Hijo de aristócratas alemanes, es culto y poliglota
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Uno de los detalles fascinantes que surgen cuando se considera a los cardenales de la Iglesia católica es la vasta gama no sólo de nacionalidades, sino también de background de tipo social y educativo. Aquí el hijo de un camionero, aquí el de un agricultor. Por una parte el hijo de una familia burguesa de un país desarrollado, por la otra el de un obrero de un país en vías de desarrollo. Aquí el hijo de un agricultor estadounidense, allí el heredero de una aristócrata dinastía europea.
El cardenal Christoph Schönborn pertenece a la noble y venerable familia bohemia de los Schönborn-Buchheim-Wolfstahl. En el transcurso de los años, su familia ha dado a la Iglesia dos cardenales y 19 arzobispos, obispos, sacerdotes y monjas. El cardenal sigue las huellas de su tío abuelo, el cardenal Franz Graf Schönborn, que fue cabeza del episcopado austríaco.
Después de la II Guerra Mundial, la familia Schönborn se vio obligada a abandonar Bohemia. Christoph entró en la Orden dominica en 1963, estudiando después Teología en París, y Filosofía y Psicología en Bornheim-Walberberg. Realizó otros estudios en el Institut Catholique de París y estudió Cristianismo eslavo y bizantino en la Sorbona. Fue alumno de Joseph Ratzinger en Ratisbona, consiguió un doctorado en Teología Sagrada en París, y enseñó Teología en la Universidad de Friburgo (Suiza). Habla con fluidez siete idiomas y es conocido como principal editor del Catecismo de la Iglesia Católica.
Como arzobispo de Viena, el cardenal Schönborn afrontó periodos atormentados, teniendo que hacer frente a una Iglesia en confusión y ayudándola a estabilizarse después de un escándalo de abusos sexuales. Sin embargo, ha parecido ser impotente al hacer frente a una abierta rebelión de alto nivel entre el clero liberal que exige reformas en la Iglesia en cuestiones como el celibato y la ordenación femenina. También ha tenido enfrentamientos con altos dignatarios vaticanos y ha sido criticado por interferir en disputas internas en sectores de la Iglesia fuera de su autoridad.
¿Cómo sería un pontificado de Schönborn? Seguramente tiene la agudeza intelectual para guiar a la Iglesia. Ha sido definido el “hijo espiritual” de Benedicto XVI, por lo que sería un conservador y un fiable defensor de la fe. No es sólo un académico prestigioso, sino que comunica bien con la gente de la calle. Sabe utilizar los medios de comunicación: tiene elocuencia, es popular y es capaz de comunicar con personas de diversa condición social, incluidos los jóvenes.
El cardenal Schönborn es activo en la Nueva Evangelización y es un gran valedor de la nueva misión y de los movimientos espirituales que atraen a los jóvenes. Le encontré cuando visité Viena para una conferencia sobre la Nueva Evangelización. Habló bien y con pasión, y estaba a gusto con los muchos jóvenes que querían escucharle y hablar con él. Al hablar muchos idiomas y ser un hábil comunicador, se encontraría bien en una posición elevada. Sabría gestionar todos los aspectos del pontificado más de Benedicto XVI, caracterizado por un hacer reservado.
La cuestión es que Schönborn parece a menudo tomar postura, dejarse implicar en un problema, dar pasos en falso y después intentar enmendarse. En él hay una ambigüedad y una incertidumbre que dejan perplejo. Su manera de gestionar la crisis de su archidiócesis ¿ha sido un ejemplo de liderazgo débil e ineficaz, o ha sido sensible a nivel pastoral, dispuesto a escuchar y comprometido a trabajar detrás de los escenarios para mantener la unidad? Una ambigüedad semejante podría ser muestra de una columna vertebral para poner en marcha la reforma que la Iglesia necesita en este momento.
Con el cardenal Schönborn tendríamos a un aristócrata europeo intelectual. Aunque habla siete idiomas y tiene un interés y un profundo conocimiento sobre las Iglesias orientales, ¿tiene la experiencia necesaria para guiar a la Iglesia universal? ¿La Iglesia necesita otro intelectual de habla alemana, o un líder de un país en vías de desarrollo? ¿Necesita un aristócrata nacido en un castillo y educado en las mejores escuelas, o un hombre con una sensibilidad más corriente?
Quizás son preguntas irrelevantes. El sacerdocio católico es un gran nivelador: las cuestiones ligadas a los orígenes familiares y el nivel social resultan menos significativos cuanto más elevados son los cargos que desempeña una persona. El vestido color púrpura de los cardenales los hace a todos iguales. Si el cardenal Schönborn fuese elegido papa por obra del Espíritu Santo, sabría superar los límites de su cuna igual que el hijo de un campesino podría superar otros obstáculos.
Este es en definitiva, el papel de los electores: valorar los requisitos de un hombre, su trasfondo social y étnico, su experiencia y sus actividades sociales, las necesidades de toda la Iglesia, y después discernir ese “algo” extra – esas indefinibles cualidades espirituales que distinguen al hombre que entrará en la “habitación del llanto” para vestir la túnica blanca.