El Papa ha querido mover a los chicos a la misión

Dentro de su participación en el programa televisivo “Claves para un mundo mejor”, monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en Argentina, ha hecho un recuento –en tres puntos principales– desde el país natal del Papa Francisco, sobre el desarrollo y las repercusiones de de la recientemente celebrada XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.

El primero punto al que se ha referido en su participación monseñor Aguer estriba en que la JMJ ha sido una gran celebración de la fe, una fiesta de la fe

“Cuando se reúnen muchos jóvenes –dijo el arzobispo de La Plata– el ambiente es necesariamente festivo, pero aquí la motivación aún en las celebraciones litúrgicas, el fervor de la oración, los momentos de silencio, las expresiones todas constituían una manifestación de la alegría de la fe”.

El purpurado argentino estimó “que eso, en los corazones de los jóvenes significa una marca muy profunda”.

En este mismo punto se refirió a que los pastores de la Iglesia latinoamericana guardan grandes esperanzas en los jóvenes que asistieron a Río o que siguieron la Jornada y el viaje del Papa Francisco a través de los medios de comunicación.

“El impulso que el Papa ha dado a los muchachos y chicas que han participado se va a multiplicar en aquellos que no pudieron ir, pero que ahora recibirán su testimonio”, confió monseñor Aguer.

La misión es el testimonio

En cuanto al segundo punto de su reflexión televisiva, monseñor Aguer se refirió a lo que consideró como el mensaje central del Papa Francisco. “¿Qué es lo que ha querido el Papa? Ha querido mover a los chicos y chicas a una participación más intensa, a un compromiso de vida y a un compromiso, sobre todo, misionero”.

En concordancia con la Misión Continental surgida como compromiso de Aparecida, el arzobispo de La Plata subrayó que “cuando hablamos de misión pensamos en algo muy organizado, pero tenemos que acostumbrarnos a algo que se viene viviendo en la Iglesia desde los orígenes: la misión fundamental es el testimonio de vida de los cristianos. Se trata, por tanto, de una misión ininterrumpida”.

Más adelante pidió a los televidentes de “Claves para un mundo mejor” que imaginaran el efecto de millones de jóvenes contagiando a los demás de la alegría de la fe y testimoniándola con su vida, pensamiento, lenguaje y amor, dentro de la Iglesia y en los ámbitos de la sociedad.

¡¡Esto para la Iglesia es una gran esperanza pastoral!”, dijo con emoción monseñor Aguer.

Una imagen concreta de la Iglesia

Finalmente en el tercer punto que remarcó el arzobispo platense fue que la Jornada fue “una muestra clara e indiscutible de la comunidad de la Iglesia, de la comunión de la Iglesia”.

“Eso se veía –dijo– en el amor con que recibían a los obispos, a los sacerdotes, a las religiosas en las calles de Río de Janeiro; el conjunto de esa participación eclesial tan variada, presidida nada menos que por el Papa, es una imagen concreta de la Iglesia, y podemos decir entonces, tanto para los pesimistas como para los contradictores, que se ve que la Iglesia tiene futuro, que el Cristianismo tiene futuro”.

Y recalcó que “así como se trasmiten de generación en generación tantas cosas, algunas buenas y otras no tanto, se trasmite y se puede trasmitir también la fe y el amor cristiano”.

Remitir a los jóvenes hacia Jesús

Para monseñor Aguer estos encuentro si bien son esporádicos “implican una especie de inyección de vitalidad, de entusiasmo, un aire nuevo en pulmones que tienen que respirar plenamente para proclamar lo que el Papa ha querido proclamar delante de los que fueron a Río: que Jesucristo es el Señor, que nos ama, que nos ha salvado y que Él es el camino no sólo para nosotros sino para toda la humanidad”.

Finalmente el punto aglutinante de esta gran comunión eclesial que se manifestó de un modo visible en Río de Janeiro ha sido, obviamente, el Papa Francisco, reconoció monseñor Aguer.

“Pero él no atrajo la atención sobre sí, para que descansara definitivamente sobre sí. Si algo ha dicho y hecho el Papa Francisco ha sido remitir a esos jóvenes a Jesús; esto vale también para nosotros”, concluyó monseñor Aguer.