Mensaje de Francisco para el 50 aniversario de la diócesis argentina de Concepción
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
“En estos días –escribe el Papa– la diócesis de la Santísima Concepción (Argentina) celebrará su 50 aniversario. Quiero, en esta ocasión, estar muy cercano a ustedes.
No puedo olvidar los días pasados allí durante los Ejercicios del Clero. Recuerdo los rostros de los Curas y rezo por ellos".
"Ahora extiendo más mi mirada y ensancho el corazón hacia cada uno de los fieles y me uno a la celebración y a la alegría de todos ustedes. En estos cincuenta años han hecho camino y un camino de discípulos de Jesús y anunciadores del Evangelio: discípulos y misioneros, para que todos los diocesanos tengan vida en abundancia", continúa el mensaje.
“Caminar, dejarse discipular y anunciar”. Tres palabras, escribe el Papa. Y explica: "Caminar": Ustedes saben que le tengo miedo a los cristianos quietos. Terminan como el agua estancada. "Dejarse discipular": también me dan miedo lo que se creen que "se las saben todas", los suficientes. Sin darse cuenta van cerrando su corazón al Señor; terminan centrados en sí mismos. Son los cristianos a quienes podríamos llamar "cristianos yo conmigo para mí".
Cuando uno se encuentra con Jesús vive el estupor maravilloso de ese encuentro y siente la necesidad de buscarlo a Él en la oración, en la lectura de los Evangelios. Siente – escribe el Papa – la necesidad de adorarlo, de conocerlo… y siente la necesidad de anunciarlo. Y esta es la tercera palabra: "anunciar", es decir ser misioneros, llevar el nombre, la enseñanza, los gestos de Jesús a los hermanos. El cristiano camina, se hace discípulo y anuncia. No está quieto, sale de sí mismo: sale de sí mismo para anunciar la Buena Nueva de Jesús a los hermanos".
“Queridos hermanos de la diócesis de Concepción – concluye el Pontífice – que el gran festejo de los 50 años sea duradero en la vida de ustedes. Que, como nuestra Madre, salgan de sí mismos tanto para adorar como para anunciar. Sean inquietos porque el amor que Jesús nos da vale la pena. Les deseo un feliz cincuentenario y, por favor, les pido que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Afectuosamente, Francisco”.