Un “cabeza de lista” africano: El cardenal Peter Turkson

En el último Cónclave, el principal pretendiente africano era el cardenal nigeriano Francis Arinze. Ahora con 80 años, es demasiado anciano para ser tomado en consideración, lo que convierte al cardenal de Ghana, Peter Turkson, en el candidato africano más papable.

Peter Kodow Appiah Turkson tiene 64 anni. Nació en Ghana Occidental de una madre metodista que vendía verdura en el mercado local y de un padre católico que trabajaba como carpintero.

Después de ser formado en el seminario local, prosiguió los estudios en el Seminario de Nueva York de St. Anthony-on-Hudson y en el Instituto Bíblico de Roma. Se convirtió en arzobispo de Cape Coast, en Ghana, en 1992 y después lo nombraron presidente de la Conferencia Episcopal nacional y ha jugado un papel activo del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y de Madagascar. Fue nombrado cardenal por el Papa Juan Pablo II en 2003.

En 2009 fue elegido para guiar el Sínodo de los obispos en África en el Vaticano, y al final de este evento fue nombrado presidente del Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz. En la Curia es, también, miembro de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia. Además forma parte del Comité para los Congresos Eucarísticos, de la Congregación para la Educación Católica y de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El cardenal Turkson fue descrito por el semanal londinense “The Tablet”, como uno de los más enérgicos líderes católicos africanos. Es un hombre cautivador, de modales francos y con un gran sentido del humor. Es un comunicador hábil y abierto con los medios de comunicación, hasta el punto de ser acusado de haber realizado una campaña para el pontificado por haber hecho mención de ello con un periodista durante una entrevista.

Turkson tiene una sólida formación en el gobierno diocesano y ha acumulado una gran experiencia en la Curia durante su estancia en Roma. No ha provocado escándalos y tiene una fuerte posición conservadora sobre las cuestiones doctrinales y morales, que defiende con inteligencia, claridad y buen humor.

¿Cómo sería el pontificado de Turkson? En primer lugar, y esto es muy importante, trasladaría el centro de la atención eclesial de Europa al mundo subdesarrollado.
La atención se trasladaría de las obsesiones occidentales como los escándalos sexuales, los problemas financieros y las luchas internas vaticanas. Si con Juan Pablo II el mundo miraba a Polonia y a la Europa Oriental, los católicos comenzarían a prestar atención a las necesidades y a las fortalezas de África y de los países en vías de desarrollo.

Al mismo tiempo, un papado del cardenal tomaría por sorpresa a todos los críticos de la Iglesia de los medios de comunicación occidentales. Los que se encuentran sin un “centro” podrían sentirse atraídos instintivamente por la idea de un Papa africano, pero quedarían consternados al descubrir sus fuertes lazos con los valores católicos ortodoxos.

Turkson daría a la Iglesia un nuevo rostro y un nuevo mensaje, recordando al mundo que las preocupaciones del continente africano son las de los jóvenes, y, por tanto, las del mundo de mañana. Mirando al futuro, Turkson sostendría firmemente las posiciones de la Iglesia sobre la moral y la doctrina sexual.

Existe también la posibilidad de que aporte una dimensión fresca y vivaz a la adoración litúrgica, importando, o al menos permitiendo, los dinámicos estilos africanos de adoración, predicación y alabanza, para que encuentren su lugar en las corrientes principales. Además desafiaría las ideas económicas del mundo desarrollado.

Por todo esto, Turkson está considerado por algunos, económicamente de izquierdas. En 2011, su Consejo difundió un documento titulado “Para una reforma del sistema financiero internacional en la perspectiva de una Autoridad pública de competencia universal”, que propugnó una verdadera autoridad política mundial para regular una economía globalizada. Para los conservadores que desconfían de un único gobierno mundial y de un único sistema económico global, la sugerencia es extraña y alarmante.

Finalmente, con un  tío musulmán y el conflicto entre el Islam y el cristianismo siempre en efervescencia en África, Turkson daría prioridad al problema africano con respecto al resto de problemas de la Iglesia.

Un papa africano como el cardenal Turkson significaría un movimiento revolucionario del centro de gravedad eclesial. Sería un pontificado de juventud, dinamismo y esperanza, y de vuelta a los principios y a las prioridades fundamentales de la Iglesia: la proclamación del Evangelio a un mundo necesitado.

Irónicamente, un papa africano podría hacer más por la Nueva Evangelización de Europa y de Norteamérica que un Papa proveniente del mundo desarrollado. El dramático cambio a nivel de conciencia y de renovación de las prioridades podría despertar al mundo occidental, harto de materialismo, confundido por el relativismo y desesperado en su decadencia y autorreferencia.

Una elección de este tipo significaría para los cardenales electores, asumir un gran riesgo y dar al mundo una sorpresa enorme, pero si la historia del pontificado nos ha enseñado algo es que es una institución llena de sorpresas.