Entrevista a Samuel Pruvot, autor de “Francois Hollande, Dios y la República”Tras un año de la elección del presidente francés, la biografía “Francois Hollande, Dios y la República" escrita por Samuel Pruvot proporciona claves valiosas para comprender, desde su interior, a un hombre de pensamiento político esquivo. Aleteia entrevistó al autor.
¿De qué manera la biografía ilustra el pensamiento político de Francois Hollande?
La encuesta, realizada en el primer círculo de François Hollande, da claves sobre su proyecto socialdemócrata. Tal como confesó su amigo Jean-Pierre Jouyet a quien pude preguntar, "la socialdemocracia es un bloque". Esto significa que el objetivo de Francois Hollande no se limita al reformismo de izquierda en el campo económico. La revolución, abandonada en el campo social, se juega ahora en el campo de los valores sociales.
Y definitivamente tira por la borda la utopía marxista. Hollande podría unirse con el cristianismo social al que estuvo cerca por medio de Jacques Delors. Pero de eso no queda nada, ya que él está convencido de que "progreso" se manifiesta en el campo de la moral, y toca incluso los cimientos del matrimonio.
¿Pero en nombre de qué el Presidente toma el riesgo de tocar la sociedad francesa?
Francois Hollande es verdaderamente un hombre de su generación. En mi libro, el cardenal Poupard lo compara como un tipo "no creyente". Esta hipótesis fue confirmada por Julien Dray que explica cuánto este hombre quiere ser "superior" a sus orígenes cristianos. No existen ningún conflicto abierto, ninguna revancha oficial, sino la convicción de que el cristianismo es un tema del pasado que se tiene que superar.
François Hollande debería entender desde dentro a los oponentes del matrimonio para todos. Pero él ha ignorado deliberadamente sus reivindicaciones. Es un posmoderno que teme por encima de todo la existencia de las verdades definitivas.
¿La religión es una clave para entender el hollandismo?
La ausencia de la religión revela algo de este hombre. Francois Hollande desde su infancia se ha acostumbrado a tergiversar las influencias contradictorias, empezando por aquellas de su madre – Católica de izquierda – y su padre, simpatizante del OAS. En su adolescencia, Francois Hollande se convirtió de alguna manera en un agnóstico perfecto. Aquello no es un detalle, ya que esta indecisión – o indiferencia aparente – cara a cara con Dios se convirtió en un método político. Para el presidente Hollande es necesario dejar siempre una puerta abierta. Y tener mañana la oportunidad de corregir la opción tomada hoy.
El señor Hollande utiliza las circunstancias para alcanzar sus fines. "Sólo hay dos tipos de planes de campaña, dijo Napoleón, la buena y la mala. Las buenas casi siempre fallan debido a circunstancias imprevistas que a menudo logran el éxito de la mala”. Entonces, lo que fue malo ayer puede ser bueno hoy. Es este el único credo del jefe de Estado