder a las palabras del Papa. Nada me lo impide. La Iglesia necesita que difundamos la verdad. Y si yo puedo y la Iglesia lo necesita, entonces debo hacerlo.
No estar informados es un privilegio que los católicos no podemos concedernos, particularmente ahora que la información es de muy fácil acceso: debo informarme bien y debo difundir la verdad. Al mal se responde con el bien. No seamos "intérpretes" del Santo Padre, pues el «traduttore, traditore» también puede aplicarse a nosotros; más bien seamos testigos y difusores de las palabras de un hombre que busca, por todos los medios, anunciar a Aquel que es la Verdad.