Santiago de Compostela vive horas de consternación tras el descarrilamiento, a tres kilómetros de la ciudad, del tren Alvia que cubría la ruta entre Madrid y Ferrol, que ha provocado 77 muertos y unos 120 heridos sobre las 20,45h de este miércoles 24 de julio, víspera de la fiesta del patrón de España.
El exceso de velocidad en un tramo de curvas bastante pronunciadas habría causado el accidente, según las primeras investigaciones.
Peregrinos y autóctonos han acudido a ayudar a las víctimas. Enfermeras, médicos y capellanes han llegado al Hospital Clínico de Santiago; numerosas personas han respondido a la necesidad de donantes de sangre.
La alegría de la fiesta ha dado paso a la tristeza y la oración, como ha quedado plasmado en la plaza del Obradoiro, donde la multitud congregada para ver los fuegos y el espectáculo de luz y sonido ha desaparecido dejando el emblemático espacio ante la catedral en el silencio.
La tradicional misa de la fiesta de Santiago precedida de una larga procesión y la ofrenda nacional al apóstol, que iba a realizar este año el presidente de la Xunta de Galicia, quedará únicamente en una eucaristía menos solemne en la que las víctimas estarán muy presentes.
El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, que se recupera de un problema de salud, está “totalmente consternado” y reza por los afectados, explicó a Aleteia su secretario personal.
Una oración por las víctimas circuló por las redes sociales, en las que también se ha difundido la petición de donar sangre y numerosos comentarios e imágenes del suceso.
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