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Papa Francisco, partidario de la tolerancia cero con los curas pederastas

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©GIANCARLO GIULIANI/CPP

Aleteia Team - publicado el 18/03/13

El entonces cardenal Bergoglio no cree oportuno reabrir el debate sobre el celibato sacerdotal

La formación de los sacerdotes es una de las preocupaciones que siempre ha manifestado Jorge Bergoglio, como arzobispo y superior en al Compañía de Jesús. Sobre el tema tuvo una conversación con  el rabino Abraham Skorka, rector del Seminario Rabínico Latinoamericano, recogida en el libro “Sobre el cielo y la tierra”, publicado en 2012 por la editorial Sudamericana (http://www.edsudamericana.com.ar).

El Papa Francisco es rotundo en afirmar que a los sacerdotes que abusan de menores: en estos casos, hay que quitar las licencias, no permitir ejercer más el sacerdocio al culpable, e iniciar un juicio canónico en el tribunal diocesano correspondiente.

“Para mí, ésa es la actitud a tomar, no creo en las posiciones que plantean sostener cierto espíritu corporativo para evitar dañar la imagen de la institución. Esa solución creo que se propuso alguna vez en los Estados Unidos: cambiar a los curas de parroquia. Eso es una estupidez porque, de esa manera, el cura se lleva el problema en la mochila. La reacción corporativa lleva a tal consecuencia, por eso no acuerdo con esas salidas”, afirma el cardenal Bergoglio.

Publicamos un pasaje de ese diálogo, en el que habla también del celibato sacerdotal:


–Bergoglio: Cuando era seminarista me deslumbró una piba que conocí en un casamiento de un tío. Me sorprendió su belleza, su luz intelectual… y, bueno, anduve boleado un buen tiempo, me daba vueltas en la cabeza. Cuando volví al seminario después del casamiento, no pude rezar a lo largo de toda una semana porque cuando me predisponía a hacerlo aparecía la chica en mi cabeza. Tuve que volver a pensar qué hacía. Todavía era libre porque era seminarista, podía volverme a casa y chau. Tuve que pensar la opción otra vez. Volví a elegir –o a dejarme elegir– el camino religioso. Sería anormal que no pasara este tipo de cosas.

Cuando esto sucede, uno se tiene que resituar. Tiene que ver si vuelve a elegir o dice: “No, eso que estoy sintiendo es muy hermoso, tengo miedo a que después no sea fiel a mi compromiso, dejo el seminario”. Cuando a algún seminarista le pasa algo así, lo ayudo a irse en paz, a que sea un buen cristiano y no un mal cura. En la Iglesia occidental, a la que pertenezco, los curas no pueden casarse como en las iglesias católicas bizantina, ucraniana, rusa o griega (el cardenal Bergoglio era también ordinario para los fieles de rito oriental en Argentina, n.d.e.). En ellas, los sacerdotes pueden casarse; los obispos no, tienen que ser célibes. Ellos son muy buenos curas. A veces los cargo, les digo que tienen mujer en su casa pero que no se dieron cuenta de que también se compraron una suegra. En el catolicismo occidental, el tema se discute impulsado por algunas organizaciones. Por ahora se mantiene firme la disciplina del celibato. Hay quien dice, con cierto pragmatismo, que estamos perdiendo mano de obra. Si, hipotéticamente, el catolicismo occidental revisara el tema del celibato. creo que lo haría por razones culturales (como en Oriente), no tanto como opción universal.

Por el momento, estoy a favor de que se mantenga el celibato, con los pro y los contra que tiene, porque son diez siglos de buenas experiencias más que de fallas. Lo que pasa es que los escándalos se ven enseguida. La tradición tiene peso y validez. Los ministros católicos fueron eligiendo el celibato poco a poco. Hasta 1100, había quien optaba por él y quien no. Después, en Oriente siguió la tradición no celibataria, como opción personal, y en Occidente al revés. Es una cuestión de disciplina, no de fe. Se puede cambiar. En lo personal, a mí nunca se me cruzó por la cabeza casarme. Pero hay casos. Fíjese lo del presidente paraguayo Fernando Lugo, un tipo brillante. Pero siendo obispo tuvo una caída y renunció a la diócesis. En esta decisión fue honesto. A veces aparecen curas que caen en esto.

–Skorka: ¿Y cuál es su postura?

–Bergoglio: Si uno de ellos viene y me dice que dejó embarazada a una mujer, lo escucho, procuro que tenga paz y poco a poco lo hago caer en la cuenta de que el derecho natural es anterior a su derecho como cura. Por lo tanto, tiene que dejar el ministerio y debe hacerse cargo de ese hijo, aunque decida no casarse con esa mujer. Porque así como ese niño tiene derecho a tener una madre, tiene derecho a tener el rostro de un padre. Me comprometo a arreglarle todos los papeles en Roma, pero debe dejar todo. Ahora,, si un cura me dice que se entusiasmó, que tuvo alguna caída, lo ayudo a que se corrija. Hay curas que se corrigen y otros que no. Algunos, lamentablemente, ni se lo plantean al obispo.

–Skorka: ¿Qué significa que se corrijan?

–Bergoglio: Que hagan penitencia, que guarden su celibato. La doble vida no nos hace bien, no me gusta, significa sustanciar la falsedad. A veces les digo: “Si no lo podés sobrellevar, decidite”.

–Skorka: Me gustaría aclarar que una cosa es el cura que se enamoró de una chica y se confiesa, y otra muy distinta son los casos de pedofilia. Eso hay que cortarlo de cuajo, es muy grave. En tanto dos personas adultas tengan un amorío, que se amen, es otra cosa.

–Bergoglio: Sí. pero que se corrijan. Que el celibato traiga como consecuencia la pedofilia esta descartado. Más del setenta por ciento de los casos de pedofilia se da en el entorno familiar y vecinal: abuelos, tíos, padrastros, vecinos. El problema no está vinculado con el celibato. Si un cura es pedófilo, lo es antes de ser cura.

Ahora, cuando eso ocurre. jamás hay que hacer la vista gorda. No se puede estar dentro de una posición de poder y destruirle la vida a otra persona. En la diócesis nunca me pasó, pero un obispo me llamó una vez por teléfono para preguntarme que había que hacer en una situación así y le dije que le quitara las licencias, que no le permitiera ejercer más el sacerdocio, y que iniciara un juicio canónico en el tribunal correspondiente a esa diócesis. Para mí, ésa es la actitud a tomar, no creo en las posiciones que plantean sostener cierto espíritu corporativo para evitar dañar la imagen de la institución. Esa solución creo que se propuso alguna vez en los Estados Unidos: cambiar a los curas de parroquia. Eso es una estupidez porque, de esa manera, el cura se lleva el problema en la mochila. La reacción corporativa lleva a tal consecuencia, por eso no acuerdo con esas salidas. Recientemente. en Irlanda se destaparon casos que llevaban como veinte años, y el Papa actual dijo claramente: “Tolerancia cero con ese crimen”. Admiro la valentía y la rectitud de Benedicto XVI en este asunto.

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