La cuestión de la libertad religiosa en el mundo fue una preocupación constante de Benedicto XVI
Aunque la preocupación por la libertad religiosa no es exclusiva de Benedicto XVI, sino en general de los últimos papas, sí que es uno de los temas sobre los que más ha hablado en los últimos años.
Uno de los temas que Benedicto XVI más ha tocado en su magisterio es el de la libertad religiosa y de las cuestiones relacionadas con ella. Es una cuestión que ha abordado repetidamente en sus viajes apostólicos, así como en sus alocuciones a los obispos de los distintos países y en sus encuentros con embajadores de todo el mundo.
Precisamente, durante su pontificado se ha hecho especialmente patente la gravedad de la situación de los cristianos en muchos países del mundo (por ejemplo, en la Cumbre de la OSCE en Roma, 12 de septiembre de 2011).
El Papa, retomando las enseñanzas del Concilio y de su predecesor Juan Pablo II, considera la libertad religiosa como un derecho básico de toda persona, inherente a la naturaleza humana, y una exigencia del bien común. Esta libertad religiosa afecta a dos ámbitos fundamentales: a la relación entre las comunidades religiosas y los Estados, y al diálogo interreligioso.
En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011, el Papa ofrece las claves de su pensamiento sobre la libertad religiosa: la primera y fundamental es que esta libertad forma parte del derecho fundamental a la vida, “a una vida religiosa” (pto. 4). La libertad religiosa “no es patrimonio exclusivo de los creyentes”, sino de todos los hombres y pueblos, y “es un elemento imprescindible de un Estado de derecho; no se puede negar sin dañar al mismo tiempo los demás derechos y libertades fundamentales, pues es su síntesis y su cumbre” (pto 6). Afirmó que la libertad religiosa es “el primer derecho del hombre”.
La libertad religiosa, afirma el Papa, lleva necesariamente vinculada la idea de “laicidad”, entendida como autonomía de la esfera secular, y tiene hoy dos enemigos: el fundamentalismo religioso y, en el lado contrario, el laicismo agresivo. Ambos “ son formas especulares y extremas de rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad” (pto. 8).
Discurso a los juristas italianos, 9 de diciembre de 2006
La laicidad, clave para Oriente Medio, artículo en la revista Humanitas (Chile)
El Papa retoma así a Juan Pablo II, quien en sus últimos años hablaba sobre todo de la libertad religiosa frente al laicismo, cuando se debatía si incluir o no las raíces cristianas de Europa durante las negociaciones de la Constitución Europea.
Juan Pablo II ha sido considerado por muchos el “Campeón” de la libertad religiosa. Ya en su primera carta como papa al entonces Secretario General de la ONU, Kurt Waldheim, hablaba de la libertad religiosa como el “primero de los derechos”. En realidad, esta cuestión había estado presente en el magisterio de los papas anteriores (ej. Juan XXIII, Pacem in terris, o la alocución de Pablo VI ante la ONU, 4 de octubre de 1965), pero nunca con tanta determinación y fuerza.
Procedente de una Polonia sojuzgada por dos regímenes totalitarios, el nacionalsocialista primero y el comunista después, en Juan Pablo II la libertad religiosa significaba libertad de la persona frente a la imposición exterior. Su primera encíclica, Redemptor Hominis, ya mencionaba expresamente la libertad religiosa.
Sin embargo, hacia el final de su pontificado, cobró cada vez más importancia su denuncia de las ideologías laicistas. Coincidiendo con la negociación de la nueva Constitución Europea (2004), en la que no se mencionaban las raíces cristianas del continente, el Papa habló en varias ocasiones sobre libertad religiosa también en el sentido de no discriminación en la sociedad.
Una de sus últimas intervenciones, el 24 de enero de 2005, se dirigía a un grupo de obispos españoles, a quienes advertía que el laicismo “lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública […].Un recto concepto de libertad religiosa no es compatible con esa ideología, que a veces se presenta como la única voz de la racionalidad. No se puede cercenar la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental” (Discurso a un grupo de obispos españoles en visita Ad limina).
Juan Pablo II, Campeón de la Libertad Religiosa
Artículo del profesor Juan Manuel Díaz sobre la libertad religiosa en Juan Pablo II
Exhortación Apostólica postsinodal Ecclesia in Europa de Juan Pablo II, n. 19-20
Discurso de Juan Pablo II a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, punto 3, 12 enero 2004
Benedicto XVI, durante los primeros años de su pontificado, habló especialmente de la “laicidad positiva”, es decir, de la necesidad de una “relación separada pero de colaboración” entre la Iglesia y el Estado, como base de la libertad religiosa.
Retomando la línea de las últimas intervenciones de Juan Pablo II, durante los primeros años de pontificado, Benedicto XVI quiso ahondar en la cuestión del laicismo como amenaza contra la libertad religiosa al marginar las expresiones públicas de la fe.
En dos históricos viajes realizados en 2008, a Estados Unidos (en abril) y a Francia (septiembre), el Papa sorprendió con varios discursos en los que defendía la idea de una “laicidad positiva”, es decir, de la autonomía entre las esferas política y religiosa, y su necesaria colaboración en el terreno social.
Concretamente, en su discurso de respuesta al presidente Sarkozy, el Papa sorprendía con una defensa de la “laicidad positiva”, acuñando así el término para la posteridad. El Papa explicaba que las dos claves para comprender el término “laicidad positiva”, son: que la práctica de la religión tiene por naturaleza una dimensión pública, y que el Estado y las instituciones religiosas tienen como fin el bien de la persona humana.
El acontecimiento culminante que permitió a Benedicto XVI poner broche a su enseñanza sobre la laicidad positiva lo constituyó la celebración del 80º aniversario de la firma de los Pactos Lateranenses. Estos pactos permitieron la creación del Estado Ciudad del Vaticano, permitiendo la independencia y la colaboración entre los poderes públicos y la Iglesia.
Otro momento importante de esta enseñanza lo constituyó el discurso de Benedicto XVI en el Westminster Hall de Londres, ante la clase política y cultural inglesa, en septiembre de 2010, apelando a no marginar lo religioso de la vida civil.
Artículo de una experta en Ciencias Políticas
Qué es la laicidad positiva, en Ius Canonicum
Elogio de la laicidad positiva, en Aceprensa
Posteriormente, entre 2009 y 2012, el Papa ha insistido especialmente en la cuestión de la libertad religiosa, a la que define como “el primero de los derechos humanos”. Su mensaje clave al respecto se hizo público en enero de 2010, pocos meses después del Sínodo sobre Oriente Medio.
El Sínodo de Oriente Medio, apenas un mes después de la visita del Papa a Inglaterra, puso de manifiesto las graves dificultades que atraviesan las comunidades cristianas de esta región del mundo por la falta de reconocimiento de la libertad religiosa. Esta situación se vio dramáticamente corroborada por el sangriento atentado contra la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Bagdad, el 31 de octubre de 2010, en el que fallecieron 58 personas y varias decenas resultaron heridas mientras celebraban la misa. Este hecho terrible supuso un aldabonazo en todo el mundo sobre la situación de las minorías cristianas en muchos países.
El Papa hizo público unas semanas después su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, dedicado por entero a la cuestión de la libertad religiosa. Su llamamiento se repetía una y otra vez en sus continuos discursos de recepción a los nuevos embajadores ante la Santa Sede, y en el momento de presentación de cartas credenciales, especialmente cuando se trataba de diplomáticos procedentes de países musulmanes y asiáticos.
La cuestión de la libertad religiosa volvía a aflorar de nuevo en el encuentro interreligioso celebrado en Asís.
Recientemente, el 9 de enero de 2012, el Papa volvía a insistir fuertemente en la cuestión de la libertad religiosa en su tradicional discurso de comienzo del año al Cuerpo Diplomático.