La presencia del Ejército es necesaria, pero no resuelve el problema
Asaltos, tiroteos, revueltas, asesinatos. La violencia no cesa en América, una dura realidad con la que tienen que convivir los habitantes de muchos países del continente (entre ellos El Salvador, Honduras y Guatemala), donde bandas delincuentes organizadas actúan con casi total impunidad.
La Iglesia en estos países sigue luchando para que se tomen las medidas necesarias. En Honduras, la Conferencia Episcopal ha alertado en diferentes ocasiones durante los últimos meses (http://www.caritashonduras.org/index.php?option=com_content&view=article&id=345:conferencia-episcopal-de-honduras-elecciones-2012&catid=65:conferencia-episcopal-de-honduras&Itemid=179) sobre el deterioro de la situación que vive el país.
En Guatemala, el pasado 25 de enero, los obispos de la Conferencia Episcopal señalaban al término de su Asamblea Plenaria (http://www.iglesiacatolica.org.gt/dserdoc.htm) en su mensaje “Bienaventurados los que trabajan por la paz”, el “clima de inseguridad existente y los múltiples asesinatos, algunos de los cuales cometidos con extrema saña y crueldad. Esta violencia continúa siendo un reto para el Estado de Guatemala y para todos los guatemaltecos”. Este mes de enero, según datos oficiales del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), ha sido el más violento de los últimos 13 meses.
En recientes declaraciones, el arzobispo de Guatemala monseñor Oscar Vien Morales, reflexionaba sobre la decisión barajada por el Gobierno del país de militarizar algunas zonas especialmente conflictivas, advirtiendo contra “una militarización violenta” que sería peor para el país (http://www.s21.com.gt/nacionales/2013/02/04/iglesia-catolica-teme-militarizacion-pais).
En El Salvador, hay tres ciudades (Quezaltepeque, Ilopango y Santa Tecla) que han quedado libres de violencia después de una tregua que cumplen desde hace unos meses las dos pandillas del país. Una noticia esperanzadora para la sociedad salvadoreña que reclama reparación y reconciliación.
Según las autoridades, la tregua entre armas ha permitido reducir de 14 a 5 los homicidios que se cometen a diario en El Salvador. Pero por las calles aún circulan unos 50.000 pandilleros, además de los más de 10.000 que están en prisión. Por este motivo la Iglesia del país, pide que la policía Nacional no desaparezca de toda la República, con el fin de impulsar un proceso de paz en todas las ciudades.
El arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar, consideró en recientes declaraciones (http://www.laprensagrafica.com/Iglesia-a-favor-de-salida-de-FAES-de-municipios-libres-de-violencia) que la presencia de miembros de la Fuerza Armada en algunas zonas del país, se debe a “una necesidad extraordinaria de seguridad ante un contexto de violencia creciente”. Pero, advirtió, "si no hay violencia, no es necesaria la represión.
La tregua que en estos momentos existe entre algunas de las bandas violentas en El Salvador, afirmó el obispo, debería aprovecharse para impulsar un proceso de pacificación, que involucre a toda la sociedad.