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Benedicto XVI: mi renuncia no significa que abandono a la Iglesia

BENEDICTUS XVI
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Aleteia Team - publicado el 22/02/13
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En el último Ángelus, el Papa habla sobre el significado de su “retirada a la oración”

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El Papa Benedicto XVI, con su renuncia, no está abandonando a la Iglesia, sino sirviéndola con el mismo amor y la misma dedicación, pero de otra manera. Así lo dijo él mismo al introducir la oración mariana del Ángelus, asomado por última vez desde el balcón de su estudio ante una Plaza de San Pedro abarrotada de fieles.

El Papa introdujo el Ángelus con una reflexión sobre el evangelio del día, la Transfiguración del Señor sobre el Monte Tabor. Aludiendo a este pasaje, Benedicto XVI, interrumpido por los aplausos continuamente, afirmó sentir que esta Palabra de Dios la siente “particularmente dirigida” a él, en este momento de su vida.

“El Señor me llama a ‘subir al monte’, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto – subrayó levantando un dedo, como subrayando la importancia que esto tiene para él – no significa abandonar a la Iglesia, al contrario, si Dios me pide esto es precisamente para que pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con que he intentado hacerlo hasta ahora, pero de un modo más adecuado a mi edad y a mis fuerzas”.

El Papa, en su despedida, quiso también subrayar el significado espiritual de su renuncia, aludiendo a la importancia de la oración en la vida cristiana, “sin la cual todo el empeño del apostolado y de la caridad se reduce al activismo”. Invitó a todos a reservar en Cuaresma “el tiempo adecuado a la oración personal y comunitaria, que da aliento a nuestra vida espiritual”.

Además, subrayó, la oración “no es un aislarse del mundo y de sus contradicciones, como hubiera querido hacer Pedro sobre el Tabor, sino que la oración reconduce al camino, a la acción”.

“La existencia cristiana – añadió, citando su mensaje para esta Cuaresma – consiste en una continua subida al monte del encuentro con Dios, para después volver a descender llevando el amor y la fuerza que derivan de ella, para poder servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”.

Después de la oración, el Papa se despidió en los idiomas habituales de su saludo dominical, dando las gracias a todos por sus oraciones y por su afecto durante los años de su pontificado, después de bromear con el “poco de sol que Dios nos regala”.

En inglés, portugués y francés quiso agradecer “las muchas expresiones de gratitud, afecto y cercanía” recibidas en estos días.

En español, además, hizo una pequeña catequesis sobre la Transfiguración del Señor, afirmando que es “una muestra esperanzadora del destino final al que lleva el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Y también un signo de la luz que nos inunda y transforma cuando rezamos con corazón sincero”.

En polaco, añadió que Cristo “reveló ante los discípulos el esplendor de su divinidad, y les dio la certeza de que a través del sufrimiento y la cruz podemos alcanzar la resurrección”, y les invitó a “saber descubrir Su presencia, Su gloria y Su divinidad en la vida de la Iglesia”.

Por último, en italiano, en medio de las fuertes ovaciones de los fieles reunidos en la plaza, quiso agradecer el afecto y el haber compartido con él “especialmente en la oración”, de este momento “particular para mi persona y para la Iglesia”. Los gritos de viva el Papa y el volteo de campanas acompañaron su retirada de la ventana, por última vez.

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