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El vergonzoso silencio sobre el caso Gosnell

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Las cifras del horror: cientos de bebés asesinados por Kermit Gosnell

Aleteia Team - publicado el 02/05/13

¿Hay algún niño por ahí que conozca el cuento del rey desnudo?

La semana pasada escuchamos el informe de uno de los casos de asesinato más terribles de la historia americana, que tuvo lugar en Filadelfia. El Dr. Kermit Gosnell estaba siendo juzgado por el asesinato de bebés recién nacidos en su repugnante fábrica de abortos. Los principales medios de comunicación decretaron un apagón ante la historia de cómo Gosnell cortaba rutinariamente la médula espinal de los recién nacidos, casi decapitando a los bebés. Los trabajadores sanitarios informaron sobre cómo él bromeaba sobre el tamaño de los bebés que asesinaba. Los inspectores encontraron una macabra colección de bebés muertos y partes del cuerpo en tarros. Un portero dijo que él tenía que levantar las instalaciones de los baños para desatascar los cadáveres de bebés que habían sido tirados por el desagüe.

Y hay más: Gosnell ha sido acusado también de ser traficante de drogas, firmando recetas de drogas para cualquiera que entrara por la puerta con el dinero suficiente. Se ha explicado que era descaradamente racista, que trataba a las chicas asiáticas y afroamericanas con cruel indiferencia, mientras que dispensaba un trato especial a las mujeres blancas ricas. La lista de horrores (abuso de mujeres, racismo, mala práctica médica, asesinato, codicia, sexismo, abuso de niños) – uno sólo de estos horrores – normalmente produciría titulares de escándalo, pero dado que el acusado era un abortista, la prensa americana y el presidente americano permanecieron en silencio.

Al mismo tiempo, con escasa consideración hacia los sentimientos por las pobres mujeres afroamericanas cuyas vidas han sido arruinadas y cuyos cuerpos han sido destrozados por Gosnell, el presidente afroamericano aparece en una recogida de fondos de la Planned Parenthood clamando estar de parte de la mujer. Para añadir el insulto a la injuria, elogia a la Planned Parenthood e invoca las bendiciones de Dios sobre su sangrienta y codiciosa organización.

Y entonces, justo cuando el juicio a Kermit Gosnell estaba llegando a argumentos concluyentes, los periódicos dispararon un titular de grandísima importancia: un jugador de baloncesto profesional afroamericano llamado Jason Collins había declarado ser homosexual – un acontecimiento estremecedor que hizo a los periodistas escribir columnas de opinión sobre el tema. De hecho, la historia se consideró tan importante que el anterior presidente Bill Clinton sintó la necesidad de hacer un comentario, mientras que el presidente Obama llamó por teléfono al atleta para expresarle su apoyo y admirar su valor.

Ningún presidente comentó el juicio de Filadelfia. Ningún presidente telefoneó a las mujeres afroamericanas que tenían las cicatrices en sus cuerpos y sus bebés asesinados por Gosnell. Ningún presidente, que clama en apoyo de la comunidad negra marginada, llamó a las víctimas de la prostitución y adicción a las drogas de las que Gosnell se beneficiaba. Admiraron el valor de Jason Collins, pero ellos mismos no han tenido el valor de permanecer firmes y denunciar las inhumanas y repugnantes prácticas de la fábrica de aborto y droga de Gosnell en Filadelfia.

La razón por la que necesitamos que un niño grite sobre la desnudez del emperador se debe a que los cortesanos parecen ciegos ante lo obvio. Aquí hay un presidente afro-americano que ha hecho campaña sobre la cuestión de la igualdad de derechos para los afroamericanos y las mujeres. Un presidente que ha hecho campaña contra la violencia y la matanza indiscriminada de niños. Un presidente que dice que está en contra de la codicia y la opresión, pero que permanece en silencio frente a la tremenda opresión, abuso, violencia y racismo en contra de los pobres habitantes de la ciudad, la mayoría de los cuales son mujeres y niños negros. Cuando nuestro país se enfrenta a la realidad del infanticidio racista de corazón frío practicado por dinero, el presidente piensa que la preferencia sexual en un atleta rico y célebre es más importante.


El hecho de que esto ocurra es en sí mismo una barbaridad increíble. Es como una de esas comedias negras donde los horrores se hacen más increíbles y grotescos en cada acto. El hecho de que nadie en los medios de comunicación parezca ser consciente del problema es aún más preocupante. Si el horror de Gosnell se puede ignorar y barrer debajo de la alfombra, ¿qué otros horrores se estarán ignorando? ¿Qué va a pasar en el futuro, cuando otras barbaridades tengan lugar en Estados Unidos? Si ignoran el caso Gosnell, con toda seguridad, ignorarán cualquier otra cuestión de derechos humanos que no encaje con su agenda.

Esta semana no sólo ha revelado a América el frío corazón, avaricioso, asesino de Gosnell, sino que también nos ha demostrado que las personas que han ignorado la fábrica de aborto de Gosnell en Filadelfia son apenas mejores que él, ya que ignorar el mal es una forma de aprobarlo.

El silencio sobre el centro de aborto de Gosnell es como ver las chimeneas de las Auschwitz y seguir diciéndonos a nosotros mismos que se trata sólo de una fábrica ordinaria.

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