Una muestra en el Castel Sant’Angelo
El pasado miércoles 6 de febrero, el Secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, inauguraba una de las iniciativas para este Año de la Fe convocado por el Papa: se trata de la exposición artística “El camino de Pedro”, que estará alojada en el Castel Sant’Angelo de Roma hasta el próximo 1 de mayo.
Esta exposición, explicó monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, que es el dicasterio que la ha organizado, quiere responder a la “sed de lo divino” que pervive en la cultura de hoy.
“Precisamente para reforzar este deseo y para hacernos eco de la nostalgia de Dios, a menudo latente en muchas personas, hemos decidido organizar esta exposición como un viaje a través de los siglos para conocer a uno de los personajes que siempre ha interesado a los artistas que han intentado comprender su misterio y darle voz.
En la exposición han colaborado nueve países con obras de arte que van desde los siglos IV y V hasta los umbrales del siglo XX.
La muestra recoge obras de arte relacionadas con los diferentes episodios de la vida del Apóstol san Pedro: la moneda del tributo encontrada en el pez de Mattia Preti, o la oración en el huerto de Marcello Venusti, o la negación de Georges de La Tour, todo ello acompañado de apariciones teatrales, proyecciones de cine y música. Una “experiencia sensorial” completa para recorrer este “Camino”.
El objetivo, explicó monseñor Fisichella, es dar a conocer “a uno de los personajes que siempre ha interesado a los artistas que han intentado comprender su misterio y darle voz”.
“Queríamos narrar El camino de Pedro en el arte”, agregó. “Pedro es una imagen de la humanidad que busca y encuentra; por desgracia, también es débil y traiciona y, sin embargo, sabe pedir perdón “.
Movido por el amor, por una experiencia única y arrolladora, lo dejan todo para proclamar al mundo el misterio de la resurrección de Cristo. Un verdadero viaje de la fe, sin tregua, y que los artistas han sabido captar en muchas obras que atestiguan su belleza”, afirmó el prelado.
Esta exposición, concluyó monseñor Fisichella, “es un camino para crecer en la fe, pero también es un reto para darse cuenta de la necesidad de creer como una respuesta al interrogante del sentido que la vida plantea. Ante la obra de arte, creyentes y no creyentes, tienen diferentes reacciones, pero la belleza expresada llama a unos y otros a escuchar un mensaje que puede percibirse en el silencio de la contemplación”.